(Original en francés aquí)
Clémence Veilhan, 24 images dans la vie d'une femme. Maman Dépression
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Me parece que son sobretodo mujeres las que hasta ahora han escrito sobre la exposición de Clémence Veilhan* en la galería Laure Roynette (hasta el 31 de enero). Y lo han hecho muy bien, al hablar de Lolitas y de la sensualidad adolescente, conmovidas ante los cuerpos aún torpes de las tres series presentadas. Ya que ante todo es cuestión de series, de un plan, de reglas que la fotógrafa se impone y le impone a sus modelos. Y quizás, al tiempo que examinamos los temas, habrá que intentar comprender las reglas de un "juego" probablemente ni tan divertido ni inocente a pesar de lo que diga la artista.
Clémence Veilhan, Nunca fui una niña pequeña, Céline
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El vestido de Clémence Veilhan (Nunca fui niña) |
Es verdad que cada serie me parece ser ante todo una negación del tiempo : toda fotografía captura, extrae, suspende y detiene la inexorabilidad volátil del tiempo. Pero aquí, sobretodo, la artista se encarga de reforzar esa suspensión del tiempo, de no limitarlo a la única esencia fotográfica y hacerlo adherir a su narración, a sus personajes, a sus ritos. Algunas jóvenes adultas se visten con un vestido de la infancia de la artista (su único objeto recuerdo), intentando meter sus formas amplias en ese traje infantil demasiado pequeño para ellas : esta prueba de una sola talla para todas es naturalmente divertida y nostálgica, pero (será porque soy un hombre de cierta edad) yo vi sobretodo una tribulación, un intento trivial algo desesperado por negar el tiempo que pasa, rechazar las formas que se dibujan, la feminidad que se afirma; y también un fantasma de uniformidad, de estandarización que insiste sobre el plan de puesta en escena y de toma, también normalizado y uniforme.
Clémence Veilhan, 24 imágenes de la vida de una mujer |
Clémence Veilhan, 24 imágenes de la vida de una mujer, "Nunca más seré virgen. Tengo las mejillas coloradas. El dice 'seno', yo digo 'pecho'. Ayer fue mi cumpleaños. Tengo 15 años." |
Otra serie, todavía más pretendidamente autobiográfica (sin que sepamos distinguir realidad y ficción) muestra 24 imágenes de la vida de la fotógrafa, desde su infancia hasta hoy, actuando sus recuerdos, sus primeras veces (primeros besos, primeras reglas, primer amante), sus emociones, y algunos dramas a veces trágicos a veces divertidos, y siempre siguiendo el mismo plan : un autorretrato "con traje" de pie, el disparador bien visible, fondo neutro, mirada frontal, y, debajo de la foto, algunas líneas manuscritas y explicativas. En lugar de pensar en Nan Goldin, de quien fue asistente, pensamos más bien en la joven Cindy Sherman, tanto por la forma como por la dosis de ficción que creemos ver. 24 imágenes, un segundo de cine, la historia de la vida de una muchacha : otro intento para detener el tiempo, negar la edad, para hacer de la fotografía un conservatorio refrigerante, una glaciación.
Clémence Veilhan, Chewing Girls, 2008 |
La tercera serie es probablemente la que más molesta : ¿ que hacen esas muchachas desnudas con su bomba de chicle, como si fueran muchachitas falsas con mirada vacía, sin expresión, sumergidas en esa actividad fútil ? Nuestra mirada se desprende de sus anatomías, todas bien diferentes, además, para fijarse únicamente en el vacío irrisorio, en el irreal incierto, en esa forma redonda casi indecente que emerge de sus labios : tercer ojo, tercer seno. Percibimos algún erotismo? ¿ Esperamos que la bomba estalle, que el edificio se derrumbe? Son imágenes lo suficientemente extrañas y singulares capaces de desestabilizar la mirada. ¿ Se trata de chiquillas envejecidas prematuramente o de muchachas nostálgicas de sus años de inocencia ? ¿ A qué corresponde esta vacuidad, cuál es su nombre? Más allá del plan de toma, más allá del cuestionamiento de la artista sobre la identidad femenina (¿somos más reales que una bomba de chicle?) ¿ Se trata en realidad de redondez, de embarazo, de flores que se transforman en frutos, como propone el psiquiatra Maurice Corcos en su bonito texto sobre la exposición ? ¿ Toda esta nostalgia de la infancia perdida que se ve por todas partes no puede resolverse sino dando a luz**? ¿ Es eso lo que contienen esos espacios poco definidos, esas bombas tan misteriosamente intemporales como el espejo de los Arnolfi o el poliedro de la Melancolía ? ¿ Es así que la fotografía no solamente detiene el tiempo sino que lo remonta?
Clémence Veilhan, Chewing Girls, Mélinée, 2008
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Más que por la introspección y los elementos autobiográficos, más que por el relato en imágenes del paso de la infancia a la edad adulta, en esta obra me impresionó primero su rigor formal y también la relación con el tiempo, el misterio fotográfico. Y posiblemente no sea necesario ser mujer, y "reconocerse en esos ritos de iniciación", para apreciarla. Otro hombre se interroga : "Es posible sin ser mujer pretender entender todos los componentes de esta historia totalmente determinada por la feminidad, los misterios, las dudas, a veces el sufrimiento que Clémence Veilhan nos quiere representar ?
*cuyos infortunios estuvieron en primera plana el verano pasado
**en el momento de escribir las leyendas de las fotos descubro con sorpresa que la jovencita que elegí tiene el mismo nombre (raro) que aquella a quien se dirigían estas palabras : "oh amor mío mi huérfana/Y te digo que vivas y que tengas un hijo". Ella no tuvo. Y el plan de la serie decía "usted no tiene hijos"
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