4 de enero de 2022, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Este texto fue publicado en el número 771 de la revista de los ex-alumnos de la Escuela Politécnica de Paris, La Jaune et la Rouge, acerca de las relaciones entre X (así llaman la escuela) y la historia.
Dibujo de Luc Tesson https://www.dessinateurdepresse.com/ |
Durante la preparación a los concursos de entrada a las grandes escuelas, en Sainte Geneviève, yo era un estudiante de matemáticas sacado de su provincia y algo perdido en ese nuevo ambiente. Los domingos por la tarde, único momento de libertad en mi vida de interno, se perfilaban bastante aburridos una vez visitados el parque y el castillo, hasta el día en que por casualidad entré en una exposición de pintura, algo a lo que mi modesto medio familiar no me había preparado. No recuerdo exactamente cuál fue la primera, Vermeer o los impresionistas de la colección Walter-Guillaume, pero aquello me dejó maravillado, un mundo nuevo y fascinante se abría ante mí. Seguí fascinado durante toda mi vida profesional; fascinado y frustrado: frustrado por no tener tiempo para ver más exposiciones, para leer más, y a medida que me abría también al arte contemporáneo, para conocer más artistas. Viví en ciudades ricas en museos, Boston, Washington, Londres, y en otras, en las cuales había que descubrir todo, talleres discretos y museos desconocidos, Argel, por ejemplo. Y permanentemente me decía que aquellos temas que solamente rozaba durante los momentos que le robaba al trabajo, serían un día temas a los que les consagraría más tiempo.
Empezar cuando llegaron los sesenta
Cuando a los 57 años, ya sin carga de familia, sin menos pasión por mi oficio y teniendo cierta holgura financiera, decidí trabajar menos y darle al fin rienda suelta a mi interés por el arte, mi primera etapa fue la de aficionado: escribir un blog, primero anónimo, sobre las exposiciones que veía en ese entonces entre Londres y Paris. El blog, en el cual expresaba puntos de vista personales, subjetivos pero con argumentos, tuvo la fortuna de que le gustara al periódico Le Monde, el cual hizo su promoción y ello me trajo rápidamente cierta visibilidad. Pero yo seguía buscando el saber (y más o menos conscientemente, la legitimidad). Entonces volvería a los bancos de la escuela. Después de un año catastrófico en la Escuela del Louvre, en donde, ya cerca de los sesenta me costó mucho trabajo adaptarme a una pedagogía adaptada para niñas de 19 años, entré en el EHESS para hacer un master de «Arte, Lenguaje y Literatura», un programa abierto y multidisciplinario en el cual fui el primer politécnico. Además de los seminarios descubrí con entusiasmo la investigación al hacer una memoria sobre el fotógrafo Miroslav Tichý (y participé de forma marginal en su exposición en Pompidou), empezaba entonces a especializarme en fotografía, un poco por casualidad y un poco a propósito (su campo crítico es menos estático que en las artes plásticas), y seguía escribiendo de forma más amplia el blog.
Doctorado
Naturalmente, la siguiente etapa fue un doctorado en Paris 1, en donde Michel Poivert, principal historiador de la fotografía en Francia, a quien le había pedido que dirigiera mi tesis, me orientó hacia un tema extenso y virgen, la definición y la historia de la fotografía experimental, un ámbito que en aquel momento carecía prácticamente de investigación sobre la fotografía. Investigaciones, encuentros con artistas a través de Europa, defensa de la tesis, publicación de un libro, artículos, conferencias: el trabajo estándar del investigador. Salvo error, yo soy, junto al famoso André Turcat (40), el único de Politécnico doctor en historia del arte. Los conceptos del filósofo Vilém Flusser me fueron muy útiles, y sin ser filósofo, también trabaje bastante sobre él, en especial, con una edición reciente sobre Flusser y Francia. Aunque Tichý, los fotógrafos experimentales y Flusser constituyen lo esencial de mis investigaciones, también exploro otros campos como el arte marginal y la pintura de Edvard Munch.
