mardi 23 novembre 2021

Archivos vendidos, archivos robados, y la sociedad del espectáculo

 


19 de noviembre de 2021, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Documento de los archivos Sanguinetti (con Guy Debord).


Gianfranco Sanguinetti fue uno de los compañeros de Guy Debord y uno de los líderes de los situacionistas en Italia. Ensayista, publica con el seudónimo Censor, un libro intitulado Informe verídico sobre las últimas oportunidades de salvar el capitalismo en Italia y en el cual pretendía ser un alto comisionado de la burguesía conservadora culta y recomendaba la alianza entre el empresariado y el Partido comunista, único capaz de contener las revueltas obreras. Fue un panfleto con «bandera falsa» que enredó a todos los comentaristas. También se le conoce por haber desvelado la implicación de los servicios secretos italianos en el atentado de la Piazza Fontana en 1969 en su texto ¿Arde el Reichtag? Por otro lado, también conoció a Miroslav Tichý y escribió uno de los más bonitos textos que existen sobre él, Miroslav Tichý, Les Formes du vrai -Las Formas de lo verdadero- (2011). Acumuló gran cantidad de archivos sobre las diferentes facetas de su vida y de sus compromisos políticos (fuera de la Internacional Situacionista disuelta en 1972), los guardaba en su sótano en Praga en donde vive desde hace 30 años y los investigadores historiadores no tenían acceso.  


Documento de los archivos Sanguinetti (con Miroslav Tichý).


En 2013, la casa de subastas Christie's le vendió sus archivos por 650 000 dólares a la Biblioteca Beinecke de la Universidad de Yale, la que ya había intentado comprarle, en vano, los archivos de Guy Debord a su segunda esposa Alice Becker-Ho (pero la BnF organiza una cena de donantes a 10 000€ el cubierto para contribuir a recaudar la suma que pedía Alice Becker-Ho, y los archivos Debord se quedaron en Francia). Beinecke adquirió otros archivos de los situacionistas entre ellos los de Jacqueline de Jonq (lo que permitió la edición de este libro) y los puso en libre acceso gratuito para los investigadores. Un traductor y editor estadounidense del universo post situacionista, Bill Brown, se sintió timado por la venta y se sublevó contra Sanguinetti a través de una carta insultante que publicó por Internet (yo también sufrí de su agresividad cuando tradujo mi reseña sobre la exposición Debord en la BnF). 


Vista de la exposición, Lisboa.


El artista de Malawi Samson Kambalu (nacido en 1975), relativamente desconocido entonces, trabajaba en una tesis sobre William Blake en la biblioteca Beinecke, y se interesó (o lo motivaron) por las 62 cajas de los archivos Sanguinetti en Yale (con el pretexto extraño de la psico-geografía en la obra de Blake) y durante cuatro meses fotografió clandestinamente alrededor de 3000 de esos documentos, cosa que contradecía las reglas de la biblioteca. Sus motivos, expresados de forma bastante confusa, eran protestar contra su venta y afirmarse a sí mismo como situacionista (o post situacionista) y, con una lógica de potlatch también, «devolverle los archivos a Italia», lo que hizo al exponerlos en la Bienal de Venecia en 2015, en una caseta llamada Sanguinetti Breakout Area (los archivos tenían que ver con Italia, es verdad, pero se habían ido hacía años, cuando Sanguinetti se había instalado en Praga). Les decía a los visitantes que fotografiaran los documentos presentados y que los compartieran por internet. Además de la ex- galería Kambalu, la exposición tuvo el respaldo del British Council y de la Ford Fondation, de la cual ignorábamos hasta ese momento su interés por los situacionistas. De paso cabe resaltar la semejanza (seguramente involuntaria) de la expresión hiper-nacionalista «devolverle a Italia» con la del ladrón de Mona Lisa. También nos preguntamos cómo hizo Kambalu para hacer sus investigaciones sobre los documentos, ya que la casi totalidad del archivo está en francés e italiano y él no habla ninguno de los dos idiomas. También podemos ver que la entrada a la biblioteca de Yale es gratuita (es verdad que está reservada a los estudiantes e investigadores, como en todas las bibliotecas universitarias) mientras que la entrada a la Bienal de Venecia cuesta, me parece, unos 25 €: el paso del mundo de la selección sobre la base de competencias científicas al de la selección por dinero, no significa verdaderamente la «vuelta al dominio público», al contrario. Cabe destacar también que a Kambalu le pagaron por su participación en la Bienal y que puso en venta tres ejemplares de un gran «libro de artista», Theses, una simple reproducción de una parte de los archivos de Sanguinetti, por 8.500 £ cada uno. 


