mardi 1 mai 2018

La selección del crítico


29 de abril de 2018, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)



Joao Pedro Vale, Barco negro, 2004, barco de madera, hierro, plástico, tela, cera y objetos diversos


Interesado como siempre por las obras de Pedro Cabrita Reis y por lo tanto por los artistas que le gustan, fui a ver su colección de obras de artistas portugueses, que vendió en 2015 en la Fundación EDP, y que presentan (hasta el 20 de mayo) en el Museo municipal de Oporto con el titulo de Germinal (sea por la novela de Zola o el mes republicano, no veo ninguna relación). Y en general fue una decepción. Vemos pintores que intentan escapar de la banalidad pictórica a través de diferentes artificios, escultores/instaladores que despliegan todas las trivialidades de los discursos pos modernos, videógrafos que utilizan ilusiones espaciales que carecen de sentido, un fotógrafo repitiendo temas ya pasados sobre la representación del mundo, en fin, un conformismo desalentador que sorprende de parte de un artista tan creativo.



Vasco Araujo, La Stupenda, 2001, video 16’45 » e instalación, mobiliario, cojines bordados



Por fortuna, sobresalen media docena de obras. Primero, da gusto ver una obra de juventud de Joana Vasconsuelos, antes de que se entregara al 
marketing decorativo : su obra Pop Luz, que hizo en 1995 siendo aún estudiante, sobresale por su talento y sobria densidad. 
El instrumental poético seudo científico de Francisco Tropa, y la arquitectura de Le Corbusier incendiada por Rodrigo Oliveira, a la vez seducen y molestan. Vasco Araujo logra una bonita instalación, personificando a una cantante egocéntrica e incoherente, un juego sobre la revelación, el miedo, el silencio.


Paulo Mendes, A Escolha do Critico, 1993, 6 fotos, 6 sillas de Marcel Breuer, vitrina (vidrio y hierro), libros



Y al final, salvan la exposición dos instalaciones monumentales que tienen sentido. En la entrada la barca negra de Joao Pedro Vale (arriba) es un emblema cultural, tanto de los pescadores como del fado, mirada crítica sobre el pasado (en particular sobre los mitos del Estado nuevo) y, estructuralmente, un ensamble complejo de objetos ennegrecidos que provocan una especie de fascinación melancólica. La otra instalación que sobresale es La selección del crítico, en la que Paulo Mendes ha fotografiado las bibliotecas de seis críticos de arte portugueses conocidos : las fotografías presentadas por encima de sillas Wassily, y al lado de una vitrina con libros que esos mismos críticos consideran esenciales, agudizan naturalmente la curiosidad del espectador, que se siente en su elemento : ¿cuáles son los libros que lee Joao Pinharanda, por ejemplo y qué vinculo puedo encontrar con lo que escribe, qué influencias en su trabajo? Pero una vez satisfecha la curiosidad, la instalación cuestiona, naturalmente, y de una forma bastante elegante, el papel de la crítica hoy, en un mundo artístico en el que sólo deciden los coleccionistas y las instituciones y en el que la crítica ya no sirve para gran cosa, salvo a veces, para pintar el lienzo del fondo; el crítico selecciona pero en el fondo, ¿qué importa? 
Es una obra política, sutil, y es suficiente para hacer feliz al espectador (que le agradece a pesar de todo a Pedro Cabrita Reis por los toques de ingenio).


Dayana Lucas, Antropofagias HH II & III, 2018, dibujos en papel, hierro y concreto


También en Oporto, si visita Serralves, si ya vio a Marisa Merz y si Alvaro Lapa no le inspira para nada, suba a ver los dibujos sobre papel y en el espacio, de la venezolana Dayana Lucas (hasta el 3 de junio). Su práctica ritual del dibujo, de inspiración oriental (ella cita a Herrigel como inspirador), con trazos sencillos y elegantes en un espacio vacío, está hecha de liviandad, de evocación, de sugestiones, de sin decir, de sin mostrar. Trabaja por primera vez en el espacio y sus lineas dibujadas se convierten en esculturas que flotan en el espacio de la sala. Uno las recorre, se les mide, se confronta con ellas, las experimenta, al tiempo que escucha una música circular e infinita (con el ruido agobiante de un dedo al borde de una copa de vidrio). Antes de entrar, un pequeño video en el que las manos de la artista, únicas visibles en la oscuridad, intentan en vano hacer saltar una chispa de dos silex que frota uno contra otro, como al principio, un nacimiento. Es super sencillo y bello (bonito texto del curador, Ricardo Nicolau). 

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