(artículo original en francés, aquí)
John Ricardo Cunningham, ST, 1969, gouache sobre papel, 21,8x34cm |
Siempre pensé (ingenuamente) que el arte marginal (el de las personas que sufren de problemas mentales y hospitalizadas) estaba bastante alejado del mundo. Me parecía que, si el grito que oíamos al mirar las obras expresaba no solamente un síntoma médico sino que cuestionaba el sitio de la «locura» en la sociedad, y con frecuencia planteaba cuestiones religiosas más desde un punto de vista místico que eclesial, su dimensión estrictamente política era en cambio bastante rara. Lejos de ser experto en la materia, no he visto muchos artistas marginales que denuncien el capitalismo (o el comunismo o el nazismo o el fascismo o el sionismo o cualquier ismo) de manera frontal [corrección : también es el caso de Janko Domsic, a su manera].
John Ricardo Cunningham, ST, 1969, gouache sobre papel, 22x32cm |
Es por eso que el último descubrimiento del incansable explorador de arte marginal Christian Berst (en su galería hasta el 3 de marzo) me sorprendió. John Ricardo Cunningham, peruano de ascendencia escocesa, hijo de buena familia, esquizofrénico internado durante casi toda su vida adulta, pintó numerosas gouaches cuya forma, dibujo y colores recuerdan bastante los de Carlo Zinelli, pero con temas bastante diferentes. Si en las obras de Cunningham encontramos a Dios y al Diablo, personajes constantes de los artistas marginales enfrentados a su visión moral del mundo, es más sorprendente descubrir la denuncia del imperialismo americano, con su hilera de oficiales (humanos o aviarios) de frac y sombrero de copa, que califica sea de oligarcas sea de bolcheviques. Un tema recurrente en su trabajo es la denuncia del genocidio : posiblemente no se trate de la Shoah sino del exterminio de los amerindios (como pueden hacerlo pensar las llamas).
John Ricardo Cunningham, ST, 1971, gouache sobre papel, 22x32cm |
Aunque a veces la maraña de palabras es ilegible, podemos detectar sin embargo una cartografía geopolítica binaria, nombres de países en todos los sentidos y oposiciones del bien, y del mal. Los horrores del mundo, de las guerras, de las exterminaciones, de la colonización y de sus crímenes los siente como un eco de sus fantasmas personales. La locura del mundo se junta con la suya propia.
Fotos cortesía de la Galería Christian Berst
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire