dimanche 30 mars 2025

¡El blog está cumpliendo los 20!

29 de marzo de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


El 29 de marzo de 2005 (siendo un cincuentón entusiasta), publiqué la primera reseña en este blog, sobre la la exposición de los dibujos eróticos de Klimt en el museo Maillol (y ya desde ese momento, para dar el tono, hice una crítica algo mordaz). 


Gustav Klimt, Nu recroquevillé regardant au travers de sa chevelure, vers 1907, crayon bleu sur papier, 37.2×56.5cm, Wien Museum


Después de 2927 artículos (y 19 800 comentarios aquí y otros en Instagram y Facebook), soy el primero que se extraña de seguir escribiendo críticas de exposiciones (y a veces de libros) con el mismo gusto, aunque actualmente lo hago con menos frecuencia. 


Foto de Sophie Lenot. Tableau de Art Keller.



Durante 19 de estos 20 años el blog tuvo la suerte de ser publicado y apoyado (con más o menos intensidad) por el periódico Le Monde, al cual expresé mi reconocimiento. 

Es un blog que ha expresado mis puntos de vista, mis opiniones, a veces mis prejuicios, posiciones, con los cuales ustedes, mis lectores, han estado o no de acuerdo y eso está muy bien así. Siempre he querido expresar un punto de vista (prefiriendo callarme si no lo tengo), a diferencia de tantos supuestos críticos, quienes, en el mejor de los casos hacen pedagogía y en el peor, simplemente propaganda, sin decir nunca «Yo».

Y seguiré aunque veo menos exposiciones y ante todo porque otros proyectos ocupan ya lo esencial de mi tiempo. Los blogs ya no están para nada de moda, y estoy demasiado viejo (y soy «literario» ante todo) para reciclarme como tictokero o yutubero...

Para este aniversario me gustaría que aquellos que lo deseen dejaran un comentario sobre lo que el blog les ha aportado o inspirado, lo que les ha gustado y detestado.

Gracias a todos por haberme acompañado a través de estos años. Y sigamos ...






jeudi 27 mars 2025

Vehículos para el ensueño (Susan Hiller)


23 de marzo de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Susan Hiller, Homage to Marcel Duchamp. Aura (Blue Woman), 2017


Descubrí la obra de Susan Hiller hace 20 años (cuando empezaba este blog) en Londres y Basilea (había tenido la amabilidad de darme las gracias, lo que por experiencia es rarísimo de parte de los artistas); seis años después vi su retrospectiva en la Tate Britain. Ya en esa época me había impactado su capacidad para unir su mente de antropóloga, rigurosa y sistemática, con su creatividad de artista. Cada una de sus obras reúne esos dos aspectos: la exposición de documentación sólida y de investigación de tipo científico, que expresa en instalaciones espectaculares y atractivas. 


Susan Hiller, Psi Girls, 1999


La exposición actual en Culturgest (hasta el 22 de junio), la primera de Hiller (fallecida hace seis años) en Portugal, intenta reunir los dos aspectos, pero me parece que se inclina demasiado por el lado documental, un poco seco, un poco árido, y no presenta sino dos o tres piezas, las cuales, más allá del discurso, molestan lo suficientemente para que uno salga de la exposición no solamente más instruido sino ante todo con más cuestionamientos. Puesto que uno de los temas predilectos de Hiller es lo que de una forma u otra, puede considerarse como marginal, paranormal, psíquico, imperceptible. Uno de los mejores ejemplos aquí es la proyección en cinco pantallas de trozos de películas de Hollywood que muestran a unas jovencitas dotadas de poderes de Telequinesis; cada pantalla es de un color diferente, un coro religioso acompaña la proyección y el espectador desconcertado se encuentra sumergido en un universo algo incómodo. Otras instalaciones más impresionantes pero que sentimos no haber visto aquí, tratan de la casi-muerte (Clinic) o del encuentro con los extraterrestres (Witness). Pero las salas dedicadas a la escritura automática y a la transmisión telepática, aunque tienen interés semi-científico, les falta fuerza visual y proponen una exposición-expediente más que una experiencia, lo que le amputa al trabajo de Susan Hiller su dimensión espectacular. 


