jeudi 27 mars 2025

Vehículos para el ensueño (Susan Hiller)


23 de marzo de 2025, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Susan Hiller, Homage to Marcel Duchamp. Aura (Blue Woman), 2017


Descubrí la obra de Susan Hiller hace 20 años (cuando empezaba este blog) en Londres y Basilea (había tenido la amabilidad de darme las gracias, lo que por experiencia es rarísimo de parte de los artistas); seis años después vi su retrospectiva en la Tate Britain. Ya en esa época me había impactado su capacidad para unir su mente de antropóloga, rigurosa y sistemática, con su creatividad de artista. Cada una de sus obras reúne esos dos aspectos: la exposición de documentación sólida y de investigación de tipo científico, que expresa en instalaciones espectaculares y atractivas. 


Susan Hiller, Psi Girls, 1999


La exposición actual en Culturgest (hasta el 22 de junio), la primera de Hiller (fallecida hace seis años) en Portugal, intenta reunir los dos aspectos, pero me parece que se inclina demasiado por el lado documental, un poco seco, un poco árido, y no presenta sino dos o tres piezas, las cuales, más allá del discurso, molestan lo suficientemente para que uno salga de la exposición no solamente más instruido sino ante todo con más cuestionamientos. Puesto que uno de los temas predilectos de Hiller es lo que de una forma u otra, puede considerarse como marginal, paranormal, psíquico, imperceptible. Uno de los mejores ejemplos aquí es la proyección en cinco pantallas de trozos de películas de Hollywood que muestran a unas jovencitas dotadas de poderes de Telequinesis; cada pantalla es de un color diferente, un coro religioso acompaña la proyección y el espectador desconcertado se encuentra sumergido en un universo algo incómodo. Otras instalaciones más impresionantes pero que sentimos no haber visto aquí, tratan de la casi-muerte (Clinic) o del encuentro con los extraterrestres (Witness). Pero las salas dedicadas a la escritura automática y a la transmisión telepática, aunque tienen interés semi-científico, les falta fuerza visual y proponen una exposición-expediente más que una experiencia, lo que le amputa al trabajo de Susan Hiller su dimensión espectacular. 


Susan Hiller, Belshazzar’s Feast, 1983-84, foto del autor


Pero, al final de un oscuro y triste corredor, una instalación nos devuelve la fascinación, es una instalación en forma de torre de seis pisos de pantallas de televisión, como un zigurat mesopotámico con diferentes terrazas, en cada pantalla, la película (super 8) de una hoguera en un hogar de chimenea. Hiller evoca así los ensueños nocturnos delante de la pantalla vacía (cuando los programas de televisión se interrumpían durante la noche), como si fueran una proyección del inconsciente. La banda sonora que emerge misteriosamente de la torre, tiene entre otras, la voz de su hijo Gabriel que describe el Festín de Baltazar de Rembrandt con la aparición misteriosa en la pared de unas palabras premonitorias «mene, tekel, Parsin». Es la única obra que presentan aquí en la que el espectador puede entrar y medírsele a la instalación, verla desde diferentes puntos de vista y perderse (lo que, por ejemplo, era uno de los elementos notables de Witness, que vimos más arriba). 


Susan Hiller, Dedicated to Unknown Artists, 1972-76, detalle, foto del autor


Hace 14 años yo escribía: «Lo que aprecio en el trabajo de Susan Hiller es su capacidad analítica y sistemática sobre el mundo, su forma de identificar fenómenos reveladores para presentárnoslos al mismo tiempo en un contexto conceptual y sensible.» Esto se ve muy bien en la primera sala en la cual presentan una parte del proyecto «Dedicated to Unknown Artists», la recopilación metódica de postales que muestran el mar desencadenado en las costas británicas, es una acumulación obsesiva de vistas  del mar enfurecido, que en realidad son bastantes banales, es una forma de estetización clasificadora de la catástrofe. Igual de obsesivo fue un proyecto (que no muestran aquí) de recolección de nombres de calles alemanas con la palabra «judío» que fue mi primer encuentro con su trabajo, hace 20 años. 


Susan Hiller, Homage to Marcel Duchamp. Auras, 2008


La última sala, con el pretexto de homenajes a varios artistas (arriba: otro homenaje a Marcel Duchamp), muestra fotografías de aura, caras rodeadas de halos luminosos, algunas de gran formato, otras en un mosaico de imágenes. Intentar fotografiar el aura ha inspirado a artistas como Sylvia Ballhause o al artista marginal John Brill, y fue vulgarizado en especial por Semyon y Valentina Kirlian desde los años 1930, en la actualidad ha sido comercializado de forma banal. Sigue siendo bonito y espectacular pero ya no es muy original. 


Joe Scanlan, Fac Simile, 2020, foto Raquel Montez


Para resumir, es una exposición interesante pero a la que la hace falta asombrar. También se puede ver en otra sala de Culturgest, una interesante transposición por parte del artista estadounidense Joe Scanlan del libro Atlas de Marcel Broodthaers.





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