La voluntad de ir más lejos
¿Cómo pude reinventarme? Claramente por mi deseo de arte, restringido durante mucho tiempo y que pudo al fin realizarse. El deseo también de no ser solamente un ilustrado consumidor de arte sino de ir más lejos, buscando y compartiendo, no como artista sino como crítico e historiador: al igual que profesionalmente, fui mejor siendo asesor que dirigiendo, me parece que soy buen crítico pero no soy en nada artista creativo. Es también la herencia de una curiosidad insaciable, del rechazo constante de encerrarme en un ámbito (cuando terminé las matemáticas, por gusto pasé el bachillerato de filosofía, aunque los curas pensaran que estaba perdiendo el tiempo). Fundamentalmente es el deseo de escribir, de encontrar el buen tono (muy diferente si se trata de un texto académico o de un blog). Actualmente estoy tratando de escribir una novela, sobre un pintor, pero no estoy seguro de lograrlo. Yo, que solamente había escrito textos técnicos sobre el porvenir de la siderurgia europea o sobre el crédito agrícola en Marruecos, siento un placer inmenso cuando intento formular ideas, estructurar un texto, hacer pasar una emoción o una idea.
¿Especificidad politécnica?
¿Hay en mi trabajo una especificidad politécnica? No lo sé. Desde el principio, no quise trabajar sobre la economía del arte, un tema demasiado cercano a mis intereses de antes, preferí pasar la página. De vez en cuando utilizo algunas nociones simples de estadística, por ejemplo para analizar la recepción crítica de una obra y aunque mis colegas «literarios» se maravillen eso no tiene nada de sofisticado. Es más bien en cuanto al rigor, la organización, la estructuración del pensamiento y por ende de los textos orales o escritos, que me diferencio a veces: nada específicamente politécnico, más bien el fruto de una educación general científica y matemática. ¿Qué me hace falta? Sin duda cierta flexibilidad intelectual: con frecuencia me interesa más el resultado que el proceso mismo y fue así durante mucho tiempo antes de que aceptara que un fracaso (el del artista o el mío como historiador) podría ser tan instructivo como la obtención de un resultado. Comparándome con mis colegas, yo no me siento bien con la ambigüedad, busco ante todo LA respuesta, LA definición. Una de las preguntas recurrentes del jurado de mi tesis fue: «¿Pero porqué quiere usted pase lo pase entregar UNA definición de la fotografía experimental? ¿Porqué no se satisface con la riqueza y la exhaustividad de su investigación en ese ámbito sin tener necesidad de enmarcarlo dentro de todas sus categorías formales?»; descubrí después que el único de los cinco miembros del jurado que iba en mi sentido sobre ese punto era un historiador de la fotografía que antes había estudiado física...
Para concluir, mi interés por la historia del arte, fruto de una pasión antigua más bien reprimida me permitió volver a inventarme, llevar a cabo investigaciones históricas e intelectuales estimulantes, conocer a personas muy diferentes de las que había conocido en mis universos anteriores, inspirar artistas, medírmele a nuevos retos (al tiempo que seguía siendo diletante: no pretendo hace carrera) y descubrir que me gusta escribir (y hablar en público). Una segunda vida, una forma de nueva juventud.
La ilustración de arriba, de Luc Tesson se inspira, aparentemente, de esta cámara fotográfica inventada por los artistas Taiyo Onorato y Nico Krebs, y del puño estenopeico de Paolo Gioli.
Aficionada est féminin, corriger par Aficionado, c'est ce qui vous correspond. Cordialement, un de vos lecteurs.
RépondreSupprimerMerci de lire si attentivement ;) vous ne saviez pas que j'étais une femme qui traduit le blog de Lunettes Rouges qui m'a demandé expressément de faire mon propre blog avec mes traductions? Ravie que vous lisiez en espagnol.
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