lundi 29 mars 2021

Laurence Aëgerter, una infiltrada en el museo

 


23 de marzo de 2021, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí) 


Laurence Aëgerter, PDUT945-1811261443 (Elinga), de la série Composiciones catalíticas, 2018, copia ultrachrome, 60×58.5cm.


Es verdad que no es raro que los museos inviten artistas contemporáneos para que intercalen sus obras en medio de las colecciones, y a menudo la confrontación es interesante. Pero es casi siempre una confrontación frontal, incluso brutal, en la que las obras, los estilos, los materiales a veces se afrontan y se desafían: tomaré como ejemplo entre otros a Win Delvoye en el Louvre. Más raros son los museos y los artistas que juegan a infiltrarse de manera semi clandestina y discreta, que a veces sólo un cartel diferente revela; un lugar que muestra así de vez en cuando este arte del camuflaje es el Museo de la Caza, como aquí, por ejemplo. Es precisamente lo que logró Laurence Aëgerter en el Petit Palais, en una exposición que duró solamente tres semanas en otoño y que cerrará inevitablemente el 9 de mayo. La entrada es majestuosa: un espejo grande corta el camino. Al tiempo que veo el reflejo de nuestros cuerpos, leo la inscripción « Ici mieux qu’en face » -Aquí mejor que enfrente-. Haciendo referencia al otro Palais, en frente, una postura marginal e irreverente que encontramos a lo largo del recorrido. 


Laurence Aëgerter, Confetti, 2019, 58 038 confettis, impresiones a doble cara, f. Pierre Antoine.



Empecemos por un truismo: si los museos exponen obras es para que sean vistas. Pero las obras de Laurence Aëgerter que se exhiben en el jardín interior del Petit Palais, fotografías de su serie Healing Plants for Hurt Landscapes (la imagen se multiplica en dos estratos, un paisaje destrozado y un cataplasma terapéutico), que presenta en bandejas horizontales, poco a poco se van cubriendo de hojas, de pétalos de flor de cerezo y de guano, y la visión se enturbia. Igual de desconcertante es la instalación Confetti, una vitrina de relojes antiguos cubierta de millares de confetis que resultan de las fotografías conservadas en su teléfono móvil una vez impresas y recortadas. Aquellos círculos minúsculos de colores no son mas que una memoria inalcanzable, una negación de un pasado vuelto pedazos y el contrapunto son los estuches redondos de los relojes de bolsillo: si se pierde el dominio del tiempo ¿qué será entonces de la fotografía? El «ça a été» -ello fue- de Barthes pierde aquí todo su sentido, la imagen-fotografía se dispersa y se halla sin referente y nuestros recuerdos volarán con el primer soplo de viento, «venteaba delante de mi puerta» como cantaba Rutebeuf. 


Laurence Aëgerter, PDUT927-1811261337 (Van Ruysdael), 2019, de la serie Composiciones catalíticas, 2018-2020, copia ultrachrome, 41x46cm.


Laurence Aëgerter es fotógrafa de cuadros, pero son cuadros que el visitante del museo oculta cuando se planta delante del lienzo y su espalda, nuca y cabellera nos impiden ver una parte: no se trata de describir fotográficamente lo que es una visita o los que son los visitantes, a la manera de Thomas Struth por ejemplo, sino más bien crear una experiencia visual incongruente en la que el lienzo del maestro ya no es sino un elemento que interactúa con las formas y los colores del personaje: es el caso aquí por ejemplo, en su serie El Louvre, de un Canaletto con el complejo título R.F.1961-33-0803041338 (es decir el número de inventario del cuadro, un código de cifras correspondientes al año, el mes, el día y el minuto). Otros lienzos de la serie Hermitage, The Modernits, son ocultados no con espaldas sino con objetos, cortina de puerta para van Dogen, mosquitera para Matisse. Siempre un juego con la representación de la realidad; mis preferidos son los cuadros en los cuales no oculta sino que deforma, perturba nuestra visión, un film de plástico arrugado para un Metsu, láminas de metal que difractan los motivos para un Elinga cuyas sombras nos confunden (arriba, realizado con una joven que sufre de desordenes psiquiátricos), o, más misterioso, con un espejo que refleja el cielo y hace desaparecer la tierra para un Ruysdael. La ilusión, el juego de óptica, la prestidigitación en la cual la imagen ya no es real sino una construcción del mundo, me recuerdan los « ciels rapportés » en las composiciones fotográficas de Le Gray que tenía que superponer dos negativos, uno celeste y el otro marino, para obtener una imagen de calidad, hermosa pero falsa. Presentan las fotografías de los cuadros de Laurence Aëgerter con los cuadros que muestran/disimulan, o en su lugar si no los tienen (es algo como Icons of Light de Silvio Wolf).


