(artículo original en francés, aquí)
Un día, la biblioteca de André Guedes fue inundada y con ello uno de sus libros sobre el Bauhaus quedó deteriorado, y entonces, un día, el recuerdo de los desastres que provocaron la destrucción del Bauhaus fue reactivada, y un día, André Guedes advirtió la pertinencia contemporánea de esos desastres pasados y decidió hacer con ellos una obra.
André Guedes, Die Wiederherstellung des Geistes, 2015, vista de la exposición, f. Bruno Lopes
|
Y así compuso una especie de ópera visual en la que cohabitan el texto de una obra hecha con fragmentos de escritos de la época, mezcla crítica de ficción y de realidad, cuyos personajes apenas disfrazados, son Klee, Moholy-Nagy o Gropius, al lado del coro de estudiantes, imágenes de un libro deteriorado en el cual se reconocen fotos de profesores, de edificaciones o de obras; recortes de periódico de la época con letras góticas algo amenazadoras y xilografías; y tercer componente, papeles coloreados desteñidos (en donde Vera Cortês hasta el 7 de noviembre).
André Guedes, Die Wiederherstellung des Geistes, 2015, vista de la exposición, f. Bruno Lopes |
Es entonces una cuestión de utopías, del recuerdo de un momento y de un lugar de inteligencia y de libertad que se sumergió en el desastre, es también un murmullo sobre lo que podría pasar de nuevo. Tanto el título en alemán "Die Wiederherstellung des Geistes" (la recuperación del espíritu) como la presentación por Juan de Nieves, aluden de forma poco sutil a los "malos" alemanes, autoritarios, déspotas, represivos, históricamente anti terroristas, etc., y podemos sonreír al ver cómo, en pocas semanas, nuestra imagen de los alemanes ha cambiado, de malvados anti griegos a filántropos anfitriones para refugiados (luego a truhanes de Voslwagen) y cómo de repente este argumento político parece pasado...
André Guedes, Die Wiederherstellung des Geistes, 2015, vista de la exposición, f. Bruno Lopes |
En la sala, escena de una acción artística que no vi, un diván y una columna copia de las del vestíbulo del Teatro de Iéna, por Gropius y Adolf Meyer. El capitel de vidrio es evocador para un lisboeta ya que tienen los mismos en un edificio del Diário de Noticias y en el Parque Mayer, la modernidad triunfante pasándose por alto las fronteras, de la democracia de Weimar al Estado Novo.
Share and Enjoy
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire