(artículo original en francés, aquí)
Marie Mathématique |
La exposición "Todos vigilados por máquinas de amorosa gracia", (en el Palais de Tokyo hasta el 8 de mayo) debe, si entendí bien, mostrar la relación entre arte y máquinas cibernéticas, tal y como nos invita el poema de Richard Brautigan que inspiró su título. Y, como a menudo en estos lugares, nos cuesta distinguir el vinculo, incluso poco perceptible, entre los argumentos del comisario y las obras presentadas. Aunque la intensidad luminosa de las lámparas-sillas suspendidas de Mika Tajima varía en función del humor de la red, a partir de algoritmos que miden los sentimientos positivos o negativos en Facebook o Twitter, no es de una originalidad loca.
Marie Lund, STILLS,2015-2017 |
Me gustó la serie de lienzos descoloridos de Marie Lund, persianas que soportaron el sol y las intempéries y perdieron más o menos el color; las combina con vaciados de concreto de piernas con bluyín y amplaciones de cobre de objetos cotidianos; un conjunto sobre la materialidad bastante logrado, pero ¿cuál es la relación con las máquinas y la cibernética? Igualmente las frías instalaciones de Lee Kit, de Pedro Barateiro (sigue obsesionado con las palmeras enfermas) y de Michael E. Smith que dan prueba del minimalismo jansenista tan de moda, no le aportan mucho al tema, como tampoco el tríptico video disneyen de Isabelle Cornaro. En cambio, Marjorie Keller realizó un inventario para el seguro de su casa de familia, y su video nos muestra cada uno de los objetos, único y magnificado en el momento en que la cámara lo capta para luego caer de nuevo en la oscuridad, mientras que las voces de la familia forman un fondo sonoro. Sin la mente metódica y catalogadora de un Christian Boltanski o de una Ana Pérez-Quiroga, este extraño y melancólico catálogo transforma los objetos cotidianos en fantasmas con aura. Claro que sigue siendo cuestión de objetos, pero estamos lejos de las ciberpraderas, ciberbosques y ciberecología del poema de Brautigan.
Marie Mathématique |
Pero no todo está perdido ya que nos queda María Matemática, primera heroína TV de ciencia ficción, hermanita de Barbarella, quien, durante su corta vida de 36 minutos en seis episodios del programa Dim Dam Dom, entre octubre de 1965 y abril de 1966 (no, no los vi en ese entonces pues estaba preparando mis exámenes en el internado...) aporta cierto frescor, poesía y un erotismo de lo más agradable : la historia ocurre en 2830, y la jovencita de buena familia y de gran belleza adopta animales galácticos, la recibe la reina de Venus y ella acaricia a su hijo, se encuentra con los Karkafouille y los Péronnelle del Bosque que me recuerdan a Georges Hugnet, y propaga la felicidad por el universo. Al ver su belleza un montón de ladrillos locos que aterrorizaba en Drôme se enamora de ella y la cubre de caricias (ladrillos), pero ella se enamora de un delincuente con moto y chaqueta de cuero, para quien en la escena final, desnuda al fin su cuerpo perfecto, y más.
Marie Mathématique |
Instálese delante de esta pantalla (nada para sentarse) y disfrute durante estos cortos 36 minutos, los poemas en forma de virealy de André Ruellan, susurrados de forma erótica por Serge Gainsbourg y marcados periódicamente con una sonrisa de tonta absolutamente perfecta. Dibujos de Jean-Claude Forest (autor de Barbarella), realizado por Jacques Ansan, y, entre las presentadoras de cada episodio me pareció reconocer a France Gall (claro que en esa época todas las chicas bonitas tenían capul). ¡Por fin estamos felices con las máquinas de amorosa gracia!
Mel O'Callaghan,, Dangerous on-the way, 2016 |
Un poco más lejos, la exposición de la australiana Mel O'Callaghan se compone de tres partes : una estrada con un gong, un sistro, madera calcinada y una taza gigante con agua, en donde se llevan a cabo representaciones (que no vi) y se siente una espiritualidad discreta, probablemente huellas invisibles de transes pasados. Una pantalla video grande presenta su película sobre los hombres de Borneo, quienes, para recoger los nidos de salanganas (parece que es un plato muy apreciado), construyen andamios inmensos y que se mueven en todo sentido dentro de una gruta gigantesca : es una película llena de ruido y de luz, que intenta compartir con nosotros el pavor y el éxtasis de aquellos hombres audaces; sin pretensión etnográfica (en las antípodas de la obra de Camille Henrot, por ejemplo). Por fin una tercera sala de descompresión, cuyos obstáculos son esculturas geométricas blancas : percibimos aún los sonidos de las películas, pero poco a poco nuestro espíritu se tranquiliza, nuestro pulso se estabiliza. El trabajo sobre el rito es muy bueno, y la forma que utiliza el artista para hacernos abordarlo es brillante. Bueno, otro día les hablaré de Abraham Poincheval.
Fotos 2 & 5 cortesía del Palais de Tokyo; fotos 1 & 3 INA; foto 4 del autor.
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