Susan Hiller, Belshazzar’s Feast, 1983-84, foto del autor


Pero, al final de un oscuro y triste corredor, una instalación nos devuelve la fascinación, es una instalación en forma de torre de seis pisos de pantallas de televisión, como un zigurat mesopotámico con diferentes terrazas, en cada pantalla, la película (super 8) de una hoguera en un hogar de chimenea. Hiller evoca así los ensueños nocturnos delante de la pantalla vacía (cuando los programas de televisión se interrumpían durante la noche), como si fueran una proyección del inconsciente. La banda sonora que emerge misteriosamente de la torre, tiene entre otras, la voz de su hijo Gabriel que describe el Festín de Baltazar de Rembrandt con la aparición misteriosa en la pared de unas palabras premonitorias «mene, tekel, Parsin». Es la única obra que presentan aquí en la que el espectador puede entrar y medírsele a la instalación, verla desde diferentes puntos de vista y perderse (lo que, por ejemplo, era uno de los elementos notables de Witness, que vimos más arriba). 


Susan Hiller, Dedicated to Unknown Artists, 1972-76, detalle, foto del autor


Hace 14 años yo escribía: «Lo que aprecio en el trabajo de Susan Hiller es su capacidad analítica y sistemática sobre el mundo, su forma de identificar fenómenos reveladores para presentárnoslos al mismo tiempo en un contexto conceptual y sensible.» Esto se ve muy bien en la primera sala en la cual presentan una parte del proyecto «Dedicated to Unknown Artists», la recopilación metódica de postales que muestran el mar desencadenado en las costas británicas, es una acumulación obsesiva de vistas  del mar enfurecido, que en realidad son bastantes banales, es una forma de estetización clasificadora de la catástrofe. Igual de obsesivo fue un proyecto (que no muestran aquí) de recolección de nombres de calles alemanas con la palabra «judío» que fue mi primer encuentro con su trabajo, hace 20 años. 


Susan Hiller, Homage to Marcel Duchamp. Auras, 2008


La última sala, con el pretexto de homenajes a varios artistas (arriba: otro homenaje a Marcel Duchamp), muestra fotografías de aura, caras rodeadas de halos luminosos, algunas de gran formato, otras en un mosaico de imágenes. Intentar fotografiar el aura ha inspirado a artistas como Sylvia Ballhause o al artista marginal John Brill, y fue vulgarizado en especial por Semyon y Valentina Kirlian desde los años 1930, en la actualidad ha sido comercializado de forma banal. Sigue siendo bonito y espectacular pero ya no es muy original. 


Joe Scanlan, Fac Simile, 2020, foto Raquel Montez


Para resumir, es una exposición interesante pero a la que la hace falta asombrar. También se puede ver en otra sala de Culturgest, una interesante transposición por parte del artista estadounidense Joe Scanlan del libro Atlas de Marcel Broodthaers.





lundi 24 mars 2025

La pintura esculpida de Adriana Molder


17 de marzo de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Adriana Molder, La mujer desnuda con rosas.


Dos exposiciones de Adriana Molder, las dos auspiciadas por una estrella, Antares (hasta el 4 de mayo) y Aldabarán (hasta el 22 de junio). En los dos casos sus dibujos grandes y negros sobre papel y sus pasteles sobre tela moldeada no solamente ocupan las paredes, sino también, suspendidos al techo, ondulan al antojo del aire que se desplaza. El visitante se mueve, los rodea, los mira por los dos lados, juega con el hueco que a veces (Antares) lo atraviesa abriendo la mirada hacia otro espacio, y el mínimo de sus desplazamientos interactúa y anima la obra suspendida. 


Adriana Molder, She Wind.


Los dibujos no son planos, no tienen nada de representaciones tranquilas sobre una hoja ordinaria. Al contrario, son repujados, atormentados, se ven montes y valles como si fueran huellas de puños que la artista (o un espíritu poltergeist) hubiera martillado sobre la superficie. Son dibujos que se vuelven objetos materiales, esculturas, como para reírse del paragone que así resulta anticuado. 


Adriana Molder, Serpentina, película en stop-motion


En la exposición Antares que contiene varias series, los dibujos son grises y negros, las sombras ocupan el espacio y vemos figuras extrañas en las que los humanos van engalanados con formas animales o vegetales. Algunas son inspiradas por el Medioevo, otras por el cine. Y la exposición incluye una película en stop-motion, Serpentina, una pantomima en la que la artista juega con sus dibujos como si éstos estuvieran vivos. 


Adriana Molder, Wilde Frau, 2024-25, pastel graso sobre tela moldeada, 240x190cm


En la exposición Aldebarán aparece el color, primero como fondo rojo que cubre la pared detrás de las formas suspendidas y después como un detalle, un rostro de colores que emerge de un cuerpo negro (más abajo), o esta mujer salvaje coronada de pámpano, con senos rosados, uno de frente y el otro de perfil, que un inquietante bebé está mamando. Vemos también los Siete cuentos góticos de Karen Blixen (escritos a su regreso de África) y los Cuentos italianos de Italo Calvino. 


Adriana Molder, Apolo & Dafne (Treinta) Frutas, según Piero/Antonio da Pollaiuolo, 2024-25, pastel graso sobre tela moldeada y acrílica.


Como de costumbre en la obra de Adriana Molder está presente la historia del arte: del pequeño cuadro de (Piero) Pollaiulo que muestra a Dafné transformándose en olivo en el momento en el que Apolo la quiere sujetar, Molder hace un conjunto grande con los dos personajes en gris y negro pero le pone al árbol unos treinta «Frutos» coloridos y cada uno de ellos representa a un personaje pictórico.  


Adriana Molder, Os Meninos (según Paolo Uccello) (Los muchachos), pastel graso sobre tela moldeada y acrílica sobre papel de calco, 375x200cm


Necesité más tiempo para identificar a los dos muchachos según Paolo Ucello: se trata de los hijos del judío que quiso quemar una hostia consagrada (la que se puso a sangrar y con ello se alertaron los guardias), lo que hace siete años me inspirara negros pensamientos; aterrorizados, el uno llora y el otro se aferra a su madre encinta. Pero aquí sólo vemos a dos muchachos temerosos y únicamente el rojo del fondo puede evocar la historia original. 


Adriana Molder, Sombra do Espelho (sombra del espejo), 2025, tinta de China sobre papel negro, 141x70cm


En el MNAC también, en la exposición hay una película en las que las imágenes de estrellas, fotos o dibujos renacen de las cenizas y apagan las llamas que las consumieron. Todo aquí es desdoblamiento, desubicación, singularidad inquietante (como Ucello) tanto por la forma escultural de las telas como por los personajes procedentes de otro mundo. 


Fotos del autor salvo la tercera.



mardi 4 mars 2025

Treinta y una mujeres


27 de febrero de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Kay Sage, The Fourteen Daggers, 1942, óleo sobre lienzo, 40.6×33.3cm


En enero de 1943 según una sugestión de Marcel Duchamps, Peggy Guggenheim organiza en su galería neoyorkina (abierta cuatro meses antes) una exposición consagrada a 31 mujeres artistas, algunas ya bastante conocidas (Frida Khalo, Meret Oppenheim o Louise Nevelson), otras cercanas a Peggy (entre ellas su hermana Hazel McKinley y su hija Pegeen Vail), y otras que fueron descubiertas (le encargó a su marido Marx Ernst que visitara talleres de artistas para que descubriera a -relativas- desconocidas con talento; lo hizo tan cuidadosamente que la abandonó por una de ellas, Dorothea Tanning, con quien vivió hasta la muerte). Georgia O'Keefe no quiso que la incluyeran desestimando la calificación feminista. Un gran número de ellas eran artistas que estaban más o menos en la sombra de sus maridos o compañeros: Xenia Cage, Jacqueline Lamba (esposa de André Breton), Kay Sage (esposa de Yves Tanguy), Leonora Carrington (ex de Max Ernst), Sophie Taeuber-Arp. El objetivo de la exposición de Peggy Guggenheim era precisamente mostrar que aquellas mujeres no eran musas, ni imitadoras, compañeras o asistentes, sino artistas con todas las de la ley. Actualmente, la mitad de ellas más o menos, son conocidas todavía, incluso muy conocidas y las otras fueron más o menos olvidadas definitivamente. Peggy Guggenheim organiza luego otra exposición con la misma idea, The Women, en 1945. Las exposiciones fueron retomadas en la Pollock-Krasner House en 1997; este blog presenta de manera detallada a cada una de las 31 artistas, cada una el día de su cumpleaños. 


