samedi 23 avril 2022

Imágenes del exilio

 


19 de abril de 2022, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Portada del libro, con Adrian Paci, Centro di Permanenza temporanea, 2007


Actualmente, el migrante, el refugiado, el exiliado, el desplazado, están omnipresentes en nuestro mundo, en nuestro imaginario, en nuestro ambiente político también (!). El exilio es un tema que la literatura, la filosofía y la política (Bertolt Brecht, Walter Benjamin, Vilém Flusser, Edouard Said, André Aciman, Mahmoud Darwish) han tratado con frecuencia, pero es más raro desde el punto de vista artístico como en este excelente libro sobre Marcel Duchamp, en esta exposición en Siena sobre el nomadismo, o en esta de Arles sobre el exilio de los palestinos, de Taysir Batniji (abajo). El mérito del libro Imágenes del exilio, del historiador de arte Maurice Fréchuret, es que estudia de manera amplia (naturalmente no es exhaustivo) la representación del exilio en el arte (Les presses du réel, 2021, 216 páginas, más de 60 ilustraciones de formato pequeño, recibido en servicio de prensa). 


Taysir Batniji, Home away from home, 2017 (documento de viaje de Khadra Batniji)


En efecto, el trabajo abarca tres ámbitos bastante diferentes: la representación del exilio en la pintura clásica, sobre temas bíblicos principalmente; la fotografía de personas exiliadas vinculadas en especial con los grandes conflictos de los siglos XX y XXI; y los trabajos sobre el exilio de artistas contemporáneos.  


Tommasso di Giovanni, llamado Masaccio, Adán y Eva expulsados del Paraíso 1427, fresco, Florencia, iglesia del Carmine, capilla Brancacci, antes y después de la restauración (pág.12)


Entonces, el primer exilio, el de Adán y Eva expulsados del Paraíso y la primera ilustración del libro es, muy a propósito, el fresco de Masaccio; luego vienen los mitos del éxodo de los hebreos, la huida a Egipto de la Santa Familia, las Cruzadas (conquista más que exilio), y la figura del Judío errante (con Gustave Moreau y Chagall también). 


Anónimo (¿CICR?), Refugiados palestinos cerca del puente Allenby, 1948 (?), pág. 96


Luego se habla de proscritos, Victor Hugo, Gustave Courbet, Elisée Reclus (que se frecuentaron en La Tour de Peilz en 1874-77, pág.76), y sobrevuelan las historias, sin embargo ricas, de Zola, Freud, Benjamin y Trostky, y llegamos a los grandes desplazamientos de población del siglo pasado: armenios rescatados del genocidio, italianos huyendo del fascismo, republicanos españoles, volksdeutsche después de 1945, palestinos víctimas de la depuración étnica de la Nakba. De estos últimos, el autor muestra dos fotografías y nos dice que «los autores son desconocidos» (pág.93) parece ignorar que son fotografías tomadas por los empleados del CICR, comprometidos en las expulsiones de indigenas palestinos organizadas por sionistas y cuya reproducción le fue negada a Ariella Aïsha Azoulay, quien tuvo que resignarse a dibujarlas de nuevo (Unshowable Photographs, Many Ways not to say Deportation): se hubiera tenido que hablar también de la manipulación de las verdades históricas sobre aquellos exiliados. 


Estefania Penafiel Loaiza, área para campamento, 2013-2015


Después del arte clásico y del fotoperiodismo, la parte más interesante del libro es la segunda mitad, dedicada a los artistas contemporáneos que interpretan los problemas del exilio: el trabajo de unos 25 contemporáneos es presentado en detalle y el de una gran mayoría es mencionado brevemente. Vemos a Zineb Sedira y el desarraigo, Francis Alÿs y la frontera, Mona Hatoum y el territorio, Kimsooja y los fardos, Kader Attia y el remiendo, Estefanía Peñafiel Loaiza y sus imágenes (un air d'accueil, arriba) de protección de los migrantes, y a muchos más. La portada del libro, arriba, procede de un video del artista albanés residente en Italia, Adrian Paci, Centro de retención permanente (el título italiano tiene más gracia: Centro di Permanenza temporanea): vemos a hombres y mujeres que llegan a paso lento, subirse a una pasarela de avión e inmovilizarse con semblante de inquietud. Un desplazamiento hacia atrás de la cámara nos muestra entonces que la pasarela no lleva a ninguna parte, a ningún viaje, a ningún futuro, que está suspendida como en el vacío. Escribe Fréchuret que el malestar viene de aquellos inmigrantes, de aquellos exiliados, suspendidos en el espacio y también en el tiempo, en las reglas de los demás, de los establecidos, de los sedentarios, de los que van a votar el domingo. 


Jean-Baptiste Ganne, Gélém, gélém, 2013, vista de la instalación (pág.139)


Descubrí en este libro el trabajo de Jean-Baptiste Ganne sobre los romaníes. Sobre ese pueblo olvidado, ignorado eternamente, cuyo genocidio ha sido minimizado, sobre la alteridad marginal en medio de nosotros, varios artistas lo han trabajado ya: Bertille Bak, Mathieu Pernot, Arno Gisinger, Jean-Charles Hue, y naturalmente Ceija Stojka. El trabajo de Ganne lo inspira la música y en especial la de Šaban Bajramović, músico romaní serbio que compuso el himno de la comunidad, Djelem, djelem (letra aquí: caminé, caminé). Su instalación Gélém gélém, en la que, con ese fondo musical, flota una bufanda gitana, alude a los progromos, a las persecuciones, al racismo, al exilio permanente. A lo largo del libro pasamos así de una dimensión religiosa de un exilio fundador en el arte clásico a testimonios fotoperiodísticos sujetos de manipulación y después a obras contemporáneas sutiles y comprometidas que dicen de soslayo las fallas de nuestro mundo. 

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