vendredi 26 mars 2021

Novelas de una obra maestra (continuará)

 

21 de marzo de 2021, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)


Édouard Manet, Olympia, 1863, 130.5x191cm, Museo de Orsay


La editora Ateliers Henry Dougier lanza una nueva colección « Le roman d’un chef d’oeuvre » -La novela de una obra maestra- y acabo de leer los tres primeros libros de la colección. Una estantería de mi biblioteca está dedicada a las novelas en relación con el arte, y tengo que añadir que son muy dispares: algunas restituyen de manera excelente la atmósfera de la creación de una obra al mezclar historia del arte y talento narrador (y sitúo en primer lugar el relato idealizado de Jean-Daniel Baltassat sobre Berthe Morisot, aunque les disguste a ciertos enojados), otros son novelas excelentes pero algo intrascendentes en cuanto a la estética, y otros no son sino libros malos. Esta colección es entonces una muy buena iniciativa, una iniciativa con resultados bastante contrastados. Tuve suerte de empezar por casualidad con el mejor de los tres, La femme moderne selon Manet -La Mujer moderna según Manet-, de Alain Le Ninèze, el relato de Victorine Meurent, modelo de Olympia, del Almuerzo en la hierba y una media docena más de otros cuadros, y de sus relaciones con Manet. Escrito con la modestia y la ingenuidad que le convienen a la modelo, el relato, más allá de las anécdotas verdaderas o inventadas, informa muy bien sobre la bomba que fue la pintura de Manet. También saca a la luz a Victorine Meurent, de vida misteriosa, que también fue pintora pero que cayó en el olvido al igual que muchas mujeres pintoras de entonces: la mujer moderna es ella también, su persona y no solamente su imagen sino también su independencia, su inteligencia, su homosexualidad. La novela se completa con una reseña tan documentada como posible sobre Victorine Meurent, con varias páginas de citaciones sobre Manet (Zola,  Valéry, Malraux, Leiris, Fried, Arasse), con puntos de referencia biográficos y una bibliografía breve (unos quince libros pero olvida a Bataille...). 


Edward Hopper, Cape Cod Evening, 1939, 76.2×101.6cm, National Gallery of Art (Washington)


Después leí Les heures suspendues selon Hopper -Las horas suspendidas según Hopper- de Catherine Guennec, en torno al cuadro Cape Cod Evening. Se trata de Edward Hopper contado por su esposa Jo (Josephine Nivison), principalmente basada en el diario de Jo. Jo, pintora también pero siempre relegada al segundo lugar: sus obras se vieron poco (pero al contrario de una leyenda propagada aún recién, no fueron dilapidadas por el Whitney Museum que posee 200 en reserva, de calidad desigual, dice su biógrafa). Fue reducida a su papel de esposa, asistente y secretaria, es un esquema bastante clásico, por desgracia. Podemos entender que haya sentido resentimiento. Una gran parte del libro está dedicada a esta ambivalencia entre amor y odio de Jo por su marido. No deja de quejarse de su frialdad, de la forma como la desatiende, de sus peleas, de sus batallas, diciendo al mismo tiempo su incapacidad para vivir sin él. No sé lo que es verdad y lo que es idealizado. Menos mal que sobrepasando esos temas tan actuales, su descripción sensible de los cuadros de Hopper es extraordinaria y olvidamos la letanía de peleas para unirnos a la mirada esclarecedora que Jo tenía sobre el trabajo de Edward. Un libro que hubiera podido ser sólo una historia banal de más amargura y ambigüedad, se salva por la calidad de las impresiones estéticas de Jo y de su declaración sensible. También lleva citaciones pero menos prestigiosas, Philippe Labro y Wim Wenders en lugar de Malraux y Zola; biografía y bibliografía (más de 20 libros) rápidas. 


Gustav Klimt, Le Baiser, 1908, 180x180cm, Belvédère (Viena)


Del tercer libro, De l’or dans la nuit de Vienne selon Klimt, -Oro en la noche vienesa según Klimt- de Alain Vircondelet, en torno a El Beso; pues no sé qué pensar. No es una novela sino una larga y repetitiva digresión sobre el cuadro y sobre el arte de Klimt. Encontramos buenas ideas pero diluidas en un texto cuyos puntos esenciales hubieran podido escribirse en un ensayo de algunas páginas, en lugar del largo desleimiento. Aquí nada es idealizado, hay algunas anécdotas (para que pinte, Adele Bloch-Bauer se acuesta con él, y quizás la haya contaminado con sífilis, pero su gran amor con Emilie Flöge fue casto), la contextualización es bastante somera (Moser, Mahler, Schoenberg, Freud: está bien citarlos, pero ¿cuáles fueron las influencias, cuáles las interacciones?). La bibliografía sobre Klimt sólo cita cinco libros, dos de ellos evidentes (el Taschen y el Mazenod), en cambio la bibliografía del autor comprende 93 títulos (entre ellos seis sobre Juan Pablo II...). Bueno, es el principio, veremos qué pasa con lo que sigue. 


Libros recibidos en servicio de prensa.

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