(Artículo original en francés, aquí)
Jardin rouge, abril de 2018 |
¿Qué lugar ha permitido esta exposición (y allá)? No es una simple galería o centro de arte, ni siquiera una simple residencia. Todos los artistas que exponen aquí hicieron residencia en el Jardín Rojo; y prácticamente todos han venido varías veces a través de los años, cuatro, siete veces. Es por supuesto, ante todo, un lugar que pone medios a disposición de los artistas, que les permite realizar obras técnicas a bajo precio, y que financia esos medios de producción. Para muchos de ellos esta facilidad para producir los ha incitado a arriesgarse y a experimentar nuevas técnicas, a pasar de la bomba al pincel, de la pintura a la escultura, a realizar obras más grandes, más complejas, sin obstáculos prácticos. Pudieron hacer errores, investigar, salir de su zona de comodidad. Aquí, a diferencia de su trabajo cotidiano, tienen tiempo, medios, y la dosis de audacia necesaria.
Jardin rouge, salón exterior, foto Laetitia Mucchielli |
Pues no es solamente un lugar en el cual todo sería posible y en el que uno se arriesga a la dispersión, es sobre todo un lugar en donde se dialoga con los artistas, se les incita, se les anima a explorar, a cuestionarse. Tanto el fundador, un hombre de negocios francés que se enriqueció en Rusia como la directora artística, intercambian con ellos, les ayudan a evolucionar y les dan confianza: lo que sin lugar a dudas hace también un buen galerista, pero todos no tienen la suerte de tener galeristas que razonen sobre el fondo y a largo plazo. Kouka, por ejemplo, supo hallar aquí la coherencia que le hacía falta entre su obra callejera y su obra en galerías, al abandonar el lienzo para pintar tablas de cerca. Arriba, una de las primeras obras por el estilo de Kouka, una cerca en la cual, poco satisfecho de la parte inferior, decide por primera vez añadir un texto, un poema de René Char con el fin de equilibrar la composición.
Benjamin Laading, Perls and all, 2018, acrílica sobre lino, 195x130cm |
Hay pocas reglas, en principio pocas definiciones, pocos marcos definidos, y es un lugar en donde todo va rápido; las obras las muestran rápido al público, a los coleccionistas, las reacciones son rápidas, y el artista escucha y puede si es el caso, reorientarse. Claro que también es una empresa comercial, las obras están en venta pero el patrocinio del propietario del lugar predomina : se privilegia el largo plazo mucho más que en muchas otras galerías. Arriba, un lienzo del noruego Benjamin Laading descubierto recorriendo las salas, son gotas de agua : armonía entre tema y estilo, captura de un instante, proyección de pintura sobre el lienzo.
Charly d’Almeida, Communauté, 2017, escultura ensamblaje de metales, 170x280x20cm |
En fin, es un lugar en donde los artistas se escapan de la soledad de sus talleres para intercambiar entre ellos, estimularse, confrontarse con miradas múltiples (varios dicen que desde que salieron de bellas artes no habían tenido ese tipo de estímulo crítico); se escogen los residentes de tal forma que eviten grandes competencias y estimulan la ayuda mutua y el intercambio. El enfoque no es nunca singular, monográfico, sino que privilegia siempre el diálogo y la confrontación. Por ejemplo, la frase de RERO en la fachada de la exposición fue elegida entre otras después de una discusión con los tres otros exponentes. Poco a poco se forma una comunidad, los artistas vuelven para hacer otras residencias. La divisa de esta moderna abadía de Thelème artística podría ser «Haz lo que quieras» : la puesta en marcha de una utopía. Uno de los ejemplos es el programa In-disciplina en el cual un «maestro» convida a cuatro jóvenes artistas a residencia con él; arriba, una escultura metálica de uno de ellos, Charly d’Almeida procedente de Benín.
Tarek Benaoum, Immortal Pinions, 2015, acrílica y tinta sobre lienzo, 200x200cm |
Naturalmente todo no es ideal. La mayoría de los artistas son europeos del oeste, rusos o africanos : hay pocos del lugar (dos de 50, me parece, Omar Mahfoudi y el increíble calígrafo Tarek Benaoum), sin contar una exposición itinerante, falta todavía que se implanten en el medio artístico marroquí. A menudo describen el lugar como un oasis, desde luego, pero no se encuentra en un «desierto» , queda mucho por descubrir alrededor. Pueden sorprendernos dos exposiciones que se salen del bonito programa, las de Olivier Dassault y Rancinan, probablemente estén allí por amistad. En fin, y debido esencialmente a la importancia del arte de la calle en el programa, hay pocas mujeres (creo que solo dos, Valérie Newland y Roxane Daumas); pero la apertura hacia otros universos como el de la fotografía, debería restablecer cierto equilibrio. El lugar, aunque abierto al público lo hace con parsimonia, pero todo esto no son sino detalles que no deben ocultar los méritos del proyecto.
Yuri Averin, Silence is gold, 2017, acrílica sobre lienzo, 85x65cm |
Entre los artistas haciendo residencia que se encuentran allí, el ruso Yuri Averin, que también viene del grafiti, es totalmente único : su pintura sobre muros o lienzos está anclada en el constructivismo, el suprematismo y la abstracción geométrica al contrario de la casi totalidad de sus colegas. Nació en Kranoiarsk, Siberia oriental, desde el liceo empezó a buscar maneras diferentes para expresarse artísticamente en la calle; sus primeras composiciones llaman la atención de otro artista que lo incita a leer y a descubrir la historia del arte. Kandinsky tiene una influencia grande en él, pero también cita a Malévich, Rothko y a Andreï Pozdeev. Sus composiciones geométricas, matemáticas, con playas de colores primarios, sin ninguna tentación de diseño inútil dan testimonio de un vocabulario formal arraigado en la historia del arte pero adaptado a la cultura contemporánea y al estilo rápido y fluido del street art. Este libro presenta su obra, sorprendente.
Nota deontológica: viajé invitado por la Fundación Montresso.
Imágenes cortesía de la Fundación Montresso, ©montressoartfoundation, salvo la primera del autor.
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