Gianfranco Sanguinetti, Theses, libro recopilado por Samson Kambalu a partir de los archivos y vendido £8500.


Después de esta exposición en Venecia, Sanguinetti demandó la Bienal de Venecia para que acusaran a Kambalu y perdió. La sentencia del juez veneciano Luca Boccuni del 7 de noviembre de 2015 parece ser más bien una opinión estético-moral que una decisión jurídica y dice así «la obra de Kambalu evidenció la contradicción entre la lucha teorizada contra la mercantilización de la obra del intelecto de Sanguinetti y la venta de las obras por parte de éste último» y «la instalación de Kambulu está dedicada a la «huida» de Sanguinetti de su ideal situacionista.»


Carta de Bill Brown en la exposición de Venise, parcialmente ocultada.


La exposición Sanguinetti Breakout Area que consiste casi exclusivamente en fotografías de documentos de los archivos que Kambalu tiene en sus manos (lo que él define como una «intervención artística») y en un libro que los reúne, fue mostrada después en diferentes lugares; también tiene la carta de Bill Brown, sin su autorización, lo que lo llevó a protestar, medio disimulada (pues según Kambalu, temía ¡infringir los derechos de autor de Bill Brown!). Kambalu había expuesto poco y esto fue el principio del reconocimiento de Kambalu como artista, a los 40 años,  por parte de cierto medio del arte contemporáneo. Con motivo de una exposición en el Mu Zee de Ostende, Kambalu rodó una película de ficción de más de dos horas y que representa un juicio falso (de lo que muchos no fueron conscientes, y este periodista incluso encontró que Kambalu estaba «nervioso» cuando esperaba el veredicto del juicio) con actores que representan al juez, al secretario judicial, a un experto en «situacionismo» y a los abogados, que retoman más o menos los temas del juicio en Venecia pero con un estilo menos «estaliniano» y más legalista. Recordemos que tanto el «experto» Sven Lütticken (salvo error, su página personal no menciona ningún texto cuyo título contendría las palabras de Debord, sociedad del espectáculo o situacionista; buscando un poco, encontramos un artículo en Grey Room; sin duda alguna hubiéramos podido encontrar «expertos» mucho más expertos...) como Kambalu utilizan con abundancia la palabra «situacionismo», una palabra que los situacionistas siempre rechazaron pues se negaban a crear una ideología en «ismo». 


Samson Kambalu, proyecto para el cuarto plinto de Trafalgar Square, maqueta en la exposición Culturgest.


Culturgest en Lisboa le dedica, hasta el 6 de febrero, una exposición a Kambalu. Dos de las salas presentan Sanguinetti Breakout Area, incluyendo la película, las otras seis salas muestran diferentes trabajos del artista, telas, postales, cortos absurdos (que define como la estética nyau), y su proyecto para el cuarto plinto de Trafalgar Square (los galardonados son de calidad desigual), un negro que no quiso quitarse el sombrero ante un blanco en 1914: hay poco que decir. La legitimidad fundadora de Kambalu parece reducirse al Sanguinetti Breakout Area, que data de 2015, lo demás no tiene ninguna consistencia. Es la oportunidad para recordar, puesto que la exposición es en Lisboa, que en portugués, situacionista significa «el que respalda la situación política dominante», una definición que no se aplica ni a Debord ni a Sanguinetti pero que podría convenirle a Kambalu. 


Captura de pantalla de la película.


