mercredi 18 mars 2020

Lumumba en el arte : ¿hagiografía o distancia?



8 de marzo de 2020, por Lunettes Rouges





Lumumba in the Arts, portada, con un detalle de Sam-Ilus, Los padres de la democracia y de la independencia, 2012

Lumumba in the Arts (Leuven University Press, 2020, 464 páginas, en inglés) es una selección editada por el investigador (y cineasta) Matthias de Groof y 24 colaboradores, sobre el tema de la representación de Patrice Lumumba en diferentes artes. Se compone de dos partes, una historiográfica y una icónica. La primera parte tiene cinco ensayos (p.24-105), que tratan de la historiografía de Lumumba: como no soy muy competente en este ámbito, ni muy conocedor de la historia de Lumumba, ni del Congo/Zaire/RDC, les hablaré sólo brevemente de la historia de Patrice Lumumba. Nació en 1925, en 1954 pasa el examen-encuesta para ser reconocido como «evolucionado», una categoría con la cual algunos pocos congoleños (200 entre 13 millones) eran distinguidos como conformes para el modo de vida de los blancos. Canta entonces alabanzas a Leopoldo II, el gobierno de Bélgica lo invita varias veces, y se convierte en el presidente del Club de los evolucionados de Stanleyville. Fue condenado y encarcelado por malversación para sí de los fondos de los cheques postales; se lanza en la acción política, crea un partido independentista y conoce a Frantz Fanon y a Nkrumah a finales de 1958. Las autoridades coloniales belgas contra las cuales llama a la insurrección (no es guerrilla), empiezan entonces a perseguirlo. En febrero de 1960, Bélgica decide precipitadamente darle la independencia al Congo cinco meses más tarde, el 30 de junio. El partido de Lumumba gana las elecciones y él es nombrado Primer Ministro a los 35 años (el Presidente es Kasa-Vubu) y, el día de la independencia, pronuncia, en presencia del joven rey Baudoin, un discurso anti colonialista vehemente que quedó en las memorias; pero el mismo día, durante la cena (o ¿el almuerzo?) oficial, en presencia del Rey, suavizó su posición e hizo otro discurso más conciliador. Durante sus primeros 80 días como primer ministro condujo una política de descolonización radical, demasiado para el presidente que lo destituye. Mobutu toma el poder, hace detener a Lumumba y lo traslada al Katanga secesionista de Moïse Tschombé. Este último hace ejecutar a Lumumba el 17 de enero de 1961 con la ayuda de oficiales belgas; su cuerpo fue enterrado y desterrado, y sin duda disuelto en ácido sulfúrico. Sin cadáver y sin tumba Lumumba es celebrado como un héroe de la descolonización.

Robert Lebeck, A Congolese snatching the sword away from King Baudouin of Belgium, Leopoldsville, 29 de junio de 1960

La segunda parte del libro, la más grande (282 páginas) trata de la iconografía de Lumumba en sentido amplio; está precedida por una «galería» (p.106-141) de fotos de prensa, caricaturas y cuadros. Esta segunda parte cubre el cine (cinco ensayos, 73 páginas), el teatro, la poesía, los comics, la música, como el rap (el nieto de Lumumba, Tony L., es rapero), el foto periodismo (hay muchas imágenes reproducidas a lo largo de las páginas pero solamente un análisis iconológico de Mark Sealy de una fotografía de prensa de Robert Lebeck que muestra a Lumumba antes de la cena o almuerzo oficial el 30 de junio de 1960; la fotografía aquí arriba del robo de la espada real por Ambroise Boimbo, de Lebeck también, es mostrada en este ensayo pero no es comentada específicamente, aun cuando me parece mucho más interesante, tanto visual como políticamente), las miniaturas, sellos, insignias y colgantes con su efigie (análisis original de Pierre Petit sobre el tema y a menudo descuidado), las caricaturas coloniales (única representación «en contra»), la topografía (es curioso que el autor Robbert Jacobs, no mencione en ningún momento el trabajo de Guy Tillim, totalmente ausente de esta recopilación), y para  terminar, las artes plásticas, casi únicamente la pintura, de lo que les hablaré un poco más. Tenemos entonces una buena recensión, a parte de eso exhaustiva, de la representación de Lumumba como héroe de la lucha anti colonial (salvo las caricaturas coloniales belgas). 

Eddy Masumbuku, Pese al ácido, 2015, óleo sobre lienzo y collage, 100x100cm, col. Roland Lumumba

Sobre la pintura, dos de los artículos se fijan en los cuadros de historia de dos pintores congoleños, Dominique Bwalya Mwando y Tshibumba Kanda Matulu (éste último comenta profusamente 18 de sus lienzos en una entrevista de 1973/74, p.339-360): son cuadros que tienen un interés histórico incuestionable, pero, incluso si se aprecia ese estilo «naïf africano», que aquí no tiene el brillo de un Chéri Samba, podemos dudar de su interés artístico pues su hechura es bastante convencional, solamente representativa y carente de distanciamiento. Igual con el cuadro simbólico de  Sam-Ilus, del cual un detalle, el ángel Lumumba es reproducido en la portada del libro y es comentada detenidamente en la introducción. El libro analiza muy bien la dimensión heroica, martirial, a veces cristica, que se le otorgó a Lumumba después de su asesinato; pero, sabemos desde las beaterías san sulpicianas, el realismo socialista, y las fotografías deportivas propagandísticas, que el arte siempre ha tenido dificultades para acomodarse en estas dimensiones hagiográficas. La única excepción en ese contexto sería el cuadro aquí arriba de Eddy Masumbuku (p.134) que evoca de manera simbólica la disolución del cadáver de Lumumba en ácido, es violento, irreal y roza la abstracción.  