Gypsy Rose Lee, S.T. (plato con senos), hacia 1948/52, gouache sobre papel, pfoto del autor


Al contrario de lo que se dice, la exposición de 1943 no es, por mucho, la primera exposición de artistas mujeres. Empezando por que hubo salones reservados a las mujeres artistas a partir de 1857 en Inglaterra, de 1882 en Francia, de 1899 en Polonia, etc. Luego organizaron diferentes exposiciones de artistas mujeres, entre otras, en el Lyceum en Paris en 1908, en una galería parisina en 1926, en una galería en Atenas en 1933, en Ámsterdam y después en Varsovia en 1933/34, en Paris y luego en Praga en 1937. Ni siquiera fue la primera exposición de mujeres en Estados Unidos: durante la Exposición universal de Filadelfia en 1876 hubo un Pabellón de mujeres, exposición de mujeres fotógrafas en Hartford (Connecticut) en 1906, y también varias exposiciones de la New York Society of Women Artist a partir de 1931, y una gran exposición internacional de artistas mujeres en el Riverside Museum en Nueva York en 1939. Pero a causa de la energía de Peggy Guggeheim, es sin duda la exposición de 1943, la que marcó las mentes en Estados Unidos, la exposición de alguien que muchos consideraban como pionera. Es el caso de la coleccionista Jenna Segal que recién agrupó obras de cada una de las 31 artistas, una colección que después de Madrid van a mostrar en el CCB (hasta el 29 de junio) en tres salas en medio de la nueva presentación de las colecciones. No se sabe verdaderamente, más allá de los títulos poco elocuentes y la falta de fotografías de la exposición, qué obras mostraron entonces y la colección actual no puede reunir sino obras más o menos similares. 


Gretchen Schoeninger Corazzo, Negative Exposure, 1937, positivado analógico


La exposición en el CCB se organiza, después de la presentación inicial (en la cual un fresco muy bien hecho muestra los vínculos entre aquellas mujeres), en cuatro secciones: la afirmación de sí, lo extrañamente familiar, los bestiarios y la abstracción. Las tres primeras secciones tienen una fuerte inclinación surrealista, y, me parece que son bastante originales. Como vimos en Pompidou, hubo bastantes mujeres pintoras abstractas -y es indispensable mostrarlas-, y es difícil superar la evidencia para dirigirse hacia una verdadera reflexión sobre la esencia de la abstracción, y especialmente de la abstracción femenina: ¿cómo las artistas enfocan la abstracción de manera diferente que los artistas? Aquí una fotografía de Gretchen Schoeninger Corazzo que fue, entre otras, alumna de Mohaly-Nagy.


Elsa von Freytag-Loringhoven, La baronesa en su apartamento de Greenwich Village, 7 de diciembre de 1945, positivado analógico


Mucho más interesantes son las consideraciones sobre la construcción de la identidad, vemos la pose de la excéntrica baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven (de quien algunos dicen que fue la verdadera creadora del orinal duchampiano), a la bailarina erótica intelectual Gypsy Rose Lee se puede ver a través de un hueco voyerísta en la pared, y a Dorothea Tanning que juega con la representación de su cuerpo entre dibujo, espejo y pintura. 


Leonora Carrington, The Horses of Lord Candlestick, 1938, óleo sobre lienzo, 35.5x46cm


Encontramos a Gypsy Rose Lee en la sección de lo extrañamente familiar con este plato de senos cortados (más arriba) que recuerdan a santa Ágata es verdad, pero ante todo una fotografía de 1930, mucho más «médica» de Lee Miller. También tenemos (arriba) un cuadro extraño de Kay Sage con dos preocupantes fantasmas velados en un espacio singular, y (abajo) Costumbres españolas de Dorothea Tanning, en el que el vestido de una bailarina española de flamenco que muestra sus nalgas y espalda se vuelve llama. La sección de los bestiarios es de inspiración similar, fusiona cuerpo de animales con cuerpos humanos. El cuadro de los caballos atónitos de Leonora Carrington evoca con humor, su angustia en el momento de dejar a su estricta familia (el apodo de su padre era Lord Candlestick) por una vida de artista en Paris, fue el primer cuadro que le vendió a Peggy Guggenheim. Posiblemente más que en la abstracción, las mujeres surrealistas supieron imponer cierta forma de surrealismo, más sensual, y al igual que en Paris, aquí se ve bien (podemos leer el estudio de Whitney Chadwick sobres esas artistas). 


Dorothea Tanning, Spanish Customs, 1943, óleo sobre lienzo, 25.4×20.3cm


En 1943 esta exposición fue seguramente pionera. Pero la crítica la recibió (yo diría ¿evidente?) bastante negativamente, entre admiración reticente y condescendencia desdeñosa. Su herencia histórica es importante y la citan con frecuencia; además también inspiró un perfume y una línea de ropa, ¿había que decirlo?...