dimanche 12 avril 2015

Borracheras y orgías de todo tipo

25 de marzo 2015, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí) 


Bartolomeo Manfredi, Baco y un bebedor, hacia 1621 1622, 132x96cm, Roma, P. Barberini



El Petit Palais se transformó en templo del vicio con la venida a París de la exposición sobre el hampa del barroco (hasta el 24 de mayo), primero la mostraron en Roma. Sin duda alguna, podrá usted conservar su virtud e ir a ver los lienzos sólo 'científica' y mojigatamente. Pero es mucho más divertido que corra a verlos como voyeur apasionado pues las escenas de vicio le entretendrán y la alegría de descubrir los bajos fondos le entusiasmará. Yo no sé si la escenografía teatral, que evoca más los terciopelos de un burdel de opereta que la dignidad de las golas de un museo, le ayuden.




Pseudo Salini, Baco Joven, hacia 1610 1620, 97x130.5cm, Francfort, Städel



Primero beber, beber hasta la embriaguez : desde el primer grabado, desde el primer dibujo (de Pierre Brebiette), sátiro, ninfa y Sileno tan borrachos que unos Amores orinan y defecan sobre ellos sin que reaccionen. Y a partir de ahí el vino fluye a borbotones, Baco reina y echa a perder incluso el espíritu de los más serios conservadores (o a sensatas conservadoras, si le creo a Harry Bellet) quien, confundido(a)s por la blanda sensualidad del cuerpo del dios joven en el suelo, pintado por el pseudo Salini, califican de "naturaleza muerta" los racimos de uvas bien vivos todavía en el pámpano. Sin duda el Caravaggio no vino de Roma, y todo el mundo lo lamenta, pero uno se consuela con la ambigüedad del juego entre Baco y el bebedor del cuadro de Manfredi (arriba) dos cuerpos frente a frente con una ligera torsión, el uno casi desnudo, el otro en jubón, en comunión con el milagro de la transformación instantánea de la uva en vino. No hay bebedores austeros, melancólicos o solitarios, sólo fiestas comunes.




Bartolomeo Manfredi, Reunión de bebedores, hacia 1619 1620, 130x190cm, col. part.



Celebrar, en grupo, entre amigos, y con el decorado, pero más bien entre hombres : en los lienzos sólo vemos de vez en cuando a una prostituta mostrando los agasajos de los pintores bohemios, Bentvueghels o juerguistas, y, en un grabado de Matthys Pool, la desnudez de un joven cuya espalda sirve de mesa a los invitados (pero de manera menos encantadora que aquí) y el culo de candelabro, es más subido de tono que erótico. Hay francachela y se toca música, con más juicio, por lo menos en apariencia, ya sea en una melancólica o truculenta taberna, o a menudo la dos a la vez.



Pieter van Laer, Autorretrato con escena de magia, hacia 1638 1639, 80x114,9cm, NYC col. Leiden



Angelo Caroselli, Escena de brujería 
(La aprendiz de bruja), 
hacia 1615 1620, coll. part., detalle



Jugar a los dados, hacerse decir la buenaventura, o probar los encantos de las brujas y de la brujería, e incluso meterse con la alquimia y la magia, cosas todas prohibidas, naturalmente. Mientras que la Santa Inquisición quema por todas partes, La Aprendiz de Bruja de Caroselli se horroriza ante la escena de infanticidio de sus colegas en aquelarre a la luz de la luna en segundo plano (al lado), y Pieter Boddingh van Laer se representa como mago trabajando ante su mesa llena de pociones extrañas, semillas misteriosas, un cráneo puchero y libros secretos (en uno, un corazón apuñalado), pero que de repente se estremece bajo la amenaza de las garras del demonio que surge a la derecha : posiblemente una alegoría tanto de la creación pictórica como de las angustias de la melancolía.




Simon Vouet (atrib.), Gitana y su hijo, hacia 1615, 111x91cm, Milan, col. Koelliker



Hacen menos gracia menos los hombres orinando en las ruinas de Roma mancillada o las escenas de salteadores, más triviales. Hay algunos retratos hermosos de personajes marginales que completan el cuadro, como esta madre gitana cargando a su hijo, atribuida a Simon Vouet, pintada de manera muy realista y que nos hubiera gustado ver en frente, en la desastrosa exposición sobre Los Gitanos, pues es digna y bella, sin ninguno de los atributos erráticos que tan a menudo se le atribuyen a su pueblo; ni seductora, ni ladrona, y con su hijo en brazos como una Virgen en majestad.




Jusepe de Ribera, Mendigo, hacia 1612, 110x78cm, Roma, Galería Borghese



Muy digno también el extraordinario mendigo de Ribera, un Sócrates harapiento que tiende el sombrero, el pintor lo ennoblece al concederle fuerza, una prestancia rara vez otorgada entonces a esos seres inferiores. Su calvicie, sus arrugas, su nariz, hacen de él un ser de carne y hueso, nuestro hermano humano, tanto como la gitana. Puede que le encontremos algo de rudeza ibérica. Lejos de borracheras y de fiestas, es indudablemente el cuadro más potente de la exposición.




Simon Vouet, Joven con higos, hacia 1615, 77.5x62.5cm, Caen, Museo de BA



Pero bueno, no hemos hablado para nada de sexo : ¿ eran castos esos artistas ?
¡ Por supuesto que no ! Además de las jóvenes excitantes que proponen sus encantos a lo largo de los cuadros - pero sin mostrar mucha desvergüenza -, aquí el sexo femenino está representado, digamos de manera literal. Todo buen diccionario de italiano le dirá lo que es la fica, y aquí la representan con esa fruta, y también con el gesto. En este cuadro de Vouet, las dos manos están a la obra : es un travesti el que nos presenta con su aire obsceno sus dos higos colgando (y ¿ porqué dos ? ¿ sería una alusión transgénero ?) mientras que su mano derecha no nos permite ignorar a lo que se refiere. Todo eso parece bien escabroso y escandaloso, ¿ cierto ?




Giovanni Lanfranco, Joven desnudo con gato (Vénus masculino), hacia 1620 1622, 113x160cm, col. part.



Y para terminar con brillo (e ir directamente al Infierno, si se escapa de la hoguera), he aquí el/la magnífico Venus masculino (a) de Lanfranco que nos ofrece su cuerpo desnudo, de espalda, y que nos lanza una mirada lujuriosa y descarada. Hemos visto tantas Venus presentadas así que está claro que los códigos del género están muy presentes y muy bien representados : sabanas arrugadas, torsión del cuerpo, mirada elocuente, animalito (pero aquí es un gato y no un perro). Todo ello no le deja espacio a ninguna ambigüedad y notaremos que el lienzo le perteneció a dos grandes enamorados del cuerpo femenino, Cristina de Suecia y luego el Regente.


Para terminar, catálogo excelente que abre otras pistas (sabía usted ¿ cómo murió Ferrante Pallavicino ?).

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