samedi 18 janvier 2025

Algunos libros: le Facteur Cheval, Jean-Marc Rouillan, Ernest Pignon-Ernest


15 de enero de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Las ediciones L’Atelier contemporain de Estrasburgo publica numerosos libros de calidad de los cuales no logro siempre hablar. Éste, sobre el palacio del cartero Cheval, es de un escritor desconocido, Alain Borne (1915-1962). Se trata de una descripción erudita del palacio, pero ante todo es una reflexión sobre la motivación de Ferdinand Cheval, de su obsesión desmedida y onírica: desea «deshacerse de su sueño y volverlo concreto». Borne ve al mismo tiempo una tumba (aunque Cheval no pudo ser enterrado allí y construyó su verdadera tumba en el cementerio de Hauterive) y un monumento al sexo y a la mujer, «es un verdadero incendio sexual, una hoguera de lujuria ciega.» Unas treinta fotos deliciosamente anticuadas y los escritos completos (45 páginas) del Cartero, bastante repetitivos. [Recordemos que en el informe de un alto funcionario del Ministerio de la Cultura en 1964 decía: «Desolador montón de insanidades que se mezclan en un cerebro de bruto». Pero Malraux hizo clasificar el palacio para protegerlo.] Recibido en servicio de prensa. 



Al margen del arte, también Jean-Marc, o más bien, Jann-Marc Rouillan, miembro de Acción Directa condenado a más de 20 años de cárcel, y condenado de nuevo por «apología de la violencia». Laurent Marissal, llamado Painterman, lo entrevista para este Portrait d'un terroriste en amateur d'art -Retrato de un terrorista aficionado al arte-, editora presses du réel, un libro ricamente ilustrado de monocromía roja, con bastantes citaciones, recortes de periódico, collages. Trece «cuadros» sobre los gustos artísticos de Rouillan, su robo del Prestidigitador (que desde que el museo lo recuperó no volvió a mostrar), su museo ideal, sus amigos artistas (entre ellos Dado), el mercado del arte, la noción de vanguardia; y cuando se trata de violencia armada, Rouillan contesta «No tengo derecho a hablar». En 2017 hasta hubo un proyecto de exposición de Painterman con Rouillan como comisario en el espacio de arte Immanence, pero la policía no lo permitió (pág. 9): «los muros obstruyeron los reemplazamos por las páginas. Este libro es la exposición.» Y «el retrato es doblemente escandaloso. Disgustará a los burgueses que verán que el monstruo se adjudica la manía de ellos, horrorizará a los camaradas que verán en el arte la manifestación de un sentido de clase. De un ostracismo a otro.» Es un libro deslumbrante. Recibido en servicio de prensa. 




Revolucionario sin violencia (ver en el capítulo II, de qué manera lo agobia la historia actual), Ernest Pignon-Ernest es el tema de un bonito texto (70 páginas) del historiador del arte Pascal Bonafoux, editora Actes Sud (que también publicó Au feu du désir même, «fantasias» maravillosas con su compadre André Velter), acompañado de 160 reproducciones, ya sean obras de Ernest Pignon-Ernest, u obras que lo hayan inspirado de Luca Giordano a Picasso y de Caravaggio a Toulouse-Lautrec. Es un libro que quiere ser el primero que se dedica a las relaciones de Ernest Pignon-Ernest con la pintura (aunque ya otros autores han tratado el tema y no solamente a propósito de Caravaggio). Es un libro rico en referencias (Camus, Kundera, …) y con numerosas citaciones de Ernest Pignon-Ernest y de aquellos que han escrito sobre él, entre ellos el excelente libro de Gérard Mordillat (pero el autor, que los menciona, no se molestó haciéndonos una bibliografía...). Bonafoux presenta al artista como a un traductor, citador, interprete y no copiador, claro. No deja indiferente que el artista haya elegido el dibujo en lugar de la pintura, y además, la serigrafía, collages efímeros sobre una pared; el más efímero fue, me parece, el retrato de Mahmoud Darwish pegado en el kibboutz que reemplazó Al Birwa, su pueblo natal arrasado durante la Nakba y destruido por los israelíes apenas Pignon-Ernest y su ángel de la guarda diplomático, Philippe Guiguet Bologne, dieron la espalda. Recordemos a ese propósito que ha sido el iniciador de varios proyectos de museos de la resistencia, entre ellos el de Palestina. La descripción se sus obras en las calles de Nápoles, ciudad de muerte y de sexo en donde está echando raíces, muestra bien hasta qué punto una obra depende del lugar, por ejemplo la Virgen muerta caravaggesca detrás del par de viejas vendedoras en un puesto. Es un libro interesante aunque es una pena que el estilo sufra de una erudición algo altiva (¿Quién hubiera reconocido...?). Recibido en servicio de prensa



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