15 de julio de 2014
Lo borrado como huella (Jean-Marc Cerino)
(Artículo original en francés aquí)
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Jean-Marc Cerino, Vuelco (cuerpos de Mussolini y de Clara Petacci colgados por los pies), 2013, detalle, óleo sobre vidrio, aceite radiante y bomba de pintura sintética bajo vidrio
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El museo de Dôle muestra actualmente (hasta el 21 de septiembre) la obra de Jean-Marc Cerino sobre quien escribí durante su exposición parisina de 2013. Tengo la tentación de volver a escribir prácticamente cada palabra de lo que escribí entonces, sobre la imposibilidad de la indiferencia y la dificultad de ver, sobre su habilidad para hacer desaparecer las imágenes e imponer un esfuerzo para verlas y también sobre la omnipresencia en su obra de la guerra, las ruinas, la violencia, la muerte, los desastres en este reino de la oscuridad. Una de las imágenes más duras de esta exposición es una pintura sobre y bajo vidrio según una variación de su técnica usual con aceite radiante llamada Vuelco (en francés Renversement) : se trata de la reproducción al revés de una fotografía muy poco conocida (se conoce esa) que muestra los cadáveres de Mussolini y de su amante Clara Petacci después de que fueran fusilados cerca del lago de Como por los partisanos comunistas; sus cuerpos y los de otros dignatarios fascistas fueron transportados a Milán, entregados a la multitud y luego colgados por los pies en la balaustrada de un gasolinera. El vuelco al que Cerino somete esta imagen transforma esta escena horrible en un arranque casi angélico que niega el horror; la cara de Clara Petacci (menos estropeada por las balas y los golpes que el Duce) parece tranquila, casi amable, y creeríamos que su mano izquierda esboza un saludo. De la pintura en vidrio nace una sensación de irrealidad mágica, como si transformara el cadáver en muñeca, un bondadoso querubín. El vuelco es total.
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Jean-Marc Cerino, Revolucionarios de la Comuna fusilados, mayo de 1871, André Adolphe Eugène Disderi, 2012, óleo sobre vidrio, bomba de pintura sintética bajo vidrio, 96.6x134.4cm
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También están muertos esos Comuneros, de una fotografía de Disdéri (o atribuida a él según Koetzle), bien alineados en sus ataúdes numerados pero anónimos : horror de la represión, instrumentalización de los cadáveres. La pintura les da un aspecto más escultural que la fotografía y evoca las estatuas de las tumbas medievales, pero la separación del cuadro en dos campos, uno claro y el otro negro, hace pensar ante todo en un cambio positivo-negativo y les da una dimensión, no menos trágica sino en todo caso más inmaterial e intemporal. Como si uno pudiera tocar la muerte a través de la imagen. Como una transfiguración.
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Jean-Marc Cerino, Vista desde la ventana, Niépce, 1827, 2013, óleo sobre vidrio, negro de humo y bomba de pintura sintética bajo vidrio, 94.2x132.2cm
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Yendo más atrás hacia las fuentes de la fotografía, Cerino, toma la primera imagen fotográfica, imagen emblemática, mítica y plásticamente absurda (como la exposición duró ocho horas, el sol pasó de un lado al otro y las sombras se superponen). Al pintarla de nuevo la vuelve, primero, visible (ya que la fotografía no lo es sino con mucha dificultad y en momentos bien precisos), ante todo la transforma, se la apropia y revela otra verdad para recordar, como si su complejo procedimiento pictórico hiciera eco con los vanos intentos realizados durante mucho tiempo y al fin coronados con éxito hacia 1826/1827 al fijar la imagen fotográfica.
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Jean-Marc Cerino, Figuras de fragilidad, 2007-2008, detalle |
Más lejos, unas veinte pinturas alineadas en una repisa : rostros dibujados con trazos sencillos como si fueran retratos hablados. Se trata de autorretratos de reclusos con quienes Jean-Marc Cerino trabajó en un taller en la cárcel, y que pasó y volvió a pintar en las placas de vidrio; pero algunos de los cuadros son tan negros que es casi imposible verlos de frente (aquí, por falta de foto, vista procedente de otra exposición, en versión clara). Hay que situarse de lado no mirarlos de frente, tontamente, como cada cual lo hace, hay que encontrar el ángulo de vista apropiado y consagrar la atención necesaria para que los rostros de esos hombres aparezcan, y posiblemente también su esencia. Esa necesidad de una mirada ajustada, de una posición descentrada, anormal, para percibir mejor a esos hombres fuera de lo común, no es una lección que aprender de esta serie que se llama precisamente Figuras de fragilidad?
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Jean-Marc Cerino, Malevitch en su cama de enfermo, hacia 1934, 2011, óleo sobre vidrio, bomba de pintura gliceroftalica bajo vidrio, 33.5x36cm |
Le exposición tiene también tres Racontés (Contados), retratos de escritores o de filósofos amigos "frutos de una incansable aplicación de pintura blanca capa sobre capa, de donde emerge la cara fantasmal del pensador, nos hace navegar entre utopía y realismo, entre sueños y realidad":
Jean-Christophe Bailly, François Michaud y Gerard Conio. Cada uno acompaña con un texto y es acompañado de una obra de arte, respectivamente Sigismondo Malatesta rezándole a Sigismondo de Piero de la Francesca, Pierrot/Gilles de Watteau, y el Cuadro blanco sobre fondo blanco de Malevitch (este último muy presente en la obra de Cerino : vistas de la exposición, sus funerales y aquí abajo en su lecho de agonía).
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Jean-Marc Cerino, Letreros de señalización en el frente ruso (face 1), 2013, óleo sobre vidrio y bomba de pintura sintética bajo vidrio, 104.6x151.8cm |
Dos imágenes de esta exposición son como enigmas, o en todo caso de puertas abiertas. Abajo, esta abundancia de letreros indicadores que vuelven imposible cualquier orientación. Arriba, en una esquina de una representación de una prueba atómica submarina en 1946 en la bahía de San Diego*, un hombrecito contemplando el mar y el champiñón atómico, impermeable al peligro : es él quien acaba de oprimir el detonador? O es el fotógrafo testigo ? Dos pistas de reflexión que nos ofrece el artista, me parece...
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Jean-Marc Cerino, Prueba atómica submarina, bahía de San Diego hacia 1946, 2011, detalle, óleo sobre vidrio, bomba de pintura gliceroftalica bajo vidrio |
Siguiendo los pasos de James Elkins algo me he interesado por las fotografías de las explosiones atómicas de Harold Edgerton y no logro situar esta fotografía : según las listas oficiales, en 1946, el 24 de julio, tuvo lugar la primera explosión submarina, pero en el atolón de Bikini; la segunda explosión submarina tuvo lugar a 800 km de San Diego pero en 1955. Detalle...
El título de este artículo es el del ensayo de Jean-Christophe Bailly en el catálogo.
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Anónimo praguense (anteriormente atribuido a Jean de Bellange), Judith y su sirvienta, principios siglo XVII, óleo sobre lienzo, 114x104cm
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En las colecciones del museo, el extraño cuadro que muestra a Judith vistiéndose de prostituta seductora antes de seducir a Holofernes (escena rara vez representada) ya no se le atribuye a Jean de Bellange sino a un anónimo de Praga de principios de siglo XVII.
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