8 de agosto de 2023, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Maya Deren, At Land, 1944, fotograma de la película blanco y negro, silencieux de 14 minutes, |
«Desconocemos a la mayoría de las mujeres de los surrealistas. ¿Quién ha oido hablar de Jacqueline Brauner o de Simone Breton? » escribe Xavière Gauthier en su libro excelente Surrealismo y Sexualidad (Gallimard 1971), después de citar a Dorothea Tanning (quien dice haber entendido demasiado tarde «que su existencia como pintora sufriría inevitablemente por ser la esposa de Max Ernst.» Las únicas mujeres que la militante feminista Gauthier reconoce como artistas verdaderas son Toyen y Leonor Fini, que obtiene la portada de la primera edición y otras dos de las veinte reproducciones en el texto (más que Magritte, Miro o Delvaux). ¿Una exposición en el inesperado Museo de Montmartre (hasta el 10 de septiembre) buscará verdaderamente demostrar lo contrario? Ella tuvo sin embargo la prudencia extrema de ponerle a su título los puntos de interrogación : ¿Surrealismo a lo femenino?
Joyce Mansour, Objeto malo, 1975-80, esfera de clavos, 20x20x20 cm, col. Mansour |
En efecto, las 45 artistas presentes (confieso que antes de entrar en la exposición solamente conocía una tercera parte) tienen posiciones diversas. A algunas, las más conocidas, casi siempre las califican de surrealistas: Dora Maar, Lee Miller, Meret Oppenheim, Toyen, Valentina Hugo, la poetisa egipcia Joyce Mansour (aquí arriba, a propósito, podemos lamentar la calidad de la exposición sobre las surrealistas egipcias que sin embargo son tan importantes). Otras solamente fueron esposas, amantes o compañeras. Algunas pasaron más o menos rápido por el surrealismo para afirmarse en otras corrientes (Judith Reigl) y a veces negaron con vehemencia tener algo que ver con ese movimiento (Leonora Carrington, Leonor Fini). Y la cineasta Maya Deren aunque haya filmado a Duchamp siempre rechazó cualquier filiación con los surrealistas quienes la menospreciaron comparándola con Cocteau; su película extraña (arriba), llena de vuelcos, la muestra arrastrándose sobre la playa y luego sobre una mesa como un anuncio del Festín de Meret Oppenheim 15 años más tarde. Otras que siguen siendo desconocidas son descubrimientos interesantes (y es más bien de ellas que quiero hablar aquí). Al igual que la exposición mediocre sobre las mujeres y la abstracción en Arles, ello no hace un grupo o movimiento sino que se alinea más bien en la reescritura feminista de la historia del arte (ver en el catálogo el ensayo más bien militante de Fabrice Flahutez), aunque las dos comisarias niegan sin demasiada convicción, querer «tomar prestadas problemáticas feministas contemporáneas sobre la relatividad del género que aquellas habrían anunciado» (pág.15). Hay que citar entonces a Dorothea Tanning (pág.16): «Las mujeres artistas: una cosa -o persona- que no existe. Es tan contradictorio como «hombre artista» o «elefante artista». […] el lugar de la mujer en el surrealismo no es diferente de su lugar en la sociedad burguesa en general.»
Grace Pailthorpe, Dream of Giving Birth to an Egg, 2 de octubre de 1937, óleo sobre lienzo, 40,5×50,8cm, col. part. |
Se trata más bien de una convergencia de individualidades más o menos distantes en relación con el eje central (y de Breton, con frecuencia). La anglo-estadounidense Grace Pailthorpe, psicóloga y adepta de la terapia a través del arte fue marginada en el movimiento a causa de ello: sus sueños eran demasiado clínicos, no lo bastante desfasados, como por ejemplo, este parto de un huevo.
Mimi Parent, Maîtresse, 1995, montaje pelo y cuero 47,5×34,5x6cm, col. Mona Vibescu |
Mimi Parent que goza de una reseña específica en el catálogo (pág. 142-145), es una surrealista tardía (pos 1959), pero que fue cercana a Breton. Algunos de sus objetos más o menos eróticos tienen una carga tan fuerte como la de Meret Oppenheim : esta Maîtresse en varios sentidos, es un buen ejemplo pos-surrealista dada la fecha.
Jane Graverol, La consragración de la primavera, 1960, óleo sobre lienzo, 46x30cm, col. RAW |
Una de las revelaciones es verdaderamente la que adorna el afiche y la portada del catálogo aunque fue considerada como subalterna por los papas del surrealismo belga. Jane Graverol pasa; influenciada por Magritte, de un clasicismo puro a un surrealismo erótico y desenfrenado (pero siempre muy bien dibujado y pintado, bastante liso), en el cual el tiempo está suspendido y el acto es ambiguo.
Maria Martins, El Guerrero, después de 1947, bronce, mármol negro, 14×13.5cm, Museo de Bellas artes de Rouen |
El catálogo es a la imagen de la exposición, un poquito desordenado. Después de una muy buena presentación por parte de los dos comisarios, tenemos tres enfoques bastante parciales sobre Gran Bretaña, Bélgica y Escandinavia, un ensayo bastante mediocre sobre las fotografías y algunas reseñas individuales cortas. Hay que contestar no a la pregunta del título: hubo mujeres surrealistas pero no hubo surrealismo femenino. Y si como lo dicen los comisarios «el surrealismo les dio a las mujeres un marco de expresión y creatividad», no es, me parece, «sin equivalente en los movimientos de la vanguardia»: podemos pensar que en ese ámbito el constructivismo ( y en especial las vanguardistas soviéticas) les dejó un espacio más amplio. Arriba la brasileña Maria Martins amante modelo de Duchamp), un pequeño guerrero bien masculino.
Bellas obras, poco conocidas y exresión de arte surrealista!!
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