mardi 14 janvier 2025

Fotografía e inteligencia artificial

 

9 de enero de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)



Dibujo de Dilem (Argelia) para Cartooning for Peace, 2024


No hay un solo día sin que los medios y las redes sociales no repercutan quejas y temores sobre el poder de la IA. La IA no tiene ninguna moral y es una amenaza omnipresente: va a rebasar a los humanos, poner a la mitad de la humanidad en el paro, es capaz de disimular intensiones peligrosas, de manipular a los usuarios, de desactivar todo mecanismo para pararla y duplicarse sin control. Los fotógrafos, en especial, protestan contra el saqueo de su trabajo y la desaparición de sus derechos patrimoniales. Pero, a pesar de los temores toda persona la usa diariamente. O ella utiliza a la persona. Como lo subraya Yves Citton durante una entrevista con motivo del lanzamiento reciente de una recopilación de ensayos de Vilém Flusser, la IA es una super cámara oscura de la que solamente percibimos las entradas y las salidas, pero nadie (ni siquiera los programadores) entiende el funcionamiento: «uno se convierte en funcionario de OpenAI en el momento en que utiliza ChatGPT». Demasiados usuarios, y, hablando de lo que nos interesa a nosotros, demasiados artistas, demasiados fotógrafos se someten deliberadamente a los algoritmos de la IA sin cuestionarse. 


Ann Massal, Photo against the machine, 2024, edición en francés y en inglés, JBE Books



Por ejemplo, Ann Massal publicó Photo against the Machine (JBE Books, 20€), en donde dialoga con un algoritmo sobre 25 fotografías de la colección de la MEP: es divertido, es fun, está de moda, con preguntas como por ejemplo, «¿Puedes crear cinco recetas de cocteles originales y coloridos a base de alcoholes italianos, para saborear contemplando la foto Puglia de Franco Fontana?» Y el director de la MEP que hace el prefacio, se extasia ante la pregunta «¿Puedes escribir un rap sobre la obra de Gursky que le ayude a Gagosian a venderle su trabajo a Jay-Z?» Es trendy y chic, y totalmente hueco. La fascinación de unos pelados con un juguete nuevo sin la mínima distancia (otro ejemplo de esa ausencia de sentido crítico es el trabajo de las presentaciones detalladas de Elman Mansimov).


Luciano Rigolini, Apparere, 2024, Atelier EXB


El trabajo de Luciano Rigolini presentado en Apparere (libro recibido en servicio de prensa, bilingüe francés/inglés), es, artísticamente hablando, de mejor calidad, pero también se contenta siendo funcionario de la IA. Intenta ponerle a la IA problemas imposibles de resolver sobre el plano visual, de manera que genera algo imprevisible; quisiera cortocircuitar su lógica para llevarla a su territorio, pero su cuestionamiento no parece haber sido lo suficientemente radical y se quedó en el ámbito predefinido del sistema. Obtiene imágenes muy bonitas, oníricas, pero al cabo de algunas páginas podemos percibir que controla más la máquina que el artista. En vano se intentan identificar unas formas que recuerdan a los ovnis: como dice Élie During en el comentario final: «La abstracción no nace de la ausencia de figuras sino de su indeterminación.» En otra categoría el duo Brodbeck y de Barbuat explora las fallas de la IA, principalmente en el plano visual, pero cuestiona más su eficacia para crear imágenes que la opacidad de su caja negra. 


Lionel Bayol-Thémines, una imagen del proyecto AI Generated, próximo lanzamiento


Algunos artistas, relativamente escasos, en lugar de someterse a la herramienta, la cuestionan, la desmontan y se rebelan contra la caja negra (al igual que los fotógrafos experimentales juguetean contra el aparato - y el apparatus - fotográfico, otra caja negra / cámara oscura, sin embrago menos oscura). Además de Gregory Chatonsky, bastante conocido, y de quien hablaré posteriormente, daré dos ejemplos. Lionel Bayol-Thémines ya había explorado las fallas de Google Earth (libro de artista con un texto de este servidor); en 2025 publicará un libro intitulado AI Generated (another story of experimental photographs with machines) en el que presenta sus experiencias con un sistema de generación de imágenes, experimentos que tenían como objetivo hacer saltar el sistema, llevarlo hasta los extremos para forzarlo a hacer imágenes «aberrantes», es decir, imágenes que se salen de las normas, que producen una información novedosa, inesperada, creativa: «lo accidental, lo improbable, lo imprevisto y lo imprevisible.» ; se trata de poner en imágenes algo que no figura en el programa. Va contra los algoritmos en lugar de someterse a sus reglas. No afronta la IA abiertamente sino que la engaña, la despista, «voltea su uso» (como dice Julie Martin en su ensayo del futuro libro) a través de artimañas, acrobacias, piruetas». Es una lucha desigual, claro, puesto que los programadores de algoritmos corrigen las fallas apenas las detectan. Pero hay que seguir ahora y siempre jugueteando con ella, hay que sublevarse, desviándola: como dice Flusser, es la «única forma de revolución que nos queda abierta todavía.»


