lundi 10 février 2025

Zurbarán y san Francisco de Asís en Lyon


7 de febrero de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Vista de la exposición de los tres San Francisco de Zurbarán (de izquierda a derecha: Boston, Barcelona y Lyon)


La exposición que presenta el Museo de Bellas Artes de Lyon (hasta el 2 de marzo) no es una exposición monográfica de Zurbarán sino una variación en torno al San Francisco de Asís de sus colecciones y que presentan con dos de sus semejantes, casi contemporáneos; el del Museo nacional de arte de Cataluña en Barcelona y el del Museo de Bellas artes de Boston. El acercamiento de los 3 lienzos en la misma sala es bastante impresionante, las diferencias entre ellos son mínimas y son más un tema de erudición que de estética. Se trata de San Francisco muerto pero con semblante de vivo, tal y como lo habría descubierto el papa Nicolás V, 223 años después de su muerte, en una cripta de la basílica de Asís; lo reconoció por el estigma en el pie. Ya no se trata del San Francisco de Giotto, amante de las flores y de los pájaros, totalmente ausente de esta exposición, aunque hubiera facilitado una puesta en perspectiva interesante, sino de un asceta penitente, sombrío y trágico, una estética tridentina, como dice Louis Réau. Una citación de Huysmans en la pared lo explica estupendamente: «El rostro parecía modelado, tallado en la ceniza, y la boca entreabierta y lívida bajo unos ojos en éxtasis, blancos como si estuvieran rendidos. Uno se pregunta cómo aquel cadáver que solo se mantenía en los huesos, podía tenerse de pie, y el pavor surgía al imaginar las exorbitantes maceraciones, las horribles penitencias que habían extenuado aquel cuerpo y labrado los rasgos dolorosos y encantados de aquella cara. Esta pintura provenía evidentemente de la dura y terrible mística de San Juan de la Cruz, era arte de torturador, el delirium tremens de la éxtasis divina en este mundo: sí, pero ¡qué énfasis de adoración, qué grito de amor asfixiado por la angustia que brota de este lienzo!» La historia del descubrimiento del lienzo lionés por el arquitecto Jean-Antoine Morand en el convento de las Colinettes en la Croix-Rousse es entretenida: las monjas, atemorizadas por ese cuadro lo habían relegado en un altillo y el perro de Morand que acompañaba a su dueño se puso a ladrar con desespero al ver el cuadro. 


Zurbarán, San Francisco rezando, 1659, Museo del Prado, Madrid, detalle

Zurbarán, San Francisco meditando, 1635-39, National Gallery, Londres, detalle



Esta pequeña historia es reveladora de la segunda mitad de la exposición: bastantes anécdotas, incisos, obras menores en torno a san Francisco o Nicolás V, con una disposición desordenada y oscura, y entre las cuales la atención se disipa. Pero también hay, por suerte, algunas obras magistrales de Zurbarán y de su taller, por ejemplo un hermoso Velo de la Verónica al igual que el trampantojo de un cordero eucarístico inmaculado con un vellosino muy realista (parecido a éste), y un San Francisco contemplando un cráneo, es una composición equilibrada entre el pedestal del traje y la elevación de la capucha. Dentro de la cantidad de San Francisco que pintó Zurbarán (unos cincuenta) es fascinante interesarse por las telas del hábito de sayal del santo: hay efectos complejos de volumen y luz, pliegues profundos, costuras y remendados. Dos ejemplos aquí arriba. 


Éric Poitevin, S.T., 2021, seis ejemplares, 20x110cm, Museo de Bellas Artes de Lyon.


La segunda mitad de la exposición trata de la posteridad de este cuadro, primero las diferentes copias del siglo XIX y principios del XX, sin gran interés, pero luego hay una sección abundante sobre arte contemporáneo en donde no se encuentra nada espléndido. Algunas obras modernas y contemporáneas que presentan son de calidad mediocre pero tienen, en efecto, cierta cercanía con los San Francisco de Zurbarán, un gran número de ellas están allí únicamente porque representan a un hombre con capucha en la cabeza. Quieren atraer al mayor número y así tenemos al Sâr Peladan de Alexandre Séon, al martirizado de Abu Ghraib de Andres Serrano, al inevitable Xavier Veilhan o al encapuchado con mariposa de Owen Kydd, sin hablar de los trajes de Madame Grey o de Balenciaga. Extraña en particular la joven desnuda bajo la bata de pintar que toma la pose de San Francisco meditando y que lleva en las manos un cráneo de plástico, de Eve Malherbe (frente a esta supuesta evocación bastante torpe de la pobreza y precariedad de la artista, pensé en el autorretrato en San Antonio de Aurélia de Souza, primera pintora que se representa de hombre, la primera que se atrevió a franquear la barrera de los géneros). De esta selección un poco ridícula se destacan, por suerte, algunas obras más pertinentes, en especial la de Pierre Buraglio, y sobre todo esta serie de fotografías del mismo tamaño del cuadro, de Éric Poitevin, que utiliza el blanco y negro, los degradados y los contrastes entre un negro oscuro y una blancura extrema. 


Una exposición decepcionante acompañada de un catálogo hermoso y muy bien documentado que lleva reseñas muy completas de las obras incluyendo las obras menores, los ensayos son interesantísimos en especial los de Maria Cruz de Carlos Varona y Javier Portús Pérez. Se pueden ahorrar los 12€ del libro de Florence Delay «de la Academia francesa», Haute couture -Alta costura-, sobre los hábitos de unas veinte santas de Zurbarán, es una serie de descripciones y de chismes sin interés. Todas las fotos son del autor.




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