(artículo original en francés, aquí)
Kassia Knapp, Territoires de l'imaginaire, vue d'exposition, galerie Christophe Gaillard, novembre-décembre 2015
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Es cierto que en un espacio tan grande, tan suave, tan claro, tan vaporoso, se piensa de inmediato en una iglesia, no en una capilla pequeña, sino en una catedral gótica, en la cual la luz penetra por la parte de arriba; o se piensa en un edificio modernista; en una época en que el arte y la fe se encontraban en construcciones audaces. Es cierto que, frente a esos cuadros claros e inmensos en los cuales los pliegues del lienzo crean nudos, hondonadas, se deforman; frente a esas formas de retablo, de ojiva suave, se piensa en cuadros religiosos. Es cierto que ante la pintura de Kasia Knap (en la galería Christophe Gaillard, solamente hasta el 19 de diciembre) sentimos al mismo tiempo miedo y admiración, como el niño creyente que fuimos ante las escenas del Antiguo Testamento. Sabemos que ha expuesto en capillas y junto a Philippe de Champaigne, y con música de Bach, y nos alistamos para dejarnos transportar por una fascinación algo mística, el alma colmada de felicidad al contemplar sudario o perizonium. Y esta vez, aunque algunos lienzos conservan el mismo rigor jansenista inmaculado, otros tienen más color, salpicados con sombras brillantes, rosado angelical, celeste marial, marrón franciscano, dorado barroco.
Kassia Knapp, Paysage, 2014/2015, técnica mixta sobre lienzo, 250 x 200 cm Ph. Rebecca Fanuele |
Pero puede que esté yendo demasiado rápido al lanzarme de lleno en la interpretación, en la transcendencia. Pues ante todo se trata de lienzos de tamaño (sobre) humano, lienzos con los cuales la artista se afronta, lucha y se debate : lo que estamos viendo (y, a menudo el ojo duda, como bien lo explica el texto de Léa Bismuth), es también el resultado de una danza secreta y de una lucha escondida; en esos nudos monstruosos, en esos pliegues gigantescos, en esas líneas de tensión imposibles vemos las huellas de un cuerpo a cuerpo, la creación de un paisaje personal e íntimo (todos sus cuadros se llaman Paisaje), de Territorios de la imaginación, el nacimiento de un objeto híbrido, nunca terminado, siempre inacabado, siempre retocado, y que, mañana tal vez, cuando estemos mirando para otro lado, se escape del bastidor, se propague por el suelo, tome plena posesión de su tercera dimensión, viva su propia vida. En esos lienzos esculturas existe una corporalidad tan potente, la huella de las manos, el rastro de los gestos, que es imposible no sentir cierta turbación ante la sensualidad que de allí aflora (un malestar parecido al que produce la Teresa de Bernin cuando la vemos por primera vez). Conjugar espiritualidad y sensualidad, jansenismo y barroco, pintura y escultura : todo para perturbarlo...
Kassia Knap, Paysage, 2015, acrílica, cola acrílica blanca, ceniza, barniz, micropepas de vidrio, sobre lienzo de lino arrugado 200 x 200 cm. Ph. Rebecca Fanuele
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Kassia Knap está representada por l'ADAGP, las reproducciones de sus obras saldrán del blog al cabo de un mes.
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