18 de marzo de 2021, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Charles Jones, Melon Sutton’s Superlative (Melon), hacia 1900, 25.4×20.3cm, pág. 126 |
Un día de 1981 un coleccionista de fotografías antiguas llega tarde (a las 9 de la mañana sabiendo que los buenos negocios se hacen a las 5..) al mercado de las pulgas de Bermondsey (conocido hasta 1992 como un mercado de ladrones). Se llama Sean Sexton, un irlandés colorido cuyas frases contienen casi todas un «fucking» (Bermondsey es « a soul-destroying fucking spot »). En el mercado descubre unas cajas llenas (o una maleta, el relato ha evolucionado) de fotos, que los tempraneros buscadores de gangas habían descuidado y el vendedor le dice que no son interesantes, solo verduras. Él, que no tiene formación especial pero que tiene ojo gracias a las casas de subastas y a las pulgas, dice que las encuentra fascinantes y las sitúa alrededor de 1900, así de entrada, piensa que son copias con sales de plata tirando al oro y compra por nada unas 500. No le dice nada a nadie y vende algunas en subasta para sentir el mercado: a precios elevados, que suben, sin que se sepa nada del fotógrafo salvo sus iniciales, C. J.
Charles Jones, Onion Brown Globe (Oignon), hacia 1900, 15.2×10.8cm, pág.37 |
Un conservador del Museo de Bellas Artes de San Francisco, Robert Flynn Johnson, ve las imágenes en las páginas de subastas y en 1995, una vez que se encuentra en Londres, se ve con Sexton por casualidad... en el mercado de las pulgas; el hecho de que Flynn sea un apellido de origen irlandés facilita su complicidad y se vuelven compañeros. Un día, Sexton muestra algunas fotografías en un programa de televisión. La señora Shirley Sadler, que pensaba mirar el siguiente programa, ve entonces por casualidad el final de la presentación de Sexton y reconoce las fotografías de su abuelo. Lo contacta para darle informaciones. El libro fruto de este descubrimiento sale en 1998 y el mundo descubre a Charles Jones. Bonita historia de un descubrimiento, hecha por casualidad, por la capacidad para percibir la belleza escondida y quizás por la fantasía : más que Buxbaum con Tichý (cuya relación con el artista existió y fue conflictiva), Maloof y Vivian Maier. Como dice el subtítulo del libro «El genio marginal salvado de la oscuridad gracias al azar del descubrimiento». O habría que traducir «outsider» por independiente en lugar de por «marginal» (pero esto es otra historia de la que hablaremos).
Charles Jones hacia 1904, copia a la albúmina, 15.2×10.8cm, pág. 10 |
Charles Jones nació en 1866, hijo de un carnicero, se vuelve jardinero, pero jardinero de castillo. Jefe jardinero en Ote Hall y en 1905, The Gardener’s Chronicle lo distingue para celebrar su talento de horticultor. Hacia 1910, abandona todo, y, con su esposa que era la cocinera del castillo y sus cinco hijos, se instala en Lincolnshire, en una casa sin agua ni electricidad, sin que se sepa mucho lo que hizo. Allí vivió hasta su muerte en 1959 a los 92 años. Una fotografía de 1904 lo muestra vestido elegantemente con canotier y corbatín, la barba bien cortada, no como un jardinero corriente (y aquí). Poco se sabe de él, que era reservado, poco comunicativo, gruñón.
Charles Jones, Ornemental Gourd (Courge), hacia 1900, 15.2×10.8cm, pág. 72 |
Su pasión secreta era la fotografía. No se sabe cómo aprendió la técnica, no se sabe en dónde adquirió el sentido de la composición, de la luz, su capacidad estética tan singular y no le dice nada a su familia. Tampoco al periodista del The Gardener’s Chronicle. Parece que tuvo tres aparatos; trabajó con placas de vidrio que reutilizaba y que desaparecieron completamente. Su nieta cuenta que las utilizaba como campanas para proteger sus verduras tiernas. No se tiene ningún negativo, solamente las copias que Sexton compró y otras en un álbum familiar que V&A le compró a su nieta. Es probable que esas copias hayan sido hechas por contacto, sin ampliadora, así que tiraron al oro; prácticamente todas son copias únicas.
Charles Jones, Telegraph Cucumbers (pepinos), hacia 1900, catálogo Elphick |
El jardinero Charles Jones fotografiaba las verduras, algunas frutas y algunas flores, alrededor de 350 fotografías son de verduras, alrededor de 80 son flores y 80 son frutas. Orgullo del jardinero, dirán ustedes. Porqué no. Además, parece que algunas de sus fotografías (los pepinos aquí arriba) fueron reproducidas en los catálogos del vendedor de semillas Elphick. Pero no podemos limitarnos sólo a la dimensión profesional del jardinero. Primero porque fue una obsesión fotográfica que tuvo que devorarle su tiempo libre y su presupuesto, pues en esa época, a pesar de la introducción de Kodak Brownie, la fotografía, en especial con el tipo de aparato que tenía, era un pasatiempos para ricos burgueses o aristócratas. Además, en su trabajo existe una gran coherencia, un verdadero protocolo: casi siempre fotografía las verduras recién cortadas, en un estudio y no en plena naturaleza, con fondo negro o blanco, en primer plano, bien iluminadas. Más abajo vemos unas plantas en el jardín delante de un fondo negro que soporta un asistente que se ve, pero es una excepción dentro del esquema dominante.
Charles Jones, Gypsophila Paniculata, hacia 1900, catálogo Elphick |
Un esquema que hay que calificar de retrato, tanto por la escenografía como por la individualidad de cada una de las verduras. Cuando fotografía dos plantas del mismo tipo (el nombre científico está siempre escrito con lápiz detrás de la foto) nunca son idénticas, la una es más redonda, más madura, más sensual y la otra más tiesa, más seca. Al contrario de Anna Atkins por ejemplo, que era botanista antes que fotógrafa, no estamos frente a especímenes o tipos, sino ante individualidades, por muy extraño que le parezca a aquel que no siente pasión por el jardín (y para seguir la analogía, es algo como Marc Garanger que le da dignidad individual a cada una de las mujeres que fotografía en lugar de reducirlas a estereotipos). No se trata de una documentación científica insensible de la cual podemos admirar la belleza, como lo hace Anna Atkins, es un himno a la belleza sin pretensión taxonómica.
Charles Jones, Foto en el jardín jardin y al fondo el telón del fotógrafo, hacia 1900, 15.2×10.8cm , pág.19 |
¿Porqué lo hacía? Más allá de la pasión inglesa por la jardinería, tenemos claramente la construcción intencional de una estética. No es una fotografía al servicio de un arte más noble, tal Blossfeldt fotografiando plantas para que sirvieran de modelos en el dibujo y la decoración, modernista sin saberlo. Jones parece rechazar totalmente tal subordinación, para él la fotografía no es un arte inferior, al contrario, permite una cercanía con la naturaleza y con la realidad, que ni el dibujo ni la pintura permiten. Más precisamente, mientras que el libro cita a Durero, Rembrandt, Weston y Sudek quienes representaron frutas, hierbas o verduras para transformarlos en objetos de arte, Jones, ve sus objetos como arte en sí y lo que hace es revelar su belleza. Quizás únicamente la pasión irracional de Redouté por las rosas se acerque un poco a esta humildad creativa, a la glorificación de lo sencillo, de lo banal, de lo cotidiano y anodino que son entonces transfigurados. ¿Son bodegones? Formalmente sí, pero no lo son si nos situamos en la historia y la dimensión socio económica y cultural de la naturaleza muerta.
Charles Jones, Bean Runner (Judías de España), hacia 1900, 15.2×10.8cm, pág. 26 |
Y, tenemos que decirlo, estas fotografías son hermosas. El jardinero paisajista Gilles Clément, que firma el prefacio de la edición francesa del libro, habla mejor que yo (no tengo buena mano para las plantas) del pulido de las cebollas, del bronce repujado de las judías, de la retícula blanca de los melones, con una emoción de camaradería. Lo absolutamente asombroso es que las fotografías fueron tomadas por los años 1900, en una época en la que la noción de belleza es eludida, artificial, sobrecargada, totalmente al contrario de la severa sencillez de Jones. Sin saberlo es un precursor, un profeta, un foto modernista. Es un estilo, una relación con lo real que se descubrirá treinta años más tarde con la Nueva Objetividad: los pares de Charles Jones serán Renger-Patzsch o Sander, quien fotografía los hombres con el mismo rigor obsesivo que Jones sus verduras. En su época el único, quizás, que tuvo a la vez, esa mirada, esa estética y esa humildad, fue Atget. Para dejarle la última palabra a Sean Sexton: « At first I thought it might have been Atget because of the tonal quality, very similar to Atget, and the same process I think. And I thought, Jesus, he must have come to London and done still-life. I can date a photograph to two years either side and I thought 1900, this predates all the other fuckers. »
Charles Jones, Pea Rival (Guisantes), hacia 1900, 15.2×10.8cm, pág.34 |
Esta reseña está basada en el libro Plant Kingdoms. The Photographs of Charles Jones. The Outsider Genius Saved from Obscurity by Chance Discovery, de Sean Sexton (acreditado como autor pero que no firma ningún texto) y Robert Flynn Johnson, con un prefacio de la chef Alice Watters, New York, Smithmark, 1998; 128 páginas, 105 reproducciones de página entera y 12 ilustraciones. Edición francesa Charles Jones. Le Royaume des Plantes, Paris, Thames & Hudson, 1999; idéntico pero con un prefacio de Gilles Clément. Le Monde habló de él cuando salió pero en la sección jardinería...
Libros agotados que se encuentran de segunda mano por 20 o 30 euros. Todas las imágenes copias hechas con sales de plata tirando al oro excepto su retrato. En 2019 la galería Miranda en Paris mostró fotos de Jones y en 1998 el Musée de l'Elysée en Lausana también. ¿Será todo en Europa Continental?
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