8 de enero de 2022, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Bodys Isek Kingelez, Maquetas extremas, Foto del autor |
La exposición « L’énigme autodidacte » -Enigma autodidacta- en el Museo de Saint-Étienne (hasta el 3 de abril), es abundante y desconcertante. Presenta obras de 44 artistas e intenta relacionarlos a través del hecho que no aprendieron el arte. Pero vemos artistas que, es cierto, no pasaron por una escuela de bellas artes, por ejemplo Christian Boltanski, Alighiero Boetti o Tania Mouraud, pero que poseen una cultura artística rica aunque pueden practicar cierta forma de desaprendizaje, o artistas procedentes de otros universos y que podríamos clasificar en los confines del arte marginal, aquel continente de fronteras indecisas, con marginales tales como Bascoulard o Tichý, «extranjeros» como Frédéric Bruly-Bouabré y su alfabeto o Bodys Isek Kingelez y sus «maquetas extremas», incluso algunos de las profundidades de «el arte de los locos», como Judith Scott o Wöfli. Esos acercamientos suscitan muchísimas preguntas, definición del arte marginal o simplemente del arte y de su transmisión. No tanto porqué uno se vuelve artista, un estatuto definido ante todo por una mirada exterior, sino más bien ¿porqué un día uno se pone a crear? ¿qué es lo que provoca el proceso de creación? Una cuestión que no se resuelve aquí, claro.
Horst Ademeit, S.T., 06/04/1993, polaroid con inscripciones, 11x9cm, cortesía galería Delmes & Zander |
Esta creación espontánea es como una obsesión: la de Tichý con la belleza femenina, la de Horst Ademeit con los rayos cósmicos, la de Henry Darger (abajo) con las niñas bisexuales, la de Arnold Odermatt con los accidentes de auto (aunque su caso sea un poco diferente dada su profesión). Recorremos las grandes secciones sin tener una lógica clara, sin saber en dónde podríamos clasificar a tal o tal artista. La experimentación por la práctica, la apropiación o la autoficción no parecen ser necesariamente los marcadores del arte autodidacta, a veces al contrario, mientras que las secciones sobre las competencias que no son artísticas, sobre las convicciones espirituales o sobre las cosmogonías personales parecen más coherentes. Es extraño ver allí a algunos artistas bien asentados (Sophie Calle, Robert Filliou, Jean-Pierre Raynaud, Yves Klein, Marcel Broodthaers) cuya dimensión autodidacta o marginal no es nada evidente, fuera de una puesta en escena marketing (Ben Vautier o Maurizio Cattelan).
Seydou Keïta, S.T:, 1949-51, revelado de plata 60x50cm, colección Pigozzi |
Pero, a pesar del despiste descubrimos muchas obras interesantes incluso desconocidas (¿quién conoce a Galaxia Wang o a Wendy Vainity?). La exposición suscita muchas preguntas pero no aporta muchas pistas para poder contestarlas: sobre la formación artística formal (en escuela) o experimental (terreno, museos); sobre la conciencia de sí como artista y lo que la provoca (el mercado, la galería, el coleccionista) o no (¿Judith Scott se consideró alguna vez como artista?); sobre la postura, muchas veces convencional, de una definición de sí mismo como marginal y su utilización; sobre la posición del artista no occidental que juega con los códigos del arte occidental o que los ignora. Además, incluir a un fotógrafo como Seydou Keïta hubiera podido abrir la cuestión específica del aprendizaje de la fotografía, un medio que acoge fácilmente a los aficionados y «autodidactas», como Keïta, que pasó de la tienda de barrio al museo.
Vista de la exposición, con Henry Darger, foto C. Cauvet |
En cambio, es curioso pero el papel del descubridor (o partero) no lo tratan como vector de inclusión en el mundo artístico, tanto en lo que está relacionado con los individuos (Prinzhorn y los artistas marginales de su hospital, Szeemann y documenta 5, o, menos glorioso, Buxbaum y Tichý) como con las instituciones (museos, galerías, bienales). Se insiste más sobre el proceso interior del que un día se siente creador que sobre la mirada exterior que hace un artista. El catálogo bilingüe francés/inglés, 336 páginas, recibido en servicio de prensa) es interesante principalmente por las reseñas sobre los artistas y algunas entrevistas (Irma Blank, Gianni Motti, Justine Emard). Después del ensayo de presentación por la curadora Charlotte Laubard, un ensayo presenta el arte marginal estadounidense y otro el trabajo de Daniel Johnston aunque no está la exposición; únicamente el ensayo de la psicosocióloga Hélène Bezille trata la cuestión de fondo del aprendizaje pero en el contexto de las ciencias cognitivas, más amplio que la formación artística. No tiene ni bibliografía ni índice.
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