Luc Tuymans, Reconstrucción, 2000, óleo sobre lienzo, 113.5x124cm, col. F.C. Flick

Menos mal que hay dos pintores que salvan la situación (p.361-372): Marlene Dumas y Luc Tuymans dialogan sobre sus obras entorno a Lumumba. Yo había visto en Bruselas (sin poderlas comentar) esta serie de lienzos de Tuymans, hace 9 años, y recuerdo muy bien los retratos del Rey de blanco y de Lumumba de negro (primera vez dice Tuymans, que yo pintaba un no-blanco), y recuerdo mucho la dimensión evocadora de los lienzos, el hecho que Tuymans tomaba distancia con el relato, interpretaba pictóricamente y, en una palabra, hacía obra de artista y no de ilustrador. Impresiona que el lienzo de aquí encima sobre la ejecución presumida de Lumumba (inspirada en una imagen de una película flamenca rodada en Cuba) con un árbol, poste de ejecución en forma de cruz, iluminado por las luces de los carros de los asesinos, se llame Reconstrucción. El pintor, celebra también la dimensión de mártir de Lumumba, lo hace por alusión, por reconstrucción, lo contrario del realismo simbólico de Matulu, por ejemplo. Igual con Chalk que representa dos manos enguantadas de negro con dos trozos de tiza que simbolizan dos dientes de Lumumba, únicos vestigios del cadáver conservados por uno de los ejecutantes, Gérard Soete. Con un pintor realista-naïf, sería un cuadro siniestro y macabro (« a sick image », dice Marlene Dumas); pintado así por Tuymans es excelente. 

Marlene Dumas, the Widow, óleo sobre lienzo, G 150x140cm, D 60x80cm, col. Defares, Eindhoven

Marlene Dumas pintó a Pauline, la tercera esposa de Lumumba (casada a los 14 años y madre de cuatro de sus seis hijos), desconsolada, le cabeza rapada y el pecho descubierto en señal de duelo. Dumas tenía 25 años cuando descubrió la foto de esta escena, en un libro intitulado « Assassinations in our Time ». En 1982 hizo primero un collage incluyendo la fotografía de Pauline Lumumba y dos otras, de  Winnie Mandela y de Betty Shabazz, tres mujeres cuyos maridos fueron asesinados o encarcelados, además de su propio autorretrato sobre el tarugo delante del tríptico vertical. 31 años más tarde, toma de nuevo la imagen de Pauline y la pinta sola, en dos cuadros con encuadre diferente, que se intitulan los dos, genéricamente, La Viuda. La desnudez del duelo, del combate la atraen, máxime siendo un duelo imposible por falta de cuerpo, de tumba y que es perpetuo (« I’ll mourn him forever » hubiera podido ser el título de ese cuadro). 

Sammy Baloji, The site where Patrice Lumumba, Maurice Mpolo and Joseph Okito were executed and first buried, 2010, foto sobre papel baritado, 80x120cm, col. Mu.ZEE Ostende

La ausencia del cuerpo de Lumumba, la falta de sepultura, se siente a lo largo del libro pero no es objeto de un ensayo en particular, el cual hubiera sido muy interesante. Así la película Spectres de Sven Augustijnen apenas si se menciona, a pesar de que es, de todas las películas citadas, la más actual, puesto que en lugar de ser una película histórica, memorial, descubre una historia sin digerir, un pasado que no se ha aceptado y que todavía nos atormenta (una ausencia todavía más sorprendente ya que de Groof le consagró un artículo - en flamenco). Recuerdo haberlo visto en 2011 en Wiels y haber sentido fascinación por la búsqueda absurda del Árbol mismo contra el cual Lumumba fue fusilado y por la revisión crítica del papel de los belgas en la ejecución. Dicho esto, todo un ensayo ha sido dedicado a otra obra de Augustijnen, su bicicleta cargada de objetos de carbón (p.415-423). Ese vacío memorial es también objeto de una fotografía de Sammy Baloji, que muestra el supuesto lugar de la ejecución y del primer entierro, marcado con unos ladrillos amontonados, al lado de los cuales se encuentra un anciano, testigo quizás, indicador o guía. En fin, la conclusión del libro muestra el esfuerzo de memoria que se está haciendo hoy para llenar el vacío: de Groof relata su visita (p.424-431) Shilatembo en donde un memorial Lumumba estaba en construcción y que hoy está abierto, en el lugar del asesinato. Ya no queda nada del árbol de Tuymans o de Augustijnen, sino un proyecto de monumento con el cenotafio fotografiado por Baloji ahora idealizado, y, dice de Groof, una estatua de Lumumba de extrañas proporciones. No es seguro que ese lugar turístico de peregrinaje sea el mejor logrado. En todo caso, la problemática de la ausencia, del vacío, me parece que es la que mejor se prestaría para una búsqueda artística que vaya más allá del argumento histórico hagiográfico. Esa es exactamente la cuestión que toca este libro.

Libro recibido en servicio de prensa

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