(original en francés, aquí)
Alejandro Jodorowski, cartel de El Topo, 1970 |
El artista franco chileno Alejandro Jodorowsky tiene tantas facetas, tantos talentos diferentes, que de costumbre cada uno de nosotros percibe solo un fragmento o dos. Para los unos es autor de historietas, en particular, El Incal con su gran cómplice Moebius. Para otros es escritor y poeta. Para muchos es un hombre de teatro y mimo junto a Marceau. Para la mayoría es cineasta, autor de películas revolucionarias, mágicas y perturbadoras (y, en primer lugar El Topo). Para algunos estetas amantes de esoterismo, es un maestro del Tarot. Y actualmente, es uno de los raros artistas que saben transformar Twitter en un medio poético. Y muchas otras cosas más, como sus performances-happenings (todavía en la actualidad) o sus Fábulas Pánicas.
Alejandro Jodorowski, cartel de Dune, hacia 1975 |
Y, a pesar de tan destacadas creaciones, para mi, es ante todo el hombre de un destacado fracaso, el hombre que sin ni siquiera haberlo leído antes, quiso confrontarse con ese libro-universo que es Dune para hacer la película más extraordinaria de todos los tiempos, el hombre que durante cuatro años trabajó con obstinación y devoró en sus investigaciones los dos millones de dólares que le había dado su productor Michel Seydoux, el hombre que quería hacer rodar a Orson Welles, Mick Jagger, Amanda Lear y Salvador Dalí (cuya remuneración hubiera sido 100.000 dólares el minuto), con músicas de Magma y Pink Floyd. Un día, lamentablemente, la realidad económica se interpuso ante la desmesura del proyecto que nunca fue realizado ya que los grandes estudios lo rechazaron, pero que "inspiró" Alíen, Stars Wars, Terminator, El Arca perdida y a algunos otros plagiarios descarados. Y el cine espectacular de ciencia ficción nació de este fracaso, gracias a Dune. Lo peor es tal vez que después hubo financiación para que David Lynch cometiera la peor traición de la historia del cine, la transformación en la pantalla de un libro tan poderoso como la Biblia, en hueso de cuarta categoría (y, por caridad, no digamos nada de Sting...). Como dice Jodorowsky, "aprendimos a caer mil veces con obstinación salvaje hasta aprender a mantenernos de pie". Recuerdo a mi viejo que al morir feliz me dijo : "Hijo mío, triunfé en la vida porque aprendí a fallar."
Alejandro Jodorowski, captura de pantalla, con María Inés Rodríguez, 2015
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Es entonces en la gran nave del CAPC de Burdeos que todavía se puede (hasta el 31 de octubre) descubrir la obra de Jodorowsky, deambulando a través de un dispositivo laberíntico creado por el arquitecto griego-noruego Andreas Angelidakis a partir del Tarot, desde la Torre del Mundo y del Loco hasta el Enamorado, cada elemento del espacio sirve la reflexión sobre la obra, y de descubrimiento en sorpresa, la emoción del espectador se modula y se vuelve compleja. Obra de arte total y, por primera vez en el mundo, una exposición también total (no se pierdan las cuatro pequeñas películas - en el espacio llamado L'Ermite - allí la comisaria de la exposición y directora del CAPC Maria Inés Rodriguez entrevista al artista).
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