lundi 18 juillet 2022

Arles 6 : los libros

 


12 de julio de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Portada de Katalog de Barbara Iweins


Esta reseña está dedicada a los libros / catálogos sobre o en torno a las exposiciones en Arlés; salvo el de Frida Orupabo, todos fueron recibidos en servicio de prensa (y les agradezco). Lo interesante es que algunos de ellos aportan una dimensión suplementaria a la exposición, conducen a una nueva perspectiva y hasta pueden hacer revisar el criterio inicial. Empecemos por una de las exposiciones que más me conmovió, Katalog de Barbara Iweins (delpire, 368 páginas): la exposición divierte, el libro preocupa y cuestiona. Ante la acumulación sistemática, percibimos, mejor que en la exposición, angustia y fragilidad, necesidad de referencias y de estabilidad, para las cuales esta obra obsesiva ha servido de terapia: «puesto que poseo todos estos objetos, existo y el mundo existe»; y curiosamente (o no), el valor monetario es omnipresente. Es divertido encontrar un libro raro que también tenemos y que nos gusta (Strapless) y que, extrañamente, es vecino en la mesa de noche con el vibrador que no sirvió sino una vez pues se le perdió el cargador; conmueve la exhibición de la intimidad que comparte sin falsa modestia. Podríamos hablar de la escala de las fotos, todos los objetos, o casi, los ha reproducido del mismo tamaño. Además el libro va salpicado de 46 textos pequeños fechados, la mitad de sus 40 (tiene 47 años), solamente dos de sus 20, y un bonito texto del futuro, sobre la picardía que tendrá a los 80. Lo único que critico (pero seguramente hubiera sido quizás otro libro) es que faltan puntos de vista complementarios, de un historiador del arte o de un psicoanalista por ejemplo. 


Páginas 126/127 del catálogo 160 años de fotografías a través de las colecciones de la Cruz Roja y del Creciente Rojo 


No escribí a porpósito de la exposición sobre la Cruz Roja, una exposición documental y hagiográfica, que es cierto, cuestiona el peso de la fotografía y su veracidad pero cuando glorifica la neutralidad de la institución, evacua el contexto con demasiada frecuencia. Tomo como ejemplo esta imagen del catálogo (Textuel, 240 páginas) aquí arriba, en la que vemos al noble delegado de la Cruz Roja rodeado de alambres de púas y con una leyenda única y vertical en el libro, «Un delegado del CICR en la puerta de una sección del campo de Ansar, Líbano, 1983»: ¿Cuál es el contexto? ¿Quién construyó ese campo? ¿Quiénes son los prisioneros? ¿Quién los detiene allí? ¿Quién los tortura? No hay información alguna: la Cruz Roja es neutra, no toma partido. Se tiene entonces que cuestionar ese discurso, averiguar para saber que ese campo fue creado el 14 de julio de 1982 por el ejército israelí de ocupación, cuando invadieron el sur del Líbano y que miles de libaneses y de palestinos estuvieron presos en ese lugar y algunos fueron torturados. Ni una palabra tampoco sobre la visita del delegado Maurice Rossel, de la Cruz Roja, el 23 de junio de 1944 a Terezín, «la ciudad que Hitler les había dado a los judíos» (el mismo Rossel visita Auschwitz el 27 de septiembre de 1944 y no vio ninguna prueba de asesinato masivo). Para cuestionar la seudo neutralidad me invitaron a presentar el trabajo de Ariella Aïsha Azoulay, a quien el CICR le prohibió que publicara con otras leyendas que las del CICR, las fotografías que demostraban su implicación en la Nakba: las leyendas llevan un discurso engañoso, califican la depuración étnica de «repatriación». Azoulay encontró una salida dibujando las escenas representadas en esas fotografías y explicando el contexto, que no se encuentra en las leyendas del CICR. 


Portada del catálogo de Frida Orupabo


Evoqué la exposición de Frida Orupabo en Arlés; retomo lo que escribí sobre su libro en febrero pasado. «Frida Orupabo es una fotógrafa noruega de padre nigeriano, cuya reciente exposición tuvo lugar en el Kunsthall de Trondheim en 2021 (una nueva exposición acaba de abrir en Winterthur). Vimos sus collages en el último Paris Photo (principalmente en esta galería), fragmentos grandes de cuerpos negros, la mayoría femeninos, ensamblados con remaches, compuestos de seres híbridos e inquietantes que nos miran frontalmente, fijamente, y crean un efecto hipnótico ante el cual nadie puede quedar indiferente. Formados a partir de su archivo de imágenes de africanos y de esclavos americanos y de fotos sacadas de las redes sociales, son imágenes que proyectan violencia y cólera, resistencia y dignidad y que impresionan. Esas imágenes sacadas de sus contextos originales y ensambladas así cuentan contra historias e interrogan la manera en que los miramos. Orupabo nos habla de su raza, por supuesto, de familia, de género, sexualidad e identidad pero también se trata aquí de composición, de collage y de estructuración de la imagen (ver también). Además de la reproducción de unas 70 obras y 28 páginas de imágenes de sus archivos, el catálogo (Sternberg, 150 páginas, en inglés) tiene tres ensayos sobre su uso del archivo (Stefanie Hessler), sus «fantasmas» (Lola Olufemi) y su cuenta Instagram (Legacy Russell). Esperamos una exposición en Francia...» Y mi deseo final fue concedido. 


Portada del catálogo de Romain Urhausen


Fui bastante crítico con la exposición de Romain Urhausen: la instalación indiscriminada de sus fotografías al lado de las de Doisneau o de Cartier-Bresson, jueguito estúpido de adivinanza o similitud, no le favorecía. De regreso a casa estoy feliz de leer su catálogo (delpire, 112 páginas) y de revisar mi criterio. Originario de Luxemburgo, entre Francia y Alemania, Urhausen navega también entre la fotografía humanista a la francesa y la Subjektive Fotografie d’Otto Steinert; pero su fotografía humanista privilegia sus juegos de oscuro, de contraluz, de borroso, incluso la desaparición de personajes en movimiento, sin embargo su fotografía experimental incluye huellas de una realidad subjetiva, ya sean chorros de acero o desnudos evanescentes. Para reflejar esta dualidad, el libro está organizado en dos cuadernos separados por una presentación de Paul de Felice y un ensayo sobre la escuela Steinert por Carolin Förster (en francés y en inglés). El catálogo está mucho mejor hecho que la exposición que sin embargo siento no poder ver de nuevo...


Portada del catálogo de Songs of the Sky, Photography & the Cloud


También fui expeditivo con la confusa exposición sobre las nubes; pero el catálogo de la exposición similar en Berlín (Spector, 304 páginas, en alemán y en inglés) me parece igual de confuso y es una pena. Además de las reproducciones de las obras de la exposición, encontramos aforismos impresos en hojas traslúcidas que se siguen, lo que crea una superposición ilegible (hay que intercalar una hoja blanca para poder leer). El ensayo de la comisaria Kathrin Schönegg explica la problemática de la exposición (me parece débil), los seis textos cortos del «Journal», que salen en todas las direcciones, no hacen sino añadirle confusión mental al lector. Pero puede que yo no sea lo bastante inteligente para esta exposición...


Portada del catálogo de Songs of the Sky, Photography & the Cloud


Pasé demasiado rápido por la exposición de Katrien de Blauwer,me arrepiento ahora que descubro su libro, Las fotos que ella no le muestra a nadie (Textuel, 144 páginas, en francés e inglés). Se trata de collages, montajes y recortes, especialmente de cuerpos de mujeres fotografiados por hombres, publicidades, imágenes glamur o voyeristas. Al recomponerlas, Katrien de Blauwer les da otra identidad, otra feminidad; y para ella no son palabras vanas: educada como si fuera un chico, se tuvo que volar adolescente pues no quería ser «transgénero» y quería poder afirmarse como mujer. Hay fotos de mujeres cortadas en dos y recompuestas en una composición desfasada, son las más cercanas al surrealismo; hay ensamblajes con dos o tres fotos que se responden y se abrazan, hay porciones de cuerpos femeninos que perdieron su contexto reemplazado por un fondo liso de color; hay realces con pintura, rojo, violeta, amarillo haï (durante el confinamiento) y azul braghettone que disimula las nalgas y los sexos. Existe una manipulación, una respiración, una deconstrucción, que vuelven borroso el deseo: intimidad desvanecida.                  


Portada del catálogo Una vanguardia feminista


El gran catálogo (delpire, 472 páginas) de la colección Verbund está hecho a la imagen de la exposición: profusión de imágenes de calidad desigual, mensaje fuerte y necesario que hubiera podido expresarse de manera más corta y menos simplista, con una selección de artistas más rigurosa. Podemos decir lo mismo del texto de introducción de la curadora Gabriele Schor: treinta páginas densas llenas de ideas indispensables e importantes pero que hubieran podido expresarse de manera más concisa. 


Portada del catálogo El Atlas en movimiento de Mathieu Pernot


En cuanto a la exposición de Mathieu Pernot en el MUCEM (parte del Grand Arles Express), no pude verla y tengo que contentarme con el catálogo (textuel, 352 páginas, en francés e inglés). De un artista por el que me intereso y aprecio desde hace tiempo (2007), y sobre quien he escrito bastante, me encanta ver lo que podríamos calificar de cantidad, una reunión de sus trabajos sobre los migrantes desde el Medio Oriente hasta Calais. Volvemos a ver imágenes conocidas y descubrimos otras (astronomía, cartografía, botánica). Con frecuencia Pernot le da la palabra a un migrante que dibuja, traza un mapa, escribe un relato, fotografía o filma él mismo, y el artista se convierte en facilitador, testigo, organizador de un proceso multiforme. Hay tres bonitos textos: una entrevista que nos explica el artista por Jean-François Chougnet, y dos ensayos que parten ambos de la idea de atlas, por Roland Recht y Patrick Boucheron, o de qué manera el atlas define la alteridad y cómo permite nombrar al otro. 


Ezio d’Agostino, serie True Fait, 2019


Para terminar, algunos ajustes: sobre  Ezio d’Agostino, que no vi en Arlés pero es la misma exposición que en Lille (al final de artículo); sobre Lee Miller cuya exposición se hubiera podido limitar a las fotografías de guerra, bien presentadas en el Jeu de Paume hace 14 años (leer también este bonito artículo biográfico de Claire Guillot); y, sobre Estefanía Peñafiel Loaiza, este libro que hice con ella hace siete años. Queda por escribir un papel sobre el Perizonium.



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