mardi 10 décembre 2024

Frijoles saltarines en el Baile de las brujas (Jean Painlevé)


8 de diciembre de 2024, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)


Jean Painlevé, Geneviève Hamon con muelas de bogavante, hacia 1928, 18x13cm

Me gusta mucho la historia del disgusto entre André Breton y Roger Caillois en 1934: al ver unos frijoles saltarines mejicanos, Breton queda embelesado mientras que Caillois quiere disecarlos para entender: dos visiones opuestas del misterio natural. ¿Es necesario entender para maravillarse? Al visitar la agradable exposición sobre Jean Painlevé en Culturgest (hasta el 23 de febrero), me preguntaba de que lado se hubiera puesto Painlevé si hubiera asistido a aquella confrontación. Cercano a los surrealistas sin haberse afiliado jamás, tenía un enfoque científico bastante serio y siempre con voluntad pedagógica, estética y poética. ¿Habría admirado los frijoles o habría querido entender porqué saltaban así?: bonito dilema. Mientras que la gran exposición de 2022 del Jeu de Paume (cuyo catálogo es una referencia) está en Cherbourg en este momento (hasta el 2 de febrero), la de Culturgest (comisarios Ampersand y Baptiste Pinteaux) es una oportunidad para ver obras menos conocidas; las paredes de las salas están decoradas con los papeles de colgadura diseñados y pintados por Geneviève Hamon (aquí arriba), la discreta compañera de Painlevé (esquema clásico, la reducción de la co-autora al papel de asistente del Maestro...).

 

Jean Painlevé, Transición de fase en cristales líquidos cristaux, 1972-1978, película 16mm, color, sonora, 6’08 », captura de pantalla



Además de unas treinta fotografías, la exposición presenta doce cortos (de los 150 que realiza), y cada uno de ellos es una historia que cuenta Painlevé. Trata de murciélagos vampiros (como Nosferatu al principio de la versión larga, (ver a partir de 4') anestesiando a la presa antes de chuparle la sangre (y podemos ver bastantes analogías políticas, tanto en 1939-45 cuando la hizo como hoy), de cirugía de un perro (molesta bastante), de baile (con el coreógrafo Pierre Conté), de cristales líquidos (una película de una belleza casi abstracta, aquí arriba) de limaduras  imantadas que forman composiciones geométricas (evocan los Chladni de Susan Derges), y, más extraño aún, de un dibujo animado sobre Barba Azul (con René Bertrand), fue pionero del cine de animación con plastilina. 


Jean Painlevé, Acera o el aquelarre, 1972-78, película color sonora, 14’59 », captura de pantalla


La mitad de las películas presentan animales marinos: hipocampo, ermitaño y la brillante Asesinos de agua dulce (come y se lo comen) con música de Luis Armstrong y Duke Elllington. Lo fascina en especial el pulpo (el pulpo o el calamar gigante siempre han sido animales míticos en el arte y la literatura, de Hokusai a Flusser y de Michelet a Caillois, precisamente). Pero la película más extraordinaria, en la última sala, es una de sus últimas realizaciones de 1978, Acera o el baile de las brujas: moluscos bastante banales pero que durante la temporada de cortejo bailan con elegancia y liviandad, recuerdo a Loïe Fuller, para luego acoplarse en una orgía lineal (hermafroditas, forman una cadena en la que el primero es hembra y el último es macho, y los de en medio, bisexuales penetrados y penetrantes). Esta danza acompañada de una música climácica de Pierre Jansen, es un momento de belleza intensa. La capacidad de Painlevé para ir y descubrir la belleza en los rincones más oscuros y mostrarla de manera poética, nunca sensiblera, es extraordinaria. Ello le permite jugar con la ambigüedad de sus roles: científico, artista, vulgarizador, novelero, y nos deja impresionados.

(c) los documentos cinematográficos





Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire