7 de abril de 2021, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Josef Albers, Tenayuca, 1937, pág. 39 y contraportada, (c) The Josef and Anni Albers Foundation |
La editora milanesa Humboldt Books publica una colección de libros pequeños de viaje entorno al trabajo de un fotógrafo (en italiano y en inglés), distribuidos por les presses du réel. Hace unas semanas escribí una reseña corta sobre Gente del Delta de Nino Migliori, que me había gustado mucho. He aquí tres otros de la misma colección. El más reciente (primero de la colección que no es italiano) trata de los viajes de Josef y Anni Albers en Méjico (2021; 112 páginas, más 16 páginas del libro en inglés, 76 fotografías en blanco y negro o montajes de página entera 4 ilustraciones en el texto). Después de haberse ido del Bauhaus y refugiado en Estados Unidos después de 1933, los Albers enseñan en el Black Mountain College en donde la rigidez les pesa (y enseñan en Yale después de 1950) y descubren en Méjico un espacio de libertad a donde van cada vez que pueden entre 1935 y 1940, luego entre 1952 y 1956. Las fotografías tomadas en su mayoría por Josef, casi inéditas, son como un carné de notas, una serie de impresiones de viajes; sin ninguna pretensión «artística». Algunas se volvieron recuerdos personales (el encuentro con Diego Rivera), muchas otras muestran a mejicanos del pueblo, de los mercados, algunas edificaciones modernas y algunos objetos (los Albers acumularon durante sus viajes una cantidad grande de objetos arqueológicos y que hoy están en el Museo Peabody de Yale); pero las fotografías más interesantes son las de las ruinas mayas y aztecas, pirámides, templos, palacios, bajo relieves. El interés de Albers por la arquitectura se expresa a través de una composición formal bastante ordenada y geométrica. En la introducción del libro hay una reproducción de una carta del 22 de agosto de 1936, de los Albers a los Kandinsky en la que Josef escribe: «Méjico es verdaderamente la tierra prometida del arte abstracto». En efecto el objeto de su búsqueda visual parecen ser más las formas geométricas que descubre en las ruinas que una investigación arqueológica clásica. Hubiera sido interesante incluir en el libro una interpretación de las imágenes por un arqueólogo de las culturas precolombinas que hubiera aportado una visión científica para aclarar la diferencia de enfoque. Existe un texto más bien bibliográfico de Brenda Danilowitz (Fundación Albers) y un ensayo sobre el uso de la fotografía por Albers del arquitecto Luca Galofaro. Mi crítica principal es que no entendí bien la lógica de la presentación de las fotografías en el libro, más o menos temática, pero ni cronológica, ni por lugar; además, no entendí qué hacía ahí (pág. 83) una fotografía de 1953, de la Plaza San Martín en Lima, Perú; pero es un detalle y esta edición con un corpus inédito, enriquece el conocimiento que tenemos de Albers y podría incitar a explorar con más ahínco el puente entre la estética del Bauhaus y las culturas precolombinas.
Ugo Mulas, Louisana Museum of Art, 1961, página 75, (c) Eredi Ugo Mulas |
A los 30 años Ugo Mulas no es todavía un artista confirmado, ha fotografiado la bohemia del Bar Jamaica y a los migrantes de la periferia de Milán, y si ya le interesa el arte, no hace muchas fotografías de obras o de artistas (salvo con el Poccolo Teatro, especialmente en Moscú en 1960, y un poco en la Bienal de Venecia en 1954 y 1958), y mucho menos fotografía conceptual. Al trabajar para numerosas revistas para ganarse la vida, tuvo la suerte de que la Illustrazione Italiana lo enviara a acompañar a Giorgio Zampa, un universitario florentino germanista, culto, curioso y excéntrico y después de los reportajes en las dos Alemanias se van para Dinamarca en 1961. El apacible Dinamarca de entonces es todo lo contrario de la palpitante Italia: dos artículos aparecen en la revista, «Encuentro con Karen Blixen» en julio de 1961 y «Dinamarca sereno» en agosto, ilustrados con las fotografías de Mulas. Son trabajos considerados por la crítica con cierto desdén, como alimentarios, y son mostrados o publicados rara vez (ni siquiera los mencionan en su página internet en donde solamente encontramos una foto de Blixen y el libro no está...), siendo que su estudio sería de lo más interesante para entender la formación de Mulas como fotógrafo. Es esa carencia que las Ediciones Humboldt han compensado en parte (distribución les presses du réel) con este libro de 2017 en italiano y en inglés (94 páginas, 12 páginas del folleto en inglés, 65 fotografías en blanco y negro de página completa, 9 fotografías de Karen Blixen en el texto del artículo del periódico, reproducido aquí con un texto corto de presentación de Dario Borso). El libro no dice qué fotografías fueron publicadas en el periódico con el artículo «Dinamarca sereno»; podemos agrupar las fotografías en cuatro categorías: paisajes urbanos o rurales y vida cotidiana, retratos (además de Blixen, el físico Niels Bohr, varios diseñadores y un chico encantador), objetos de diseño y arquitectura, y el Louisiana Museum (del que Zampa no habla en su artículo). En las fotografías del campo y de la ciudad se siente el contraste con Italia, como si a cada instante Mulas quisiera decirnos: «aquí es más limpio, más ordenado, más tranquilo pero tan aburrido». Al mirar las fotos de Blixen no se presiente el talento que tendrá Mulas en sus fotografías de artistas, quizás porque en la entrevista con Zampa la que lleva la batuta es Karen Blixen (de 76 años en ese entonces; muere el año siguiente); al contrario, Niels Bohr, de ceño fruncido encendiendo su cigarro es mucho más interesante (también él muere el año siguiente). Pero el interés principal del libro está en las fotografías de sillas, teteras, vasos y otros utensilios de cocina (Mulas trabajaba también para la revista italiana de diseño y arquitectura Domus, y un análisis comparativo hubiera sido interesante), y ante todo las imágenes del Museo que había abierto en 1959 (y estaba consagrado principalmente al arte danés). Su arquitectura liviana, discreta y luminosa está muy bien restituida. No sé si era la primera vez que Mulas fotografiaba un museo pero sentimos su capacidad no solamente para mostrar las obras sino para restituir la atmósfera que las rodea, un talento naciente que se confirmará en la década siguiente. Es entonces un buen descubrimiento; el único reproche es la extraña ausencia de leyendas en la mayoría de las fotografías (quizás se hayan perdido).
Gabriele Basilico, Az-Zarqa Free Zone, 2006, páginas 74-75, (c) Archivio Gabriele Basilico |
Los dos libros son relatos fotográficos de viajes, y es extraño tener en la misma serie Free Zone 2006 de Gabriele Basilico (2018, 100 páginas y un folleto en inglés de 12 páginas, 76 fotografían en color de página completa). En efecto, a diferencia de los tres libros precedentes de la colección en Irán, Glasgow y Marruecos (que no he visto), este trata de un viaje algo singular. Amos Gitai, después de haber realizado la película Free Zone en 2005 (no es su mejor película a pesar de tener a Natalie Portman y a Hiam Abbass) le pide a Basilico el año siguiente que vaya a fotografiar los lugares en donde tuvo lugar la película: Tel-Aviv, Jerusalén, Nabi Moussa, el punto de la frontera entre Palestina y Jordania controlado por los israelíes, Amman, la zona franca de Az-Zarqa en el noreste de la capital, Gerasa sin sus ruinas, y regreso a Tel-Aviv por Haïfa. Pretextando una historia típicamente «izquierda sionista» que intenta construir puentes y complicidades entre judíos y palestinos, la película desarrolla un esquema poco realista en el cual la ocupación pasa al segundo plano puesto que los beneficios económicos y los negocios entre israelíes y árabes podrían volverla aceptable (a la Jared Kushner). Una zona franca en la que se venden carros sin impuestos y en donde israelíes y árabes pueden hacer negocios juntos (que no está desmilitarizada, ni entre Israel y Jordania, al contrario de lo que dice el texto) no presenta ni la sombra del principio de una premisa de solución a la ocupación y al conflicto. Basilico, realiza ese recorrido un año después de la película y hace bellas fotos que tampoco dan cuenta de la realidad de la ocupación en el terreno. Él que había sabido restituir tan bien la dimensión trágica de Beirut destruida, aquí hace un trabajo bien hecho formalmente (las casas Bauhaus de Tel-Aviv, Nabi Moussa, la cantidad de coches), pero poco pertinente, con una enésima foto del Muro de Separación, de la Cúpula de la Roca, del Muro de las Lamentaciones, etc. El libro comprende un relato de Basilico, una carta de Gitai a su viuda y un texto del crítico Andrea Lissoni, además de fotos de sus encuentros.
Libros recibidos en servicio de prensa.
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