lundi 27 janvier 2025

El pionero Cimabue


25 de enero de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Cimabue, La Majestad hacia 1280-85, detalle, Louvre.


La restauración de su Majestad y la adquisición reciente de una pequeña tabla sobre Cristo burlado fueron la ocasión para el Louvre de organizar una bonita exposición-documentada (hasta el 12 de mayo) sobre Cimabue (1240-1302), la cual nos muestra, más que por el número de obras presentadas, hasta qué punto este pintor fue un pionero, el primero que se desprende del hieratismo bizantino y que pinta de manera animada, viva y (relativamente) realista: es una estética más libre, con juegos de luz y sombra, un albor de perspectiva bastante torpe todavía y detalles pintorescos. Aquí arriba un ejemplo de realismo: el niño Jesús de la Majestad sostiene en la mano izquierda un pergamino y vemos la presión de los dedos del niño en el rollo. Antes de Cimabue la influencia bizantina domina la pintura italiana: rasgos fijos, estilizados, hieratismo, ausencia de movimiento. La exposición insiste sobre la libertad más amplia de las iluminaciones de los manuscritos bizantinos pero solamente presenta un ejemplo, un san Marcos escribiendo; pero también vemos en las hagiografías, en torno a una figura central fija, escenas pequeñas más animadas, como ésta de abajo de santa Catalina de Alejandría. También se nota la fuerte influencia árabe, no solamente a través de las ciencias (el cero, la óptica y especialmente Alhacén) sino en las imágenes: falsas escrituras árabes y textiles orientales; unas décadas antes el emperador Federico II hablaba árabe.  


Maestro de Calci, Santa Catalina de Alejandría y ocho episodios de su vida, hacia 1240-50, detalle, Pisa Museo San Matteo.


Cimabue fue desconocido e incomprendido durante mucho tiempo. Sorprende que el primer cuadro que se le atribuyó en el Louvre, en 1802, sea en realidad del taller de Botticelli, dos siglos más tardío, un contrasentido total y evidente al primer vistazo. En cuanto a la Majestad, ésta fue «sacada» de Pisa por Vivant-Denon y Henraux en 1813 (la palabra «robada» molesta aún la sensibilidad de nuestros conservadores), y no fue restituida en 1815: a causa de su tamaño (427×280 cm que la volvió intransportable sin averiarla) o, como lo dice esta exposición, porque los italianos no la quisieron, por menosprecio del estilo (¿?).


Cimabue, La Majestad, hacia 1280-85, detalle, Louvre.


La exposición muestra muy bien el recorrido hacia la Majestad, y también la manera como Duccio (que sabe usar mejor el espacio, la perspectiva y la arquitectura) adelanta rápidamente a Cimabue al igual que Giotto que fue su alumno (en cuya obra los cuerpos son más reales, más «carnales»). Veinte años más tarde a Cimabue le toca el turno de ser arcaico. Y sin embargo es verdaderamente él el pionero, el fundador de la modernidad en pintura. Nos quedan ocurrencias, como por ejemplo la sensualidad de los dedos del ángel que rodea con las manos la columna del trono de la Virgen. El manto azul (pintado con lapislázuli) de la Virgen que atrae enseguida la mirada y ahí mismo la sobreabundancia de oro viene como a equilibrar esa mirada (Soulages compara esa imagen especular a través del oro con sus lienzos negros). 


Cimabue, La Flagelación, hacia 1285-90, pintado sobre madera de álamo, 24.7x20cm, Nueva York, Frick Collection.


La pequeña tabla de Cristo burlado (descubierto en la cocina de una señora mayor en Compiègne y comprado 24 millones de euros) es oscuro y tumultuoso, con un sentido sofisticado del espacio, tiene veinte personajes que acosan a Jesús (aquí abajo). Es una de las tres tablas que quedan de un conjunto de ocho, las dos otras son una pequeña Virgen y el Niño (¿podemos llamar Majestad una obra tan pequeña, como lo hace la reseña de la exposición?) y una hermosa Flagelación, arriba, en la cual Cimabue pinta a un Cristo casi desnudo, de cuerpo modelado, en un movimiento muy dinámico con sus dos martirizadores; también va amarrado a una columna delgada de mármol manchada con sangre. 


Cimabue, Cristo burlado hacia 1285-90, pintado sobre madera de álamo 25.8×20.3cm, Museo del Louvre.


Bueno, es una exposición que explica bien la efervescencia artística durante los últimos veinticinco años del siglo XIII, del cual Cimabue es el mejor representante aunque sea suplantado, en especial, por Giotto. Catálogo erudito y completo (entre otros, dos ensayos sobre las inscripciones seudoárabes, un estudio sobre la ubicación exacta de la Majestad en la iglesia de Pisa, e incluso un análisis comparado de la vellosidad de las axilas de Cristo en diferentes Crucifixiones...) Además, la librería del Louvre vendía a precio bastante reducido la excelente monografía de Luciano Bellosi, una ganga.




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