(artículo original en francés, aquí)
Abraham Poincheval saliendo de su Piedra en el palacio de Tokyo el 1 de marzo de 2017 después de una semana en el interior, foto Joël Saget AFP |
Cuando yo estaba chico, un equilibrista llamado Henry's se pasaba días, semanas, meses, sobre una cuerda por encima de edificios, cañones, del lago de una represa vecina o del Caldero verde. Aunque su necrología de Le Monde la escribiera el crítico de danza del diario, Henry's no se consideraba como un artista, ni como un representador, sino que le gustaba explorar los limites de sus posibilidades físicas y mentales. Mirando en el Palacio de Tokyo las diferentes representaciones de Abraham Poincheval, quien se declara firmemente artista porque pasa algunos días dentro de una roca (arriba una imagen de cuando salió de la roca en PalTok), dentro de un oso disecado (abajo, en el Museo de la Caza) o en la cima de una columna, intento entender la diferencia entre las proezas no artísticas de Henry's (fuera del hecho de que duraban más tiempo y eran más deportivas) y las representaciones artísticas de Poincheval.
Abraham Poincheval, En la piel del oso, Museo de la Caza y la Naturaleza 2014, foto Sophie Lloyd |
En realidad, en la mayoría de sus representaciones estáticas, es, me parece, el argumento y no la acción lo que hace la diferencia; argumento del artista y argumento de los comisarios. Si Henry's no era sino una divertida atracción que despertaba admiración a causa del exceso, Poincheval, es un elemento muy consciente de la sociedad del espectáculo. Diplomado de bellas artes, introduce referencias estéticas y literarias (Candido de Voltaire, Toine de Maupassant,..), crea vínculos filosóficos con su "exploración de la naturaleza humana" y su "experimentación de la temporalidad mineral". Y son hazañas publicitadas, avatares artísticos de Koh-Lanta que gustan mucho.
Abraham Poincheval y Laurent Tixador, Lo desconocido de los grandes horizontes, 2002 |
Más que esos espectáculos que ponen en escena en el Palacio de Tokyo, en el Museo de la Caza, durante la Noche en Blanco o en las FRAC, o en centros de arte, en realidad lo que más se acerca a mi sensibilidad son sus representaciones itinerantes, las exploraciones del territorio que hiciera con su ex-cómplice Laurent Tixador, de quién, por otro lado, la reflexión sobre la representación me parece más elaborada y menos seductora. Es así que la caminata con brújula para no desviarse de la linea recta entre Nantes y Caen y luego Caen y Metz me sedujo no a causa de la "hazaña" que hicieron, finalmente bastante simple, sino por la dimensión protocolaria rigurosa que la construye, la aplicación de un principio mental, matemático, a un espacio natural y geográfico que se le opone. No hay interacción divertida con el espectador ("y ¿cómo hace pis en su piedra?), sino un rigor ético estricto, lejos del mundo y del brillo de sus lentejuelas.
[20 de marzo : un lector me señala esta obra de Timm Ulrichs, que data de 1978/80 en Norhorn; pero Ulrichs no estuvo sino diez horas. Bastantes fotos. Este artículo sirve de « comparación »]
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