(artículo original en francés, aquí)
Gabriele Basilico, Siraz, Iran 1970 |
La Casa Europea de la Fotografía presenta (hasta el 9 de abril) una gran exposición sobre Gao Bo (a la que dedico el próximo artículo) y varias otras exposiciones, como de costumbre, pero esta vez el museo no está lleno, la sala de abajo está vacía. Para empezar, hay algunas donaciones recientes entre las cuales sobresale el viaje de Gabriele Basilico en Irán cuando tenía 26 años (1970) : en una mezquita de Chiraz que brilla con mil luces resplandecientes, una joven de finas facciones, sostiene su velo con una mano firme bajo el mentón y deja escapar una melancólica mirada hacia un lugar fuera de cámara que quedará desconocido para nosotros. También hay bonitos herbarios de Paul den Hollander que forman composiciones casi abstractas entre las hojas y los adhesivos que las mantienen sobre el papel.
Jean-Yves Cousseau, Plombs (en Vera), 1997, 6 cibacromos, presentados un poco diferentes en la exposición |
Enseguida vemos en otra sala las fotografías transformadas de Jean-Yves Cousseau, que pasaron la prueba del agua, del herrumbre, de las intempéries, o diferentes intervenciones orgánicas o químicas que las metamorfosearon. Si en algunas el proceso parece en vano, o produce barrocas composiciones polípticas bastantes desconcertantes, otras, más sencillas, llaman más la atención por la reflexión en su composición, más formal, que tiende a la abstracción, tal la serie de 1977 intitulada Plombs.
Vincent Perez, Veterano del trabajo, Casa de las asociaciones, cerca de Arkhangelsk , diciembre de 2016 |
El actor Vicente Perez también es fotógrafo y su multiculturalismo lo ha incitado a realizar dos series de retratos sobre el tema de la identidad; la diferencia entre las dos series muestra bien su arte de retratista. En efecto, sus congoleños de Chateau-Rouge, todos muy elegantes, tienen perfecta conciencia de su imagen y quieren controlar su apariencia : posan sin naturalidad y Perez solo puede grabar lo que los modelos le muestran. Quizás por falta de experiencia o de confianza en sí mismo, parece que los sujetos controlan al fotógrafo. En cambio, en sus serie sobre los rusos, pueblo con el que se ve que tiene más familiaridad, sentimos la mirada del fotógrafo, su sentido de la composición y de la puesta en escena : sus rusos humildes, recién casados, habitantes de la calle, bailarinas, nadador, originarios del Cáucaso o jubilados cubiertos de medallas, muestran todos un pudor y un orgullo recóndito y simple, que Perez, libre de la vanidad congoleña, supo capturar muy bien.
Roger Vulliez, Autorretrato, Limoges, 1974 |
En fin, cuando uno emerge del tumulto Gao Bo, respira de nuevo con la serenidad de la colección que Bernard Plossu le donó a la MEP, revelados pequeños, la mayoría en blanco y negro que, por su gran apetito fotográfico, intercambió a través de los años con otros fotógrafos, algunos conocidísimos y otros menos. Sentimos en el fondo de esta colección, no tanto el estilo, en todo caso la ética de Plossu, hecha de sencillez, de modestia, y de una mirada siempre alerta (mejor dicho, todo lo contrario de Gao Bo..) Nos hallamos en lo intimo y ligero, en lo intemporal y lo eterno, en lo elegante y lo poético. ¿ Cómo elegir a quién presentarles aquí que tradujera mejor esos valores ? Yo no sabía nada de Roger Vuillez, y me gustó este pequeño revelado, como un punto de interrogación irónico sobre lo que es la fotografía; recorriendo su página no me sorprende que a Plossu le hayan gustado tanto ciertas obras de Vuillez, de hechura diferente pero de mentalidad cercana.
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