mercredi 10 avril 2019

Lusolocuras

07 de abril de 2019, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Danielo Gonçalves, #298, 2018, Artpen sobre papel, 100x70cm

Es probable que me repita, pero me parece que cada vez salgo de una exposición de arte marginal diciéndome que si algunas obras son la prueba de un talento artístico evidente, otras no están allí sino por la personalidad atípica del autor, sólo tienen un interés clínico o como curiosidad, y no atraerían si el autor no estuviera clasificado como marginal, outsider o esquizofrénico. Es  entonces, de nuevo, el caso de la exposición Lusofolia que presenta la Fundación Arpad Szenes Vieira da Silva (hasta el 12 de mayo), algunas obras de la colección Treger – Saint Sylvestre (que se conserva en el centro de arte Oliva, cerca de Oporto), todas creadas por luso hablantes de Portugal, Brasil (y uno o algunos angoleños anónimos: ¿arte marginal y colonización?). Excepto unas muñecas de arte naíf (Ti Guilhermina), unos azulejos (Ana Carrondo), y un óleo sobre lienzo (Rui Lorenço), se trata de trabajos sobre papel, dibujos, acuarelas y guaches. Me contentaré con explorar tres temas que me parece, han emergido entre los más interesantes de los 18 participantes. 

Raimundo Camilo, ST, SD, en ambas caras, marcador y bolígrafo sobre papel, 10.1×20.4cm

Primero, la obsesión geométrica, la que consiste en cubrir todo el espacio de la hoja, de manera ordenada y rigurosa: el enemigo es el vacío. Es una manera bastante frecuente de trabajar en el arte marginal, una forma de relación con el mundo probablemente ligada con ciertas patologías, y de ello resultan construcciones fuera de lo común, como esta (arriba) del portugués Daniel Gonçalves (1977) (y también) que parece querer olvidar el caos de su propia vida dentro de esta poesía gráfica bien ordenada. El brasileño José Teofilo Resende (nacido en 1919) proyecta un enfoque bastante similar en sus dibujos arquitecturales. Otros juegan con formatos pequeños que cubren también con rayas como «billetes de banco» del brasileño Raimundo Camilo (1935-2015), que regalaba a sus enfermeros y a los otros internos, no como obras de arte sino como demostraciones de aprecio (arriba). Cabe señalar los dibujos con bolígrafo del más conocido de los artistas aquí presentes, el portugués Jaime Fernandes (1900-1969), hasta tal punto que es el único artista citado en el ensayo del catálogo. 

Marilena Pelosi, ST, 2005, lápices negro y color y marcador sobre papel, 40×28.2cm

Otra obsesión, la sensualidad y la sexualidad, otro tema frecuente. Aquí sobresale la brasileña Marilena Pelosi (1957), que reside en Francia (representada por Christian Berst), que viene del vudú y se vincula con el espiritismo: en sus composiciones hay una exuberancia pagana y colorida, y un erotismo precioso y violento. Vemos transes, diablerías, torturas, pero también vínculos, flujos de fluido entre los personajes, símbolos de fertilidad y de fecundación. Al dibujar en una especie de transe extático, compone fuera de todo marco estético predefinido, dejando libre curso a sus fantasmas e impulsiones. 

Carlos Victor Martins (C.V.M.), ST, SD, lápiz sobre papel, 29.5×41.5cm

En fin, varios de esos artistas dibujan multitudes, innumerables personajes pequeños que se agitan en todos los sentidos, vehículos, aparatos sofisticados e inciertos que ocupan toda la página. Es el caso del portugués Serafim (1983) et C.V.M. (Carlos Victor Martins (1972), el primero con síndrome de asperger y el segundo esquizofrénico. Son dibujos con una calidad vibratoria asombrosa, y son ellos quizás los que por su forma más que por el tema, tienden hacia la marginalidad de sus autores. 


Maria Helena Vieira da Silva, Ville forte, 1960, oleo sobre lienzo, 162 x 146 cm, FASVS

La otra exposición de la Fundación (hasta el 23 de junio) el artista (hombre) Pedro Cabrita Reis seleccionó a sesenta mujeres artistas portuguesas (una obra cada una), sin otro argumento, temática, discurso, o criterio que su género. Entonces no es verdaderamente una exposición sino una compilación de grandes artistas históricas (Ana Hatherly, Helena Almeida, Ana Vieira, Josefa de Obidos (1630-1684), Lourdes Castro, Maria Helena Vieira da Silva –i la honoramos !), otras contemporáneas importantes (Ana Perez-Quiroga, Ana Vidigal, Fernanda Fragateiro, Filipa César, Leonor Antunes, Salette Tavares, Paula Rego, Susanne Themlitz) y naturalmente en la entrada la indispensable Joana Vasconcelos. Pero en esa lista la artista comisaria de 63 años, seleccionó a muy pocas artistas jóvenes, tres solamente han nacido después de 1980, Raquel Feliciano, Salomé Lamas et Sara Bichao: insuficiente, me parece (hubiera podido hacerle algunas sugerencias complementarias). Es lo que se llamaba en los medios aristocráticos del suroeste «una gran colada»: de vez en cuando, cumplir con sus obligaciones (invitar al castillo una vez al año a todos los inevitables) sabiendo con anticipación que será aburridísimo. Bueno, ya se hizo, ahora pasemos a lo importante...

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