mercredi 6 septembre 2023

Una novela melancólica : Reducción del barniz, de Paul Saint Bris

 


6 de agosto de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Esta primera novela de Paul Saint Bris (recibida en servicio de prensa) se puede leer, claro, como una novela, casi como un libro de suspenso, casi como un documental y mucho como sátira. ¿Habrá que reducir el barniz de la Gioconda? Tenemos acceso a sabias y útiles explicaciones sobre la restauración de cuadros, a un poco de historia del arte (pero aprendemos más sobre Andrea del Sarto que sobre Leonardo da Vinci), y ante todo a una descripción cínica y muy realista, no solamente de la dirección del Louvre sino del pequeño mundo mezquino de los conservadores y funcionarios de la cultura: es bastante divertido. Se burla incluso de McKinsey y de Macron. La intriga se desarrolla y es más o menos verosímil, con unos personajes bastantes extraños, como Homero, empleado de la limpieza, bailarín frustrado y enamorado de la Gioconda (que contribuye a un final totalmente irrealista, pero no importa). El libro está bastante bien escrito e incluso la única escena de sexo (págs.284-287) es más inspirante que su promedio («él recorre sus óvalos y sus longitudes»).

 

Pero todo ello no sería interesante sino a medias sin la personalidad de Aurélien, el director del departamento de pinturas del Louvre. No tanto por su temple frente a la feroz presidente, totalmente «start-up nation», o frente al restaurador maquiavélico, sino por su incompatibilidad total con el mundo de hoy, con la avalancha de imágenes, con la incultura, en especial religiosa (nada que ver con la fé: sou ateo y me choca que mis nietos no sepan quien es Juan-Bautista), con la desaparición proyectada del libro de papel, con la proyección de una mirada contemporánea sobre las obras antiguas («una sucesión de violaciones y de persecuciones de las minorías, de opresión patriarcal, de perspectiva masculina» pág.100), y hasta con la desestabilización de los sentidos causada por la falta de sujetador (pág.143). 


Aurélien «había entrado al Louvre para protegerse, para ponerse a salvo de un mundo cambiante» (pág.61), «no se sentía feliz sino en el silencio del museo y la compañía benevolente de las obras» (pág.97). Se ve como si fuera un vestigio. No tengo un mínimo de su cultura ni de sus competencias y sí que hice cosas activas en mi vida anterior. Pero la lectura de este libro me hace sentirme como él, con cierta nostalgia de un pasado cumplido (sesentones, etc.), es para mí la calidad primera de este libro. 


«Llega un momento — y llega bastante rápido — en el que usted no sabe quien es el grupo que anuncian en letras rojas en la fachada del Olympia. Nunca había oido hablar de él y no le importa para nada. Llega un momento en el que el rostro de la numen de Chanel en las vallas no le provoca ningún estímulo cerebral aparte de la admiración distraída por la simetría de sus rasgos. No la reconoce. Hay un vacío. Llega un momento en el que cantidades de palabras y expresiones se le escapan. Llega un momento en el que las nuevas generaciones de jóvenes parecen disfrazadas en las calles. Usted los mira divertido, como algo exótico, entretenido y lejano. Llega ese momento en el que se da cuenta de que se extrajo del ruido del mundo. Que vive en la comodidad de una realidad paralela, su realidad propia, fija, moldeada según sus gustos y deseos, pero hermética a los impulsos de la sociedad.» (pág.76)




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