Andreas Müller-Pohle, Niépce Recoded, 2024, Equivalence



No es para nada sorprendente que otro fotógrafo que cuestiona la super caja negra que es la IA sea el fotógrafo alemán Andreas Müller-Pohle, que fue amigo y editor de Flusser. Primero «retrabajó» la icónica imagen de Niépce tal como la había «mejorado» a la acuarela su descubridor Helmut GernsheimMüller-Pohle la transformó en código alfanumérico para su proyecto Digital Scores hace ya alrededor de 30 años, pasando así de lo analógico (o mejor, de un analógico retocado) a lo digital; de la imagen visible a una serie de códigos ASCI por lo que obtuvo 4 paneles, cada uno de 8 imágenes. Con el proyecto Niépce Recoded, va más lejos, pasa a otra etapa,  pues le pide al sistema de IA Midjourney que describa cada uno de los paneles (4 descripciones para cada uno), lo que da como resultado, por ejemplo, para la imagen de aquí arriba « seamless pattern of a brown glitter fabric texture, with visible threads and textures. The background is plain white, creating an atmosphere of luxury. » Esta descripción es enviada luego al sistema para que cree imágenes nuevas a partir de ese «prompt», 4 cada vez. Al cabo de ese proceso iterativo, el artista que ha obtenido automáticamente 128 imágenes en total, interviene: selecciona 32 de las «mejores imágenes» según sus criterios: la singularidad, la diversidad equilibrada con la coherencia, la concisión visual y la calidad técnica (recordamos entonces su proyecto Transformance en 1979/82, en el cual dejaba que su cámara tomara fotos al azar y luego hacía una selección: un cuestionamiento deliberado de la ontología fotográfica). Acaba de publicar un trabajo intitulado Niépce Recoded (pdf recibido en servicio de prensa), con un ensayo de Bernd Stiegler (en alemán e inglés). Según dice, al contrario de la digitalización de 1995/98 con la cual se podía seguir y entender el proceso (y eventualmente rehacerlo -difícilmente- en sentido contrario, es decir de lo digital a lo analógico), aquí nos encontramos frente a una caja negra totalmente opaca, no entendemos el algoritmo y no podemos ir a contra corriente hasta la imagen original. Stiegler subraya que esas imágenes pueden ser vistas como equivalentes, del original al retoque de Gernsheim, hasta los paneles digitales y las imágenes Midjourney y, añade, la página de Müller-Pohle se llama Equivalence. Pero a partir de ahora va en sentido único. 


Andreas Müller-Pohle, Niépce Recoded, image 21



En su página Müller-Pohle escribió también un texto manifiesto sobre la IA, en el cual analiza su «amenaza», el impacto negativo sobre la confianza que podemos tener en la realidad de la imagen. Le parece que no debemos llamar fotografías a las imágenes de la IA: «Dos mundos de imágenes se confrontan: por un lado la fotografía con cámara fotográfica y por el otro la generación de imágenes con un computador; aquí la imagen de la luz, allí la imagen de los datos», pues «la imagen artificialmente inteligente es el producto de algoritmos neuronales y de datos tratados estadísticamente. Su relación con el mundo exterior es indirecta, secundaria, derivada.» Llama a que resistamos a la tentación de utilizarla como simple juguete, que no juguemos ingenuamente con ella sino más bien en contra [como vimos más arriba que algunos lo hacen], y que al contrario, desarrollemos «relatos y conceptos dentro de los cuales se escuchen la reflexión y la crítica.»


Foam Magazine, nº 66, 2024



En la primavera tendrá lugar en el Jeu de Paume una gran exposición: veremos qué espacio le deja al juego ingenuo y qué espacio a la reflexión crítica. Hasta ahora, una de las exposiciones más interesantes fue la de FOAM en Ámsterdam; como no la pude ver me compré el número de la revista Missing Mirror (30 euros). Está organizada en 4 secciones: Missing Body, Missing Person, Missing Camera, Missing Viewer, y tiene un enfoque crítico en línea con las reflexiones de aquí arriba. Entre los quince artistas presentados puedo subrayar especialmente a: Clément Lambelet que realiza retratos heteróclitos de personas buscadas por la policía, un «morphing» como hicieron otros artistas (Nancy Burson, por ejemplo), pero en la cual la IA permite una exploración más eficaz y más inquietante; Akosua Viktoria Adu-Sanyah que obtiene de la IA imágenes de su difunto padre y cuya veracidad es evidentemente dudosa, y Alexey Yurenev que intenta una experiencia similar con su tío abuelo desaparecido durante la Gran Guerra patriótica; y el duo Joan Fontcuberta & Pilar Rosado que examinan minuciosamente la producción de imágenes a partir de un archivo fotográfico. Mientras que esperamos lo que nos propondrá el Jeu de Paume...


[12 de enero. Como respuesta a una pregunta, es verdad que no soy experto en IA. Pero en 1970/71 y 1971/72, trabajé como asistente de investigación para el proyecto MAC (Man and Computer) del MIT, en donde, entre otras cosas, descubrí el antepasado de ArpaNet, lenguaje Logo (que más tarde traduje y edité en francés, editora Édiciel) y el reconocimiento de formas por parte de la IA que en ese enton- ces no estaba sino en balbuceos.]



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