15 de noviembre de 2023, por Lunettes Rouges
(artículo original en francés, aquí)
Lo que no ve aquí arriba, es una fotografía de Luc Delahaye, que la galería Nathalie Obadia expone actualmente (Faubourg Saint-Honoré, hasta el 23 de diciembre, Reportage). Esta fotografía que no ve se llama « Il va mourir » -Se va a morir- y data de 2022. Muestra la cabeza levemente inclinada hacia adelante y el busto de un joven con uniforme; tiene los ojos vendados. A la derecha de la imagen se ve una rama con algunos botones: debe de ser la primavera. El joven es un soldado ruso hecho prisionero por el ejército ucraniano. Y poco tiempo después de que Delahaye lo fotografiara fue fusilado por los soldados ucranianos. Usted no puede ver la fotografía porque Luc Delahaye no quiere, por pudor, por respeto por la joven víctima de un crimen de guerra, para que no difundan su imagen a través de las redes sociales, para que sus amigos y su familia, que quizás no sepan su fin trágico no se enteren de esa manera; y el fotógrafo tiene perfectamente razón. Si usted quiere ver la fotografía, si quiere confrontarse con un hombre que va a morir, tiene que desplazarse hasta la galería (y tener la decencia de no robarse la imagen con un smartphone). Tiene los ojos vendados. No podrá ver su mirada mientras que no podrá olvidar la de Lewis Payne (o Powell), que tenía quizás la misma edad, 23 años, y que fue condenado a muerte por haber intentado asesinar al Secretario de Estado estadounidense William Henry Seward en 1865. La mirada de Payne la conoce porque Alexandre Gardner lo fotografió la víspera de que lo colgaran. La conoce porque Roland Barthes le consagró el capítulo 39 de la Cámara Lúcida (págs. 148-151), en el cual define el punctum: «la foto es bonita, el joven también: es el stadium. Pero el punctum es: él va a morir. Lo leo al mismo tiempo: será y fue; observo con horror un futuro anterior en el cual lo que está en juego es la muerte». Debajo de la reproducción de la fotografía, Barthes escribe: «Murió y va a morir.» Pero tampoco veremos nunca la fotografía de su madre: «Delante de la fotografía de mi madre niña, me digo: va a morir: me estremezco […] por una catástrofe que ya tuvo lugar. Que la persona ya esté muerta o no, toda fotografía es esa catástrofe.»
Luc Delahaye, Una Hoguera, 2023, revelado cromogénico numérico, 195.5×269.4cm, enmarcado : 201,5 x 275,4 x 6,2 cm. |
Luc Delahaye fue primero fotoperiodista y corresponsal de guerra, antes de evolucionar hacia una fotografía menos documental, más distanciada, más construida. Aparte de aquel soldado ruso que va a morir, en la exposición no hay sino una sola fotografía que podemos calificar como verdaderamente documental, la de unos migrantes durmiendo en el suelo en 2007, también en blanco y negro. Justo al lado, esta fotografía grande, en color, en el mismo lugar, en el mismo contexto, muestra a unos migrantes que se calientan con una hoguera improvisada. Pero, si fuera una foto documental, me parece que no sería tan buena: sólo se ve a un personaje, los demás no forman sino una masa imprecisa, no es sino un bloque en el cual los cuerpos se confunden sin caras, y otros dos a la derecha salen del campo. Aquí cuenta únicamente el hombre de suéter verdusco con la cabeza inclinada hacia la hoguera, parece irreal, fantástico, como si flotara. Se trata de una representación imaginaria, es una escena que no ha tenido lugar, un montaje de fragmentos tomados en lugares diferentes. Es un cuadro fotográfico, una construcción mental, lo que conduce a cuestionarse sobre la representación fotográfica y su pertinencia.
Luc Delahaye, COP26, 12 de noviembre de 2021, 5h00, 2023, revelado cromogénico, 194,7 x 309,4 cm, enmarcado 200,7 x 315,4 x 6,2 cm |
La misma lógica de composición precedió la confección de esta fotografía, a partir de personajes tomados en diferentes eventos contiguos a la COP26 y ensamblados aquí en esta sala (cerrada a los periodistas) en donde a última hora están elaborando el comunicado final, el 12 de noviembre de 2021 a las 5 de la mañana. Y sin embargo esta imagen falsa o en todo caso ficticia, nos está diciendo la realidad: las negociaciones, las presiones, la tensión. El cráneo calvo y brillante del único hombre que está hablando en el centro, el aspecto cerrado de su interlocutor de pelo excesivamente pintado y que no se deja convencer, la cara de taimado del consejero que le susurra al oído, la mirada equívoca (¿decepcionada? ¿despectiva?) del hombre sentado a la izquierda: todos esos fragmentos sacados de diferentes lugares, construyen una escena en la cual las presencias corporales y las miradas tejen una arquitectura compleja. Hay solamente cuatro, cinco mujeres en aquel lugar del poder. Y solamente blancos... Es el talento de Delahaye, saber ensamblar así piezas de rompecabezas bien concretas, al servicio de un «cuadro vivo» que narra una historia y lleva así al espectador a interrogarse sobre la historia y sobre la representación, como lo hecho ya varias veces, en la OPEC o en Davos, otros lugares del poder.
También tenemos en la exposición nueve fotografías de caras de soldados que adornan monumentos soviéticos en honor al ejército: la mayoría parecen pensativos, tristes, sin mucha gloria, sin ánimo de conquistadores; uno tiene la boca bien abierta, otro en el suelo, está muerto o herido. Al lado de esas imágenes sacadas del realismo socialista y que de hecho se vuelven retratos de una época gloriosa pasada, hay 45 fotografías pequeñas en blanco y negro de ucranianos refugiados debajo de un puente para protegerse de los bombardeos: en sus caras leemos la preocupación y la incertidumbre más que el miedo o la muerte; una mujer yace en el suelo, los demás examinan el cielo o los alrededores. No son 45 fotografías individuales sino, igualmente, fragmentos de fotografías más grandes que Delahaye había tomado del gentío durante esos dos días (6 y 7 de marzo de 2022). Al contrario de las dos composiciones de arriba, aquí ya no es una composición sino una yuxtaposición. Si estos retratos me hacen pensar en los desconocidos del metro que Dehalaye fotografió a escondidas hace más de 25 años, su extracción me recordó un proyecto de Miki Kratsman que subió a Facebook cantidades de fotos de palestinos anónimos, fragmentos de imágenes de grupos o de multitudes que había fotografiado durante la Intifada y preguntaba: «¿Qué habrá sido de él?». Y aquellos ucranianos anónimos arrancados del anonimato por Luc Delahaye, ¿qué habrá sido de ellos?.
Todas las imágenes (salvo el cuadro negro) : Edición de 3 + 1 EA. © Luc Delahaye. Cortesía del artista y de la Galería Nathalie Obadia Paris / Bruxelles.
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