5 de octubre de 2015, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Kubra Khademi, Armor, performance en Kaboul con armadura de hierro galvanizado de 76x36x36cm, abandono al cabo de 8 minutes más o menos, 2015, cat. nº 2. |
En principio Kubra Khademi tiene todo para gustar: artista afgana de 34 años de origen hazara perseguida en su país desde antes de los talibanes, refugiada en Francia y activa en cuanto al apoyo a las mujeres afganas. Tuvo que huir de Afganistán en 2015 (en la época de la ocupación norteamericana del país) después del escándalo de su performance Armor: caminó por las calles de Kaboul durante ocho minutos en lugar de los diez previstos, vestida con una suerte de armadura artesanal que mostraba los senos, el vientre y las nalgas, recibiendo insultos y pullas. Una provocación insoportable en aquel país ultra conservador: la amenazaron de muerte y tuvo que huir. En el catálogo Kubra Khademi. Political Bodies de su exposición (no la vi) en el museo Kaiserslautern en 2022 (160 páginas, 86 ilustraciones de plena página en color, trilingüe AL-IN-FR, redactado en femenino «genérico», Hirmer Publishers), Philippe Dagen (que entonces presentan como «autora») le dedica un ensayo a sus performances con el título « Performances et Combat ».
Kubra Khademi, Front Line, cuadríptico, de la serie From the Two Page Book, 2020, aguada y hoja de oro sobre papel cuatro partes, cada una 250.5×150.5cm, cat. nº 1. |
Un combate en efecto. Su arte está basado en la politización del cuerpo femenino en los combates contra la misoginia y la opresión en Afganistán como en Occidente. Lo esencial del libro está consagrado a sus aguadas, todas hechas más o menos de la misma manera: cuerpos femeninos desnudos, contornos sin muchos detalles, pintados de color ocre claro, sin efectos de luz ni de volumen. Cuerpos adolescentes: la mujer de más edad, su madre, se distingue por las trenzas y el rostro de rasgos más marcados pero con el mismo cuerpo que su hija, eternamente joven. La impresión se refuerza por la extraña ausencia de vellosidad en el pubis o las axilas, como para las occidentales, un regreso a los neoclásicos anteriores a Courbet, o, en Asia, una resonancia de la censura japonesa. El efecto pre-púber nos hace pensar en Henry Dager por la planitud de las figuras, pero, al contrario de las obsesiones de un viejo, se trata de la glorificación del cuerpo femenino en todo su esplendor ordinario: mujeres orinando, defecando (arriba), mestruando, masturbándose solas o entre dos, azotándose, copulando con un asno, pariendo animales de diferentes colores, separando las aguas del Mar Rojo como Moisés, devoradas en el vientre de la ballena de Jonás, cargando un cordero como Jesús o en los brazos de una Virgen de la piedad.
Kubra Khademi, Equipaje de ruta #1, de la serie From the Two Page Book, 2020, aguada y pintura dorada sobre papel, 100x57cm, col. Lettre Internationale Berlin. |
Fuera de este penis cortado exhibido como un trofeo, solamente un hombre está presente en este universo exclusivamente femenino, el artista estadounidense Daniel Pettrow con quien Khademi realizó una serie de montajes fotográficos y viñetas «Let us believe in the beginning of the hot season» (según la poetisa iraní Forough Farrokhzad) y una aguada grande Rokhsati (¿el permiso?), en las cuales los dos se ven desnudos y enlazados, ocurrencia heterosexual rara en este trabajo.
Portada del libro avec Sin Título #21, 2020, de la serie Ordinary Women, cat. nº 28. |
En el catálogo (recibido en servicio de prensa), la comisaria de la exposición Hanna G. Diedrichs gennant Thormann, analiza con inteligencia y sensibilidad el arte de Kubra Khademi, su feminismo militante y su compromiso, mientras que Salima Hashili, excelente, la resitúa en contexto afgano. A un lector tal y como soy (mi último viaje en Afganistán data de unos 50 años) le queda un interrogante sobre la distancia entre la simplicidad ingenua y casi infantil de su pintura y la complejidad y pertinencia de los temas que enfoca. Ninguno de los autores (perdón, ninguna de las autoras) plantea la tensión entre el fondo y la forma, y sin duda, no es un interrogante compartido con la mayoría de los que miran. Me quedé algo perturbado. Es una lástima que la forma no esté al nivel del fondo.
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