(artículo original en francés, aquí)
Mikhael Subotzky, Joseph Dlamini (Eye test), Matsho Tsmombeni squatter camp, 2009 ou 2012 |
Me decepcionó bastante la visita a Foam (Museo de la Fotografía de Ámsterdam) con su banal exposición sobre la comida (únicamente saca la cara Carolee Schneemann con Meat Joy), pero la exposición de fotografías africanas de la colección Walter en Huis Marseille (llamado así por Isaac Forquier) vale la pena (una parte la mostraron en Neu Ulm, con este inmenso catálogo). Nueve sudafricanos sobre 15 artistas parece desproporcionado, pero en efecto, ¿cómo enterarse de la fotografía africana (del sur de Sahel, aquí) sin Pieter Hugo, David Goldblatt -en un hermoso salón rojo intenso-, Santu Mofokeng, Zanele Muholi, Mikhael Subotzky o Guy Tillim ? (Hay algunos menos conocidos, Sabelo Mlangeni, Thabiso Sekgala, y menos convincente, me parece, en el pabellón pequeño al fondo del jardín, Lebohang Kganye). Pero yo les hablaré de otros menos conocidos, después de comenzar sin embargo por esta hermosa fotografía de Subotzky, que se interesa hoy por la visión (incluyendo imágenes de su retina) : la « mirada » ciega entre el paciente y el fotógrafo es elocuente.
Dawit L. Petros, Tra il dire e il fare c’é in mezzo il mare, Lampedusa, 2016 |
Dawit L. Petros es eritreo (vive en América del Norte), un país de donde son originarios tantos migrantes. Sin patetismo, habla de barreras, de fronteras, de pasajes, Lampedusa, Tánger y Cabo Espartel. Insertando una imagen en la imagen, muestra otro lugar, otra época. Lejos de un trivial trabajo periodístico (como tantos ha habido sobre los migrantes), interroga la imagen misma y la hace hablar. La fotografía aquí arriba, tomada en Lampedusa, hace parte del Stranger’s Notebook : se intitula « entre el decir y el hacer, está el mar »; su pureza y sencillez dicen muchísimo más que una enésima foto documental. Bello descubrimiento (que yo sepa, nunca lo han mostrado en Francia)
Mame-Diarra Niang, Sahel Gris, ST 25, 2013 |
Yo ya conocía a Delio Jasse, angoleño que vive entre Lisboa e Italia, y aquí presenta unos cianotipios, imágenes de territorios ocupados y poblados por fantasmas del pasado. Durante la última (mediocre) Bienal de Sao Pablo, me había impresionado la franco senegalesa marfileña Mame-Diarra Niang, y escribía entonces : « un nombre para recordar, inmersión total en la imagen y el sonido, en donde flotan, en negativo, esteroides y cuerpos de la artista bailando en el vacío sideral, con una música lancinante ». Aquí presentan la misma instalación, oscura y onírica al tiempo que otras series de fotografías, imágenes enigmáticas de territorios (Dakar y su periferia, Johannesburgo), espacios casi abstractos en los que ella se proyecta, andanzas memoriales de una nómada sin objetivo, con tonos imperceptibles y melancólicos. También deberían mostrarla en Francia, en donde vive.
Em’kal Eyongakpa, Ketoya speaks, 2016, vista de la instalación |
¿Qué le reprocho a esta excelente exposición? Todas las fotografías (también están la keniana Mimi Cherono Ng’ok y el etiopí Michael Tsegaye) están colgadas sin más, unas detrás de otras, bien enmarcadas y en fila india, sin mucha creatividad en la presentación, más allá de sus cualidades intrínsecas. Salvo las del camerunés Em’kal Eyongakpa, quien, en la última sala, presenta una pared entera de imágenes misteriosas, inspiradas en los ritos y mitos de su región de origen : pasarela entre lo sobrenatural y lo científico, entre historia de revueltas anti coloniales y el presente de márgenes oscuros de la sociedad post colonial. La puesta en escena en la pared refuerza sobre todo la sensación de singularidad inquietante, entre real e ilusión. No lo recuerdo en la precedente (y muy superior) Bienal de San Pablo, y estuvo también en residencia en Kadist.
Lucas van Leyden, Tríptico del Juicio final, detalle 1526-27 |
Y ¿el Nuncio?, ¿están impacientes? Pues bien, nada que ver con la fotografía, y perdonen el desliz : en Ámsterdam, en el Rijksmuseum, podemos ver actualmente el Juicio final de Lucas van Leyden (temporalmente, pues el Museo Lakenhal está cerrado por obras) : la angustia de los que acaban de resucitar, abajo en el centro, la espera del veredicto divino es conmovedora. Pero mi mirada impertinente fue atraída por este ángel a la derecha, que acompaña al Paraíso a un resucitado, con un gesto, como decir, incongruente : ¿será ese angélico gesto el que inspiró a Monseñor Ventura? Silencio sepulcral...
Fotos del autor, excepto la primera.
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