4 de agosto de 2015, por Lunettes Rouges
Alexandre Farto
(Vhils), Faja de Baixo 2012, ph. Vitor Belanciano
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El festival Walk and Talk no es solamente
un lugar de exposición, es ante todo la manifestación
de la voluntad de salir del White Cube, de abolir barreras alrededor del arte
'noble', de intervenir en los barrios. Ello toma la forma de residencias y
talleres artístico-artesanales sobre el tejido, el bordado, la cestería, la tipografía, que, debo decir, me dejaron perplejo (será que soy demasiado 'high culture'...), y sobretodo de arte de la
calle, de arte en la calle, de arte público.
Las numerosas obras murales son de calidad desigual y al lado de pinturas
bastante básicas y decorativas, se encuentran también
algunas obras densas y creativas. Me sorprendió también que salvo alguna excepción
(creo, pero no vi todo), no haya obras expresamente políticas siendo que el medio mural generalmente se presta muy bien
para ello.
Doa, Ponta Delgada, 2012 |
Una de las obras murales más sutiles apenas si se ve, podría
ser tan solo un conjunto de manchas sobre una pared deteriorada. Es al mirar más de cerca y con cierta luz, que uno empieza a
reconocer formas, líneas, mapas, un archipiélago : y si algunas
islas azores se reconocen fácilmente, otras no corresponden a nada conocido. La artista española DOA reconstituyó un archipiélago imaginario en donde aparecen no solamente las islas
existentes sino aquellas que desaparecieron después
de una erupción volcánica y de las cuales solo existe hoy alguna alusión en viejos libros mágicos, leyendas
antiguas o vestigios arqueo-tectónicos. Ese trabajo
sobre la desaparición de las tierras es él mismo un trabajo de
desaparición : la lepra de la pared, la humedad marina, la sal y el viento
borrarán poco a poco esta obra efímera,
tan predestinada para la nada como lo fueron las misteriosas islas
hundidas.
Jacopo Ceccarelli (2051) San Roque, 2015 |
Cartografía
también, la obra mural de Jacopo Caccarelli, que trabaja bajo el seudónimo 2501 (también aquí), se estaba creando cuando nosotros pasamos. Se veía, alrededor de un mapa dorado del archipiélago, una ola inmensa de curvas concéntricas,
como la representación del mar en los grabados medievales. Pero esos círculos podían ser también el corte del tronco de un árbol
antiquísimo, marca tanto del tiempo como del lugar. Esta obra casi
abstracta, hecha a mano alzada y que integra algunos accidentes, algunos
colores, aportaba, en medio de tantas pinturas demasiado evidentes, una
densidad inusual. Veamos también, en un estilo
similar, igualmente depurado, la obra "volcánica"
de María Pedro Olaio y Joao Valente, ensamblaje de lavas negras y
baldosas blancas sobre una pared delante del museo (cerrado).
Freddy Sam, rua da
Solidariedade, Lagoa, 2015
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Entre las pinturas murales más figurativas, la del sudafricano Freddy Sam es una de las más impresionantes : en un
barrio de pescadores, calle de la Solidaridad en Lagoa, representa a tres jóvenes (que podemos encontrar en el puerto vecino), con el agua
arriba de las piernas y sus miradas divergentes. Una delicada línea dorada une sus rostros, los une y los ciega, transformando
esos retratos individuales en figuras universales. Es uno de los mejores
ejemplos de colaboración entre artista extranjero y población
local.
Alexandre Farto (Vhils), Ponta Delgada, 2011 |
Y naturalmente la estrella indiscutible de
ese capítulo es Vhils (Alexandre Farto), primero por su manera (quitar
antes que añadir), luego por su implicación
con las comunidades locales (como aquí,
retratos de pescadores en un edificio frente al mar). En la parte alta de Ponta
Delgada, transformó
una casa burguesa en ruinas en un retrato apacible y
sensual de una mujer con grandes manos mecedoras en cuyos brazos uno puede
enroscarse (arriba). En un pequño puerto de pesca, zona de gran pobreza, se confrontó, además de las paredes, con un viejo barco de madera insignificante y al esculpirle motivos geométricos y rostros, volvió a darle alma. Puede que no sea causalidad que el barco se llame Leonardo, otro espíritu universal...
Alexandre Farto
(Vhils), Rabo de Peixe, 2015, fot. Rui Soares
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Así va el arte público en esta isla, subsistiendo de un año
para otro, siempre visible pero desapareciendo poco a poco por los caprichos de
la intemperie y creando algunas veces en los barrios un vínculo estrecho entre artistas y habitantes.
Viaje por invitación
del festival
Fotos del autor excepto 1&6
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