lundi 1 septembre 2014

Segunderos y bolígrafos BIC, lo inevitable del tiempo que pasa

01 de septiembre de 2014, por Lunettes Rouges

(Artículo original en francés aquí)

Dalila Gonçalves, Sustenido, 2014
La exposición de artistas austríacos, daneses y portugueses en el Centro de Arte Contemporáneo de la Fundación Gulbenkian (hasta el 21 de septiembre) parece algo desacorde (es cierto que los artistas son todos de países pequeños que estuvieron amenazados, y a veces anexados por sus poderosos vecinos); quiere ser la oportunidad para hablar de dicotomías, rupturas, diferencias. Ante todo es la oportunidad para meditar sobre las divergencias lingüísticas : su título en portugués es "desde aquí parece una montaña", lo que en francés, en inglés y en danés, traduce algo como "la hierba siempre es más verde en donde el vecino", mientras que en alemán el título evoca las cerezas en el jardín del vecino (y el título original en portugués que finalmente cambiaron hablaba de la gallina de la vecina...). Una vez visto esto, la idea se pierde un poco entre las diferentes propuestas artísticas : muchísimas, con el pretexto de sublime, muestran banalidades paisajistas, montañas grandilocuentes de Gregor Graf, grutas marinas misteriosas de Nuno Cera y horizontes de Katharina Lackner, obras bien hechas pero que no dan pie para poder ir más allá de la apariencia, no más que la casa de Claudia Larcher.

Jeppe Hein, Cage and Mirror, 2011

Son más interesantes las instalaciones que cuestionan la relación del espectador con el espacio, la jaula de los leones de Jeppe Hein en el centro de la cual gira un espejo circular : el espectador que se arriesga en ella siente vértigo frente a esa imagen giratoria pues él mismo se convierte entonces en objeto de espectáculo para los demás visitantes, de los que fugazmente, puede percibir un reflejo en el espejo. Más espectacular es la instalación de Ann Louise Overgaard Andersen, es una casa extraña por donde se entra abriéndose paso con dificultad a través de una hendidura y en donde sin ser visto se pueden explorar las profundidades que aquí son oscuras y allí son estrechas, o al contrario, amplias y luminosas, probablemente infierno y paraíso. Esa sensación de juego que perturba la posición del espectador en el espacio, la encontramos también en el bosque de hilos suspendidos de AVDP o en el mirador de espejos de Miguel Palma


Dalila Gonçalves, Amontoar em Carga e Descarga, 2012-2014

Pero para mí la artista más interesante de la exposición es, la más joven, Dalila Gonçalves, pues, supo realizar aquí, con medios deliberadamente éticos, en las antípodas de lo pseudo-sublime, dos obras que son a la vez divertidas y potentes, a la vez agradables e inquietantes. La primera, Sustenido (aquí arriba) podría pasar desapercibida, por distracción, pues es únicamente una línea fina en la pared, (pensé en el ecuador) pero, de reojo percibimos un suave movimiento : y vemos ahí alrededor de trescientos segunderos, manecillas finas de metal a veces adornadas de rojo, que tropezando y jadeando marcan el tiempo. Los motores son invisibles, están del otro lado de la pared, y el tiempo pasa, segundo a segundo, inevitablemente. Es una obra delicada pero inquietante que dice primero nuestra incapacidad, nuestra sumisión, y para mi, su poesía viene de su fragilidad y de los accidentes que de ello resultan : allí y aquí, dos manecillas algo torcidas se tocan, abrazadas, agarradas, y bloqueadas, y el tiempo, en esa hendidura minúscula de la realidad, se detiene. Uno se queda ahí, largo rato, esperando el próximo desliz, la siguiente copulación de manecillas, que a su vez, detendrá la marcha infernal del tiempo.


Dalila Gonçalves, Amontoar em Carga e Descarga, 2012-2014

La otra instalación de Dalila Gonçalves, Amontoar em Cargo e Descargo (amontonar cargando y descargando) se puede entender primero como si se burlara de las montañas de Gregor Graf que están enfrente, y hace gracia : decenas de bolígrafos BIC, los más ordinarios que hay, medio vacíos, casi sin tinta (nos gustaría creer que por la escritura de la mano del artista y no a causa de una simple extracción) y, alineados unos al lado de otros, a veces rotos, chupados, mordisqueados, etiquetados, dibujando una línea de cumbre, ni rocosa ni accidentada, sino suave y redonda como un seno de mujer. Algunos, empinados con erección triunfadora viendo brotar su jugo de tinta negra, otros miserables, se inclinan vaciados, deshechos, estériles como Onan, o impotentes. O puede que no sea , de parte de una joven artista comprometida, una obra tan inocente como se podría pensar al principio. O puede que el autor de este blog lea demasiados textos sobre los gender studies... En todo caso, una artista que hay que tener en cuenta!


Tulia Saldanha, Do Nordeste a Coimbra, 1978

En otro lugar del CAM, una exposición (hasta el 31 de mayo de 2015) de algunos Arshile Gorky (cinco cuadros de una docena de obras sobre papel), que muestran sobretodo su influencia sobre el surrealismo portugués (ya siento que me interesaré de más de cerca por el único fotógrafo surrealista del país, Fernando Lemos). Y sobretodo el descubrimiento de Túlia Saldanha (hasta el 28 de septiembre), sus exhibiciones, sus instalaciones efímeras, su trabajo en comunidad y sus obras de negro, que me parece evocan a Chohreh Feyzdiou, no solamente por la forma sino también por el sustrato trágico. 


Fotos del autor, excepto Jeppe Hein, cortesía del CAM.

 

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