vendredi 6 décembre 2019

Mi primer museo



02 de diciembre de 2019, por Lunettes Rouges





Alicia Penalba, Selva negra nº2, 1959, bronce

Al entrar al museo se veía ante todo un esqueleto enorme de elefante. En los otros pisos había armas blancas y sobre todo de fuego, ciclas, cintas (algunas eran del taller de mi abuelo pasamanero, orgullo infantil), cerámicas, y había, especialmente, al lado derecho del museo, la reconstitución de una galería de mina de carbón, que nos encantaba al tiempo que nos aterrorizaba un poco (nos contaban la historia del pariente gobernador -como decimos por aquí- que murió en su fondo, a finales del siglo anterior). Y en ese extraño museo había cuadros, grabados, esculturas (algunas en el parque); y a medida que yo iba saliendo de la infancia, que mi mirada se agudizaba con la adolescencia, veía que los cuadruchos de los pintores locales iban siendo reemplazados progresivamente por otras obras, que yo no entendía fácilmente, por falta de explicaciones, pero en las cuales percibía la intensidad, la innovación, la presencia diferente de todo lo que conocía. Fue allí que vi mi primer Picasso, mi primer Freundlich (abajo), mi primer Calder y tantos otros; fue allí mismo en donde descubrí, cosa poco común entonces, que una mujer podía ser artista, ¡ imagínense ! (arriba una escultura de Alicia Penalba escogida y donada por la artista en 1959 poco antes de la exposición « Cent sculpteurs de Daumier à nos jours » -Cien esculturas de Daumier hasta nuestros días-).

Maurice Allemand foto Hartung

Maurice Allemand (1906-1979) fue el director del Museo de Arte y de Industria de Saint-Etienne de 1947 à 1967. Hizo el museo de provincia más contemporáneo de Francia (al igual que el de Grenoble). No lo conocí verdaderamente ( iba con uno de sus hijos compañero de clase a su apartamento laberinto del que guardo un recuerdo maravillado por la profusión de libros y de algunas obras en las paredes, no como en mi casa), era un hombre abierto y firme. En aquella ciudad de provincia un poco apagada (que se encendía pero en otro campo, Jean Dasté), él iba a contra corriente: la burguesía local que, con algunos artistas locales bastante provinciales, componían el comité que decidía sobre las adquisiciones del Museo, era muy reacia a la modernidad, el alcalde, que no se oponía, no era muy entusiasta (según lo que sé), y Allemand tenía que componer con todas esas obligaciones. En 1957 le escribió al crítico Raymond Cogniat: «Me acusaron de corromper la juventud. Me parece un cargo bastante divertido y ello no me impide seguir bien». En cambio podía decidir solo sobre la aceptación de las donaciones (sus cartas a los artistas son elocuentes), y dejaba que el artista escogiera la obra que quería donar pues le parecía que así el proceso era más auténtico. Creaba vínculos y se esforzaba por convencer a los artistas o a sus viudas (hasta hacía invitar a la esposa de Jean Pougny, gran admiradora del fútbol, a los partidos de los Verdes). Su correspondencia con Arp (al final será una donación, pero el Museo pagó la fundición de En Songe -Ensueño-, primera escultura de Arp en una colección pública francesa), con Raoul Hausmann («Madame Höch no prestará mis obras si se lo pido yo; yo le escribo una carta en alemán, usted la firma, así será mejor»), con Calder y tantos otros es apasionante. 

Jean Arp, Ensueño, 1937, bronce pulido, 36 x 17,5 x 22 cm. Foto C. Chauvet

Con poquísimos medios y muchas obligaciones, pero con tenacidad e inteligencia, supo construir una colección extraordinaria y montar exposiciones que hicieron historia. Era una mente abierta y curiosa, apasionado por la abstracción pero sin limitarse, sin atenerse a la Escuela de Paris ni a la pintura francesa y sin el chovinismo anti alemán de muchos de sus colegas; siempre quería explorar, descubrir, mostrar y explicar también (la dimensión pedagógica del Museo era extraordinaria e indispensable en una ciudad obrera que carecía de los códigos culturales de la metrópolis). En 1949 le escribió a Picasso: «los elementos menos «cultos» del público, aquellos que miran con ojos nuevos y sin deformación por la enseñanza de las viejas estéticas, son también los más aptos para probar y disfrutar las nuevas formas de arte»

Otto Freundlich, Composición, 1930, óleo sobre lienzo, 116x89cm. Foto : C. Cauvet

En general las exposiciones sobre la historia de las exposiciones son de verdad instructivas pero casi siempre aburridas. La que organiza Cécile Bargues en el Museo de Arte Moderno de Saint-Étienne es apasionante puesto que cuenta una historia y lo hace muy bien. La historia es una serie de premiers: primera exposición de arte africano en 1956 en un museo generalista (con una conferencia de Tristan Tzara), primer Calder en un museo francés (1955), primer Freundlich en un museo francés (1957, aquí abajo), después de haber sido presentado en su exposición sobre el arte abstracto, primera gran exposición sobre el arte abstracto, precisamente en 1957 (después de Grenoble con la galería Maeght en 1949). Otra primera europea, en 1966, es una exposición sobre los collages, un proyecto enorme con 366 obras, presentado por primera vez en un museo francés, Raoul Hausmann, Kasimir Malevitch, Hannah Höch, Robert Rauschenberg (galardonado entonces en Venecia), y tuvo la audacia de incluir a Gaston Chaissac (aquí abajo); hecho único, esta exposición provincial fue presentada en Paris, en el Museo de Artes Decorativos. Allemand es nombrado por el Ministerio en Paris en 1967 y reemplazado por Bernard Ceysson, un nativo de la ciudad, que continúa y amplifica su trabajo. Su único fracaso fue que no pudo hacer venir a Francia la exposición de Marcel Duchamp que montó Arturo Schwarz, hubo que esperar hasta 1977 y el Centro Pompidou para poder descubrir al fin a Duchamp en Francia.  

Gaston Chaissac, totem, 1964, madera policromada

Esta exposición (hasta el 3 de enero de 2021) presenta 200 obras, cuya mayoría pertenece a las colecciones del Museo y que fueron adquiridas en la época de Allemand, muchos archivos y una entrevista filmada por su hija Claude. Mi entusiasmo es realmente personal, pero todo visitante quedará impresionado por esta exposición (y este hombre). Concluiré listando a varios nativos de la ciudad que Allemand probablemente no conoció pero a quienes su Museo también influenció: Orlan, Philippe Favier, Jean-Michel Othoniel, Valérie Jouve, y también Jean-Luc Monterosso, Maurice Fréchuret, Georges Didi-Huberman (Allemand conocía a su padre, pintor; precisamente, su último libro explora su relación con su ciudad natal, recuerda sus visitas al Museo y cuando descubrió su primera biblioteca de arte, la de Allemand, p.157-158). ¿Será casualidad?


En bastardilla y en negrita, correcciones de unos pequeños errores en mi primer escrito; le agradezco a Cécile Bargues que los haya señalado.


Obras de la colección del MAMC+. Fotos 1 & 5 del autor; fotos 2 à 4 cortesía del Museo.

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