29 de octubre de 2023, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Enero de 2023 : bajan los distintivos que llevan el nombre Berardo. F. Nuno Ferreira Santos |
Bueno, me voy a dar con regla en los dedos, ya no hay que decir Berardo, hay que decir Museo de Arte Contemporáneo (del) Centro Cultural de Belém, o MAC/CCB: un nombre sin originalidad (ya existen unos veinte MAC en el mundo si contar los MAK y los MCA) y no es fácil de pronunciar, ni de memorizar (los otros se llaman MACRO, MACBA, MAC VAL o simplemente MAC Niteroi, etc.), con una sigla entre Gmail y una estación de metro. Joe Berardo es un hombre de negocios y coleccionista portugués que podemos comparar, por su insolencia, con un Bernard Tapie, que hubiera triunfado en los negocios y por la marginalidad social con un François Pinault que no hubiera querido integrarse en la «buena sociedad». Constituyó una colección impresionante de arte moderno y contemporáneo y le dio fama mundial al nombre «Museo Berardo», una fama que le tomará tiempo alcanzar al MAC/CCB (es como X remplazando a Twitter). Pero después de los enredos financieros (tres noches en la carcel) con los bancos quebrados que el estado portugués recuperó pues le debe casi mil millones de euros al fisco portugués, y que además, le confiscó 920 obras de su colección (estoy simplificando el culebrón para mis lectores que no son portugueses, claro). El proceso judicial no ha terminado pero el nuevo museo acaba de abrir y presenta 355 obras de la colección Berardo con 35 obras de dos otras colecciones, una de un banquero estafador que también confiscaron y otra constituida directamente por el estado (y 113 dibujos depositados que pertenecen a una colección privada en una exposición particular). Ello permite además acercamientos bastante interesantes, por ejemplo entre obras de Josef Kosuth y de Vito Acconci. El problema es que la víspera de la inauguración se supo que Berardo acababa de comprar, a través de un mecanismo jurídico complejo que no voy a detallar aquí, 214 obras de su propia colección que el estado no podrá confiscar y de las cuales unas 60 están expuestas en la exposición inaugural. Vayan rápido a verlas antes de que las descuelguen y de que las muestren en un nuevo Museo Berardo...
Bueno, hablemos de arte: el MAC/CCB ex Berardo presenta también una exposición de Berlinde de Bruyckere (hasta el 10 de marzo); estoy viendo que este blog no tenía sino tres meses cuando escribí sobre ella por primera vez. Esta vez no hay ni caballos ni mujeres muertas pero sigue habiendo un perfume de muerte y de sexo. En una serie de cinco salas bastante altas nos reciben primero dos Arcángeles. Extraños pues sin alas y solamente emergen los pies: ¿soy el único que ve una evocación de Abu Ghraib? ¿serán arcángeles que están torturando y matando? ¿(así como los ángeles de Lot en Sodoma, amenazados de violación)? ¿Ecos del tratamiento occidental para los resistentes árabes (volvemos a la actualidad...)? Detrás de ellos un cuadro inmenso colgado en la pared hecho de entrañas, huesos y piel, que crean a la vez deseo y repulsión.
Berlinde de Bruyckere, Palindroom, 2019; cera, hierro, cuero plomo, textil, resina epoxi. Foto del autor |
La siguiente sala se organiza alrededor de una escultura grande sobre una base en la cual creemos ver primero un lingam doble sobre un caballo con arcos. Se trata de recordar lo que los criadores de sementales llaman el maniquí de extracción, un artificio para engañar: una yegua falsa con vagina artificial caliente y lubricada en la que el caballo eyacula. Su dualidad hace que la artista lo haya llamado Palíndromo: no un macho penetrante sino una hembra penetrada. En la pared, collares de atelaje con formas de vulva marcadas con deyecciones diversas (el título significa «con una delicada piel»). Si como dice la artista esta exposición es una de sus exposiciones más marcadas por la sexualidad, aquí la vemos animal y ante todo deceptiva y engañosa.
Berlinde de Bruyckere, Infinitum II, 2017/19 (detalle); cira, vidrio, hierro, madera, textil, resina epoxi; col. Rigo Saitta. Foto del autor. |
En la oscuridad vemos un hermoso Cranach, Salomé con la cabeza de Juan el Bautista (nuevamente y siempre sexo y muerte) frente a algo que parece ser una serie de falos enormes fosilizados protegidos por campanas de vidrio polvoriento. El Cranach lo prestó el MNAA en donde a cambio Bruyckere expone una de sus obras, un ángel caído, en la sala de los Zurbarán.
Berlinde de Bruyckere, Penthesilea II, 2014/15; cira, aluminio, hierro, resina epoxi. Foto del autor |
Tenemos después tres Pentesilea, según la reina de las amazonas que Aquiles mató (se enamora de ella al verla morir), tres pieles ensangrentadas de un desollado como Marsias, suspendidas sobre escudos cóncavos: de nuevo un encuentro entre sexo y muerte, combinaciones de labios grandes excitados y de epidermis sangrienta, una revancha de la reina muerta cuyo sexo quizás siga vivo, (en cambio, la referencia a mi querida Madonna del Parto me parece totalmente inconveniente).
Berlinde de Bruyckere, Aletheia (on-vergeten), 2019 ; cira, madera, hierro, sal, resian epoxi; col. Fondation Sandretto Re Rebaudengo. Foto Myriam Devriendt |
En resumen, acumulaciones de pieles sobre paletas, cubiertas de sal, a través de las cuales uno recorre un suelo también nevoso. Aletheia, desocultamiento, dice la artista o no olvido. Un paso de la piel muerta al cuero materia prima, sin duda, pero esta acumulación macabra evoca una fosa común, un genocidio (¿es la actualidad que se impone de nuevo?) Si se trata de la relación con el otro, como anunciado, se trata de una relación tóxica y violenta. Eros le cede el paso a Tánatos.
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