Los argumentos jurídicos que Kambalu presenta en su película y en sus escritos son de tres tipos. Primero, Sangunetti no es el autor del archivo puesto que éste comprende cartas firmadas por otros y documentos que no son de su autoría. Tanto jurídicamente como moralmente este argumento se desarma con rapidez ya que el creador de un archivo se reconoce pues haciendo obra de autor. 


Captura de pantalla de la película.


Segundo, los situacionistas se oponían a la noción misma de derecho de autor, de copyright, y la revista Internacional Situacionista llevaba la mención «Todos los textos publicados en I.S. pueden ser reproducidos libremente, traducidos o adaptados incluso sin indicar su origen». Esta posición de principio de los situacionistas es presentada como moralmente en contradicción con la voluntad de Sanguinetti de hacer respetar sus derechos, pero desde el principio había una ambigüedad evidente: el anti-copyright tenía un valor exclusivamente discrecional y no jurídico, tal y como lo demostró la acción contra el editor italiano De Donato, quien había publicado una falsa traducción de Debord. Además, había sido especificado por la revista y no por los libros: ningún libro de Debord lleva esta mención. Y Debord fue publicado primero por Champ Libre, y después del asesinato de Lebovici, por Gallimard, Arthème Fayard y Flammarion que no vacilan a la hora de hacer respetar sus derechos. ¿Esta posición de principio relacionada con los artículos de la revista Internationale Situationniste (1958-1969) autorisa a Kambalu para que reproduzca documentos con licencia abierta? Mientras que el curioso juicio de Venecia defendía este argumento el falso juez de Ostende en la película no lo utiliza: dice que jurídicamente, sobre este tema Sanguinetti tiene derecho a cambiar y tener una opinión diferente entre 1969 y 2015. Algunos podrán criticar moralmente a Sanguinetti por ese punto como lo hace Kambalu, y extrañarse de que haya demandado, pero tanto histórica como jurídicamente el argumento no se sostiene. 




En tercer lugar, ¿hubo intervención artística de Kambalu únicamente porque sus dedos se ven en la mayoría de las fotografías de los documentos? El juez de la película (ahí también todavía más prudente que el de Venecia) evita cuidadosamente la definición de si se trata de arte o no, considerando que solamente podía ser una opinión subjetiva (entonces nos toca ver a nosotros si la inclusión de dos dedos, ya sean blancos o negros, en una fotografía es un acto artístico). Y consideró que se trataba de una parodia, basada en el humor y que no impide el acceso al original, lo que está permitido por la ley. Por ese motivo desestimó a Sanguinetti (entonces, en todo caso en esta película, la abogada no era de primera calidad). 


Documento de los archivos Sanguinetti.


Al final, ¿cuál es el menos situacionista de los dos? El que vende su archivo y defiende su derecho de autor o el que construye su fama apropiándose de la obra de otro con el pretexto de criticar y reorientar? 


Documentos de los archivos Sanguinetti.



Frente a las incongruencias de esta historia intentemos ampliar los interrogantes: dada la incoherencia del discurso de Kambalu, ¿será que lo instrumentalizaron? ¿quién? ¿Fue una operación que lo rebasó en la que no fue sino una simple herramienta bien recompensada? ¿Habrá algún vínculo con el libro fuertemente controvertido de Jean-Marie Apostolidès que editó Flammarion el mismo año de la Bienal, en el que denigra a Debord, Debord le Naufrageur -Debord el Pirata- (basado también en buena parte de los archivos Sanguinetti, quien lo denunció como un fraude)? Todo este asunto parece ser una magnífica ilustración de la Sociedad del Espectáculo, que sigue siendo un libro indispensable para entender nuestro mundo.   


Nota deontológica: el autor contribuyó con un texto para la exposición de una parte de las obras de Tichý de la colección Sanguinetti en 2017 en Marsella.

Con pensamiento kambalusionista, las fotografías que vienen de la página de Kambalu no están acreditadas y los incitamos a ustedes a que las reproduzcan y que estimulen su difusión. 

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