mercredi 15 février 2023

Marte en vez de Venus (Botticelli)

 


3 de febrero de 2023, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Sandro Botticelli, Marte y Venus, 1475-1485, tempera sobre madera, 69x173cm, Londres, National Gallery


Del cuadro de Sandro Botticelli Marte y Venus de la National Gallery se desprende una  impresión extraña que ha producido muchas controversias, hipótesis e intentos para resolver sus enigmas. Para empezar, comparémoslo con el cuadro de Piero di Cosimo, casi contemporáneo, de Berlín (Venus, Marte y Cupido). La hipótesis más corriente es mitológica: los dos dioses descansan después de haber hecho el amor. En la obra de Cosimo es verosímil: Venus se ve tan desnuda como Marte y lleva un simple velo púdico. Mientras que en el de Botticelli se ve vestida con un traje sofisticado y pesado con un prendedor en el pecho y el cabello cuidadosamente peinado, se ve muy poco la piel y solamente un pie. En los dos casos Marte está dormido pero en el cuadro de Cosimo Venus se ve tranquila mientras que en el de Botticelli se ve disgustada. Tal y como se debe, en la obra de Cosimo vemos a Cupido y a un conejo blanco enorme cuyo sentido es bastante evidente; en la obra de Botticelli ni Cupido ni conejo. Cosimo pone a unos putti encantadores en la parte de atrás y Botticelli a unos faunos y a unos satirillos turbulentos. En la obra de Cosimo es una escena apacible y tranquila con dos tórtolas que se besuquean y un pedazo de armadura también demasiado evidente en el primer plano. La escena de Botticelli es fría pero tumultuosa y agitada: lanza, casco, trombón. ¿Es decir?



Piero di Cosimo, Venus, Marte y Amor, hacia 1490, óleo sobre tabla de álamo, 72x182cm, Berlin, Gemäldegalerie


Es lo que intenta explicar el historiador de arte y filósofo Stéphane Toussaint en su libro Le Songe de Botticelli -El sueño de Botticelli- sin traducir, (Hazan, 2022, 160 páginas, 40 ilustraciones en color más 12 planchas, 9 páginas de bibliografía, recibido en servicio de prensa, y un video). Y lo hace no solamente mirando verdaderamente el cuadro muy detalladamente (cerca de la mitad de las ilustraciones son detalles agrandados) sino que también y en especial, establece un contexto y análisis de textos en relación con Botticelli. Primero, un sueño que cuenta el pintor y en el cual dice su detestación del matrimonio: «Soñé que me había casado y sentí tal dolor durante el sueño que me desperté con tanto miedo de volverlo a soñar que toda la noche deambulé por Florencia como un loco para no correr el riesgo de dormirme de nuevo.» (pág.17) Otro texto importante es un poema de Lorenzo de Médicis sobre Botticelli y su glotonería, que se puede leer en el sentido alimentario o sexual. Stéphane Toussaint conoce bien la lengua popular toscana de la época y nos hace descubrir los sentidos escondidos de tantas expresiones ambiguas. Con pequeñas pinceladas nos pinta una sociedad florentina en la cual la homosexualidad es frecuente y tolerada entre los grandes y sus cortes hasta que la llegada de Savoranola pone orden temporalmente. Una bonita expresión de la época para describir esas costumbres es «enemigo de las uvas y amigo de las manzanas» (pág.18).


Sandro Botticelli, Marte y Venus, detalle


Dentro de esta aclaración histórica y literaria (con la inspiración de Boccace y los pudores de Marsile Ficin, de los cuales Toussaint es un experto reconocido), el autor nos lleva a descifrar los símbolos del cuadro. En la riqueza de argumentos quiero mencionar dos: la espada de Marte cuya guarda vertical desafía el sentido común y que descansa bajo las nalgas del dios, y su cabeza que se aparta de una concha que evidencia una vulva (también nos toca una muy elocuente «Canción de la concha» (págs.35-36)) en pro de un nido de avispones bien dotados de aguijones (no son avispas como se lee con frecuencia). Así las preferencias de Marte parecen bien afirmadas. En cuanto a Venus abandonada, si se miran en primer plano sus manos vemos el índice izquierdo que se clava en los pliegues de la tela de su vestido en un lugar estratégico mientras que el mayor derecho acaricia otro pliegue de la tela que se parece mucho a una vulva postiza: frustración y onanismo. Aquí lo dejo. Toussaint nos muestra que todos esos símbolos escondidos y profanos eran perfectamente comprensibles en el mundo de los cortesanos, intelectuales y artistas florentinos. 


Sandro Botticelli, Marte y Venus, detalle


Es un libro apasionante (aunque un poco repetitivo al final) que nos lleva de descubrimiento en descubrimiento (y con frecuencia uno se pregunta cómo es que no lo vi yo mismo). Está escrito con erudición y humor, incluyendo cierta forma de burla de sí mismo. El autor no duda un segundo en ridiculizar a los sabiondos ciegos moralizadores: «Dejémosles a los moralizadores su censura el único disfrute que les queda» (pág.23); «Indisponer dos públicos, el de las feministas prevenidas contra la caricatura de la misoginia y el de los machistas adiestrados contra la sumisión del macho» (pág.49); «¿Porqué dejar a Boccace y a Botticelli al alcance de bestias anacrónicas incapaces de distinguir el siglo XV del siglo XX, la ficción y la acción, el arte y la actualidad?» (pág.25); «los emasculadores de sentidos», «el quisquilloso control de los temerosos de la carnalidad» (pág.90), etc. 


Portada del libro


En lugar de cierta cursilería que «los puritanos victorianos y las juiciosas jovenzuelas» (pág.60) prueban con demasiada frecuencia en Botticelli, aquí tenemos a un Botticelli extravagante, insólito y pernicioso. Al contrario de Maria Ruvoldt que ve en Marte a una figura risible que se abandonó al control de la mujer», Toussaint afirma que aquí Botticelli «cansado de pintar Venus púdicas» voltea el poder de Venus a favor de Marte, del varón, y «pone de cada lado a los paternalistas de otrora y a las feministas del futuro» (pág.106). Para el autor ahí tenemos «el primer manifiesto de homofilia de la historia del arte» (pág.108). 




Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire