23 de mayo de 2014,
por Lunettes Rouges
Zurbarán, telas y naturalezas muertas
(Artículo original en francés aquí)
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Zurbaran, Tazas y vasos, hacia 1633, 46x84cm
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Sobre la gran exposición cronológica de los cuadros de Francisco Zurbarán en Bozar (Bruselas, hasta el 25 de mayo), no tengo la mínima intención (ni la capacidad) de hacerles una revisión completa, pues no tengo ganas de parafrasear el catálogo y más bien vean el excelente blog (en francés, Bon sens et Deraison) que no conocía y que en cinco instalaciones les hará descubrir mejor, el pintor, su obra y la exposición. Me contentaré con dos temas, sin duda menores ante la historia, pero que en cuanto a pintura se refiere me parecen interesantes.
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Zurbarán , San Francisco en la tumba, hacia 1635
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El primero tiene que ver con la tela : recuerdo que hace cinco años, la pintora de drapeados Alison Watts mencionaba entre sus fuentes de inspiración el San Francisco de la National Gallery (cuya compra en1853 hizo bastante ruido en la Inglaterra victoriana) y es él quien nos recibe, una vez que hayamos pasado el primer trayecto impuesto, al fondo, derecho frente a nosotros. Su traje, un hábito marrón nos atrae irresistiblemente puesto que prácticamente ocupa todo el lienzo : el rostro del santo medio disimulado por el capirote de enorme pico, su cabeza agachada hacia el suelo, sus manos teniendo el cráneo de meditación fúnebre y sus pies desnudos son los únicos elementos que sobresalen en ese fondo oscuro. La mitad izquierda es de un negro tinta. Sólo vemos esta escultura oscura, sencilla y humilde, un tela plisada moldeada por la luz.
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Zurbarán, El Venerable Jerónimo Miguel Carmelo, 1630-1632 - Zurbarán, Hermano Jerónimo Pérez, hacia 1632
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Es todavía más impactante, cuando desde la entrada vemos esta figura oscura acompañada a lado y lado, por dos monjes blancos : a la izquierda el venerable Jerónimo Miguel Carmelo (procedente de la iglesia Santa Bárbara de Madrid), la cabeza inclinada hacia la izquierda, los ojos elevados al cielo mirando a una Virgen arriba a la derecha. El libro sostiene su hábito blanco que cae al suelo en cascada con cantidad de aberturas en las que juega la luz. El de la derecha es el hermano Jerónimo Pérez (procedente de la Academia San Fernando, Madrid) : más frontal, apenas volteado hacia su derecha, nos mira directamente y los pliegues de la tela de su manga izquierda son también una escultura digna de un mármol de la antigüedad. Se crea un eco entre esos tres lienzos, el marrón y el blanco, el ermita y los monjes, el juego de miradas (hacia el suelo, hacia el cielo y hacia nosotros), y sobretodo la fascinación que uno siente ante esas telas, su textura, sus pliegues, su arrugado, sus volúmenes, sus cavidades, crean, me parece, uno de los momentos fuertes de la exposición, en medio de tantas obras más convencionales.
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Zurbaran, Inmaculada Concepción, 1661
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Les responde, unas salas después, el extraño cuadro de la Inmaculada Concepción de Lagon, en donde, de nuevo, más allá de la proyección de la imagen religiosa (cerca de dos siglos antes de la proclamación del dogma), solamente vemos ese velo abombado por el viento, que le hace contrapeso al cuerpo en oblicua de la Virgen de cara infantil : esos volúmenes tumultuosos, extraños, casi orgánicos, parecen tener, según nuestra mirada moderna y post-froidiana, una vida propia, así que el cordón enrollado en si mismo y flotando al viento.
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Zurbarán, taza de agua y rosa en bandeja de plata, hacia 1630, 21.2x30.1cm
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La otra fascinación en esta exposición fue la pureza de algunas pequeñas naturalezas muertas, y en particular esta delicada tacita (que vemos idéntica en otro de sus cuadros); que se trate de un bosquejo o de un cuadro la elegante sencillez sorprende en la obra de este pintor que a menudo es menos sobrio. Al igual la naturaleza muerta, arriba (procedente del Prado), juego de luz y de volúmenes con tazas y jarras, es ante todo un ejercicio de pintura pura que puede evocar a Morandi.
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Craigie Horsfield, The Archiconfraternity of Santa Monica , Piazza Sant’Antonino, Sorrento, April 2010, Tapisserie, 400 x 1300 cm
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Antes de entrar en la exposición, en el hall del museo, queda uno paralizado ante el largo friso de penitentes blancos de la Venerable Archiconfraternidad de Santa Monica de Sorrento. (Hasta el 25 de mayo). Es igual, ni caras, ni cuerpos, sólo vemos los hábitos blancos y los capirotes. Hermosa foto se dice uno antes de acercarse y darse cuenta de que trata de una tapiseria de Craigie Horsfield, como un abreboca antes de ver las obras de Zurbarán.
En otra parte del Bozar, hasta el 25 de mayo, el laberinto de celosías de Cristina Iglesias (mucho mejor que su fuente) y, hasta el 3 de agosto, los cuadros de Michaël Borremans (que nada me inspiraron) y una exposición sobre el arte contemporáneo griego en época de crisis.
Craigie Horsfield es representado por ADAGP, la reproducción de su obra saldrá del blog al cabo de un mes.
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