20 de febrero de 2024, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Bertille Bak, Abus de souffle, 2024, video, captura de pantalla |
Obviamente se pueden pronunciar discursos indignados vehementes sobre el abandono de las casas de mineros, sobre la especulación colonial o la marginalización de los gitanos, pero en lugar de gritar, el talento de Bertille Back (Jeu de Paume hasta el 12 de mayo) consiste más bien en hacernos sonreír: con frecuencia, su humor mordaz pero mitigado con ternura y humanidad nos conmueve. Ya escribía yo hace unos diez años, a propósito de su trabajo, entre ficción y etnografía, «sumaba un cuidado especial con las personas y las situaciones, un humor sensible, discreto y delicado y la preocupación subyacente de búsqueda formal siempre presente.» Bertille Bak altera las normas predeterminadas al tiempo que construye confianza y complicidad con los objetos de su estudio.
Bertille Bak, Las Complacientes, 2014, marqueterías de pelo, marcos de metal, cada uno 17.5×22.5x5cm, serie de 35 piezas únicas. |
Aquí todo va distorsionado: disecciona los soportes para que se vean unas entrañas que contienen cajas de emboladores bolivianos o pantallas rojas que disimulan imágenes pornográficas sacadas de las cabinas de unos marineros (la artista se hizo contratar en un Seamen’s Club para hacerse amiga de los marineros) y que muestra apenas un segundo; los títulos de las obras son juegos de palabras, cambios de sentido (la exposición «flash» de fotos porno disimuladas se llama La Marea expuesta por sus solteros, incluso; el ballet de adolescentes que trabajan en las minas se llama Mineur Mineur -en francés minero y menor se escriben igual-; y Abuso de fuelle habla de fuelles para chimenea y aspiradores); y algunos de los objetos presentados ya son distorsiones, como por ejemplo las marqueterías hechas con pelo de marinero y que representan banderas de conveniencia (Las Complacientes, claro, aquí arriba).
Bertille Bak, Boussa from the Netherlands 3, 2017, video, captura de pantalla |
También distorsiona la acción y crea un absurdo cómico, a la manera de Maldoror o de Dada: un equipo de hombres aspira el aire en una playa (arriba), las jóvenes marroquíes que salen de la planta de pelar camarones, cantan La Internacional en neerlandés, disfrazadas de sirenas y con bandera tricolor terciada; y los emboladores (emboladoras) de La Paz desfilan al compás montados en latas de conserva (aquí abajo).
Bertille Bak, La Brigadia, 2018-2024, video, captura de pantalla |
También hay luchadores con traje tradicional de las altas montañas andinas, y –posiblemente la escena más trágica puesto que la más actual, la más emblemática de nuestro mundo podrido – un cursillo de entrenamiento deportivo para pasar la frontera ilegalmente y en el que se aprende a caminar entre campos sembrados vestido del mismo color (abajo) o a contorsionarse para esconderse debajo del capó de un camión: las actrices son inmigrantes que están pidiendo asilo en Francia y que han sufrido la precariedad y el exilio; filmado en el horrible Campo de Gurs, embrujado por la memoria de los republicanos españoles de 1939, y la de otros internos (entre ellos Hannah Arendt y Charlotte Salomon, en calidad de alemanas, o sea enemigas, en mayo de 1940).
Bertille Bak, Figuras impuestas, 2015, video, captura de pantalla |
¿Habrá que reír o llorar? ¿Reír para no llorar? Bertille Bak se registra en la tradición de los humoristas de las catástrofes, y el Campo de Gurs nos hace pensar inevitablemente en el genocidio en curso en Gaza, y pensamos en uno de los mejores ejemplos actuales de humor ácido, el «stand-up» Bassem Youssef. Como él, ella lo hace con arte y discreción, con empatía y mirada crítica, con una gracia que disimula la violencia subyacente: así podemos mover montañas, quizás.
Fotos 3 et 5 cortesía del Jeu de Paume
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