dimanche 28 janvier 2024

Lo invisible, lo Unheimlich y la resiliencia


21 de enero de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Irene Kopelman, Clouds, 2022-2023, tinta sobre papel foto del autor


La exposición Volumen Invisible en la Galería Jocelyn Wolff en Romainville (hasta el 24 de febrero) recuerda un poco la exposición Vacíos en el Centro Pompidou en 2009, pero más modesta y menos radical. En la misma línea de las Zonas de sensibilidad pictórica inmaterial de Yves Klein, aquí presentan diferentes piezas más o menos desmaterializadas y perceptibles por el calor que emiten (Katinka Bock), el sonido que producen (Hilario Isola & Enrico Ascoli) o el soplo que emanan (Francisco Tropa). Se ven dibujos de humo hechos con hilo de cobre (Christoph Weber) y la vista del cielo a través del tragaluz del estudio de Miriam Cahn, cuya cámara puesta sobre su pecho se levanta siguiendo su respiración (pensamos en la pieza «Quince minutos en la noche al ritmo de mi respiración» de la asmática Alix Cléo Roubaud). Aquí arriba, según la tradición de las representaciones de nubes (de los pintores del siglo XVIII a los Equivalentes de Alfred Stieglitz y a Valter Ventura), unos dibujos de siluetas de nubes de Irene Kopelman, espacios confusos que delimita. Lo invisible, lo inmaterial, lo borroso, lo incierto: breviario de nuestro mundo. 


Caroline Delieutraz, Seed 890, 2024, impresión digital sobre tela poliéster, acolchado, perlas, 164x148cm, foto del autor


Unheimlich, concepto freudiano mal traducido como «singularidad inquietante», es la sensación al mismo tiempo de fascinación e inquietud ante las piezas de Caroline Dieuletraz en el nuevo espacio de la galería 22.48m2 en Romanville (hasta el 24 de febrero). En la pared, formas extrañas de tela acolchada con colores cobrizos que evocan insectos monstruosos y también textos de Rorschach, úteros con trompas de Falopio o riñones que se prolongan con vejigas. La exposición se llama Bleen, entre Blue y Green, aunque el fulgor de los colores irisados cubre una paleta más amplia que recuerda los élitros de los escarabajos (Jan Fabre en el Palais Royal, por ejemplo). Triunfo del reino animal, ¿de los artrópodos? Pero las formas son el producto de la interacción de la artista con un programa de inteligencia artificial antes de la actividad manual intensa de costura y acolchonado para producir esos tutos gigantes. Buen texto de presentación de Indira Béraud.


Saoussen Tatah, Pour Taos, 2023, video – pruebas de cámara captura de pantalla por el autor



La exposición Nous sommes au regret -Lamentamos- (hasta el 27 de enero) es un Salón de los Rechazados. Bajo el auspicio de Eduardo Manet (con el grabado del Torero muerto) y de Roger Somville (con una diatriba de 1964 contra la negativa del Museo de arte de Bruselas de comprar sus cuadros no-abstractos), presentan el trabajo de 14 artistas que el sistema del mercado del arte rechaza (o lo sienten así). Más allá de la reflexión socio-económica sobre la resiliencia de los artistas frente a esas tensiones (tema de simposio más que de exposición), podemos reflexionar sobre las causas del rechazo: demasiado exuberantes como la magnífica Reina Muerta de Lidia Martinez, o sobre los colores demasiado llamativos de Nastaran Shahbazi), obras que representan personajes o temas que no están de moda (los ancianos en EHPAD de Adrien Eyraud o los punks viejos de Zoé Bernardi), obras que nos son permanentes (dibujo muy bonito de Eve Malherbe hecho con polvo o pasteles oscuros y frágiles de Nathalie Redard), obras abiertamente sexuales (las cerámicas fálicas y vulvianas de Margaux Laurens-Neel). Reticencia de los comisarios, sin duda: no hay una sola obra rechazada por motivos políticos (aunque la censura se ejerce a fondo, por ejemplo sobre Palestina; pero es tal vez otro tema). No es seguro que haya un nuevo Manet pero hay dos obras que me atrajeron en especial. Primero, haciéndole eco a Manet y a sus espárragos, las fotografías de bodegones de Hélène Langlois que combinan la sensualidad de frutas y verduras, enaltecidas con una magnífica fotografía con fondo negro, con la dureza de los objetos industriales, luz de bicicleta para los espárragos o globo verde para el limón, ante las cuales uno para y respira lentamente. Las pruebas de película (23 minutos) del proyecto de película Para Taos de Saoussen Tatah, quien no obtuvo la financiación para realizarlo: una europea joven en el Magreb, sus amigas, el contraste entre la dureza del desierto, arena y viento, y la dulzura del oasis en donde se bañan alejadas de las miradas, los tiernos ritos conviviales que las unen. Bonito cuento con estética depurada (también ella...). «Saoussen Tatah decidió cambiar su suerte. Se tomó el rechazo y lo utilizó como material nuevo, como barro manipulable y sin forma que abre sin embargo mil posibilidades para construir y llegar a ser. [Ella] cuenta un fracaso de la mejor manera posible, primero aceptando, dándole la vuelta para transformarlo para que viva y se convierta en otra cosa que una condena y en una suspensión de toda creación.» (la co-comisaria Laure Saffroy-Lepesqueur en el folleto de la exposición). Discurso emblemático de la resiliencia de esos artistas. 

 





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