Laurence Aëgerter, Schutzmäntel (Bacante acostada de Clésinger), 2020, tapiz en Jacquard, hilos mixtos, f. Pierre Antoine.


Siguiendo con su empresa de infiltración y de deconstrucción, la artista envuelve en un manto protector, el Schutzmäntel de la Virgen de la Misericordia, adornado con motivos que simbolizan la protección, la fuerza y la esperanza, unas estatuas que representan a personas vulnerables: dos esculturas un poquito sensibleras (una escena de duelo de Barrias y una niña llorando de Bartholomé), y, menos convencional, una Bacante acostada, mas erótica que vulnerable (Théophile Gautier veía «un puro delirio orgiaco»), la Presidente Sabatier esculpida por Clesinger, tan impúdica como en Orsay, desfalleciendo al pie de las Dormilonas de Courbet, su velo despertando el deseo. Al lado, una litofanía de porcelana deja ver, en función de la exposición al sol, a una niña dormida. En ese juego con el sol vemos también aquí quince de sus Catedrales, que con felicidad descubrí en Arles


Laurence Aëgerter, Atardeceres en el Sena en Lavacourt, 2020, tapiz jacquard en hilos mixtos con mohair y lurex, 260x165cm.


En la sala en donde exhiben las Catedrales, en un soporte central, por un lado un cuadro brumoso de Monet, Atardecer en el Sena en Lavacourt, efecto de invierno (como un correspondencia con el retrato mortuorio de su esposa), y por el otro, su reencarnación en tapiz por Laurence Aëgerter, en el cual el sol se multiplica en rebote (sin ir hasta la huella contínua de los reflejos de la luna en el agua de Munch) y los hilos de mohair y de lurex le dan a los colores una singularidad sensual. Hay otros tapices en la exposición de inspiración neocolonial sobre las cuatro partes el mundo, y otros acuáticos y fosforescentes en una rotonda. El recorrido de una infiltrada en medio del museo, de una clandestina que prepara choques y desvíos, interviene como revelador de las colecciones e incita a mirar las obras de otra manera, una mirada rebelde que se sale de los caminos; juega con la ilusión y la realidad, con el mimetismo y el fantasma. 


Laurence Aëgerter, -Aquí mejor que enfrente-, Arles, Actes Sud, 2020.


Un libro acompaña la exposición no un catálogo, es más bien una monografía. Ici mieux qu'en face, bajo la dirección de la comisaria de la exposición Fannie Escoulen, edición Actes Sud, 256 páginas, 150 ilustraciones, testo trilingüe francés/inglés/ neerlandés. Presentan veintidós series cada una con un texto corto y algunas imágenes de plena página. Están, más o menos artificialmente, agrupadas en tres conjuntos, cada uno presentado por un autor: Taco Hidde Baker sobre la otra cara de los lugares, las obras que invierten nuestra mirada sobre la imagen y el choque entre espacio real y espacio pictórico; Susana Gállego Cuesta, sobre la reparación de las existencias, la parte del trabajo de Laurence Aëgerter que se preocupa por el cuidado de los demás y de la interacción entre personas discapacitadas o desfavorecidas; Léa Bismuth sobre la elasticidad del tiempo y los juegos con la memoria y la eliminación. Encontramos, claro, las series presentes en la exposición y también otros elementos subyacentes que se ven mejor en el libro, por ejemplo el apego por los diccionarios, los catálogos y las enciclopedias, cierta obsesión clasificadora, pasión por la materialidad de los objetos, inteligencia en la ocupación del espacio (Opening Soon, KP 23, Leviathan), sensibilidad a la ausencia y al duelo (Elasticity of presence), y fascinación por las imágenes latentes, evanescentes (32 TFS Double Life). La introducción de Fanni Escoulen hace una muy interesante síntesis de esas estrategias de replanteamiento, de vuelco y de evasión. Libro recibido en servicio de prensa. 

Todas las obras © Laurence Aëgerter.

 


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