(Artículo original en francés, aquí)
Seydou Keïta, a la izquierda ST, 1956-57 (impresión 1197), 120x180cm; a la derecha ST, 1958 (impresión 1997), 120x180cm |
La obra de Seydou Keïta (Grand Palais, hasta el 1 de julio), uno de los grandes fotógrafos africanos, es a la vez fascinante y ambigua. Fascinante pues su indiscutible talento de retratista les atribuye a sus sujetos una dignidad y una belleza sin igual. Es uno de los primeros que va más allá del retrato semi etnográfico del estereotipo del africano tieso y adornado con los elementos propios de su función (ya sea dignatario o simple gendarme, como éste) a quien entonces, ni le interesaba ni se le autorizaba que manifestara la mínima individualidad; por consiguiente sobrepasa la mirada europeo-céntrica y colonial al dejar que la personalidad de sus sujetos se exprese, considerándolos ya no como modelos reducidos a jugar un papel, sino como seres humanos de pleno derecho, con estilo, con personalidad, emociones, gracia y orgullo; precisamente, como esta joven del cartel de la exposición. El contraste de las dos imágenes yuxtapuestas (y la del gendarme es algo posterior) refleja bien el cambio radical que Keïta introduce en la forma de ver al hombre y a la mujer africanos.
Seydou Keïta, ST, 1956-57 (impresión moderna), 120x180cm |
Ambigüedad, ya que no solamente juega con los dos aspectos, aunque la representación de la individualidad sea mucho más fuerte que el formalismo, sino porque su mirada tierna y cómplice toma a menudo posturas de tipo
muy "colonial": hay muchísimas "Odaliscas" recostadas sensualmente de las cuales algunas son famosas. ¿ Se tratará de un artista africano que mira a la mujer africana o se tratará de la adaptación, de la transposición del viejo mito orientalista sobre la sexualidad del "Otro", de la mujer árabe o negra y sus sensualidades desenfrenadas ? Además de la hermosura de la composición de las fotografías sentimos una especie de confusión, entre feminismo y pos colonialismo.
Seydou Keïta, ST, 1952-55 (impresión moderna), 120x180cm |
Para mí la fotografía más extraordinaria de la exposición es la de la
pareja recostada : uno se pregunta que los pudo conducir a que adoptaran esa pose (en el catálogo hay otra foto de ellos mismos, sentados, tiernos y es mucho más prudente pero no está en la exposición). Ella nos mira con altanería y segura de sí misma; lleva sus formas envueltas en una tela y solamente percibimos la rodilla derecha, su collar cuelga con negligencia y la mano de dedos largos y delgados de uñas perfectas se ve como suspendida esperando un no sé qué. A él, al contrario como que no le importamos (el fotógrafo, en realidad), mira hacia abajo apoyando la barbilla de forma extraña sobre el tocado de su mujer y la sostiene firmemente con la mano izquierda. Ella de negro, él de blanco, chanclas y babuchas en el primer plano; la tela del fondo es neutra sin nada que pueda distraer nuestra mirada, pero en las esquinas de la alfombra se ven la creciente y la estrella lo que nos lleva a percibir la correspondencia con la pareja. Seguramente llegaron al estudio vestidos así y nos imaginamos que Keïta sólo prestó la alfombra. Y ¿ quién habrá sugerido una puesta en escena tan poco natural, tan sensual, única en su obra ?
Seydou Keïta, ST, 1954 (impresión 1998), 120x180cm |
Frente a esta composición y frente a otras, a veces igual de extrañas es placentero imaginarse a un Keïta no solamente retratista sino también inventor requetecreativo, algunas veces en los límites de lo extraño, como irreal. En la imagen de mujeres con la 203, nos perturba enseguida el corte del hombre a la derecha, propietario del bonito carro, marido, padre, jefe, que Keïta corta, borra a medias y entonces pensamos en una especie de humillación, de castración. Pero, pues hay un pero, en esta fotografía hay sin embargo un hombre que se apropia de la escena, alguien que apenas visible se afirma, deus ex machina todopoderoso.
idem, detalle |
Fotos 1 & 5 del autor
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