(Artículo original en francés, aquí)
Anton Giulio et Arturo Bragaglia, Salutando, 1911, 17.5x23cm, Galleria civica de Modène
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Dos exposiciones que se interrogan sobre la historia de la fotografía, hoy en París y mañana en Lausana. La de París en el MAMVP (Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París) hasta el 17 de julio, tiene la particularidad de haber sido preparada por un artista conceptual, Jan Dibbets, que conoce bien el lugar. Hacia 1970, Dibbets fue con otros (primero William Anastasi, luego Michael Snow, John Hilliard, Tim Rautert y Ugo Mulas) de los primeros que empezaron ese cuestionamiento por medio de una serie de fotografías cuyo objeto mismo era la fotografía, su proceso, su mecanismo, su esencia, y no lo que representaba : cómo fotografiar en lugar de qué fotografiar. En esta exposición sigue con ese pensamiento y lo sitúa en la historia de la fotografía y más o menos se inspira en las tesis de Vilém Flusser que según explica descubrió cuando estaba preparando la exposición (lo que naturalmente me interesó muchísimo y que explica bien y mejor en el vídeo de su entrevista con Fabrice Hergott, que en el catálogo). Es una exposición preparada por un artista y no por un historiador del arte lo que implica libertad, parcialidad, selecciones curiosas (sobretodo en la última parte, decepcionante) y exclusiones extrañas (de los cinco precursores mencionados antes sólo Anastasi y Snow están presentes; la ausencia de Mulas, en particular, es sorprendente, diría mezquina), con las cuales se puede o no estar de acuerdo. Pero, por lo menos hasta el último periodo es una exposición que no deja indiferente.
Désiré-François Millet, Cuadros en el taller de Ingres, hacia 1851, daguerrotipo, 17.2x21.2cm, cliché Guy Roumagnac, Museo Ingres, Montauban
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Ante todo hay un arraigo fuerte en la historia de la fotografía : al principio, al lado de un cuadro de Ingres que a Dibbets le parece fotográfico, aparece la fotografía por Desiré-François Millet de un cuadro de Ingres que desapareció (con la famosa Madame Moitessier), y que sin duda destruyó la segunda esposa del artista, Delphine Ramel pues estaba encima de la cama matrimonial y representaba a la primera, Madeleine Chapelle, voluptuosamente desnuda (esposa de sustitución, además, pero eso es otra historia). Que un artista que tan duro le dio a la fotografía (firmó una petición "contra toda asimilación de la fotografía con el arte") vea que la misma fotografía salva así una de sus obras es una bonita revancha. Ah, la misma imagen (reproducción de un daguerrotipo) está también en este momento en el Petit Palais : primer indicio de que aquí poquísimo les importan los vintages y los originales y que lo que cuenta es la imagen, reproducida, los contratipos, la imagen multiplicada y no el original con su soporte (excepto en la última sala...)
William Henry Fox Talbot, Photomicrograph of insect wings, vers 1840, 32x21cm, Lacock Abbey |
Después vemos (sobretodo reproducciones) algunos monumentos históricos de Niécpe a Bayard, en donde se piensa en la fragilidad, la reproductividad, la desaparición (el fisautotipo de Niépce, La Mesa servida y su reconstitución). Se habla mucho de la fotografía como huella de un objeto (en particular del fotograma), ya sean plantas, conchas de mar, encaje o el ala de una libélula, también el cielo, las estrellas y la luna, con los pioneros que supieron fotografiar el cielo y el infinito.
Etienne-Léopold Trouvelot, Etincelles directes obtenues par la bobine de Ruhmkorff ou la machine de Wimshurst, dites Figures de Trouvelot, 1888, aristotype, 40x60cm, CNAM
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Es una introducción al descubrimiento a través de la fotografía de lo que el ojo humano no ve, lo infinitamente lejos y lo infinitamente pequeño, los rayos X (el cartel de la exposición es el cráneo de Meret Oppenheim) y los destellos de Trouvelot (que además fue un entomólogo aficionado poco inspirado).
Eadweard Muybridge, Plate 187, Dancing fancy, no.12, Miss Larrigan |
Después, por le mismo estilo, la fotografía del movimiento con una sala estupenda Muybridge (y solamente cuatro Marey, qué lástima : privilegiaron, como a menudo, lo espectacular y no lo científico). Dibbets subraya, de forma clásica lo que le aportaron al cine mientras que yo veo un anti cine, una descomposición del movimiento en imágenes fijas en lugar de una animación móvil de imágenes fijas. Más que los desnudos ambulatorios de Muybridge, disfruté el erotismo más discreto de la bailarina drapeada que da vueltas y apenas deja ver sus encantos. También descubrimos a los hermanos Bragaglia (arriba) cuyo fotodinamismo es más un intento para hacer sentir el movimiento que para representarlo. Y el movimiento detenido es también la famosa gota de leche de Edgerton.
Gustave Le Gray, Marine, étude de nuages, 1856-57, tirage sur papier albuminé à partir de deux négatifs sur verre au collodion, 31x39.8cm, MUCEM, prêt au Musée de Troyes
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Una etapa apasionante de esta reflexión sobre la fotografía es el famoso montaje de Gustave Le Gray que reúne un cielo y un mar fotografiados por separado : punto seminal de todas las discusiones sobre el retoque y la veracidad fotográfica y también primera manifestación de la voluntad (¿deliberada o disimulada?) de distanciarse de la fotografía realista y representativa : hacer obra original para (de)mostrar mejor, utilizar como ojo un aparato que ya no funciona, que no es solamente un órgano de visión reproducida lo más idéntica posible sino que se ha convertido en un dispositivo de creación. La siguiente etapa es Stieglitz y sus Equivalentes, fotos de nubes en las que el motivo y la forma priman sobre la representación.
Alvin Langdon Coburn, Vortograph, 1917, 20.8x15.7cm, Eastman Museum Rochester |
De ahí nos vamos hacia la abstracción, hacia la fotografía cuyos motivos geométricos son irreconocibles, pero dicen algunos que, siendo todavía y siempre una captura de lo real ante el objetivo no es verdaderamente una fotografía abstracta sino una fotografía de lo abstracto : los pavimentos de Brassaï y las tasas de Strand se acercan a lo real mientras que los prismas del vortógrafo de Coburn se alejan. Casi podríamos dejarlo aquí, con los fotogramas de Man Ray y de Moholy-Nagy, con las series de los Becher, Boltanski o de Feldmann, con el conceptualismo fotográfico de Anastasi, de Snow y de Dibbets (que tiene la elegancia de mostrar solo una de sus fotografías). Y podríamos concluir con las obras despojadas y secas de James Welling o de Liz Deschenes (dos ejemplos de la fotografía experimental contemporánea estadounidense), comparando las citaciones de Flisser y de Moholy-Nagy para que no se respetasen reglas y códigos. Y hubiéramos admirado la riqueza visual y conceptual de esta exploración fotográfica.
Seth Price, Letters, 2012, toiles et doublures imprimées, 243x243x5cm |
Es entonces verdaderamente una pena que la última sección reúna "objetos fotográficos", un concepto desequilibrado que se le debe al crítico Markus Kramer, allí agrupan fotografías aplicadas a objetos tridimensionales que a pesar de su lenguaje muy pos moderno, es difícil percibir otro interés que no sea lo espectacular.
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