(artículo original en francés, aquí)
Último día para ver la exposición de las fotografías de grafitis de Brassaï en el sótano del Centro Pompidou. Ya en repetidas ocasiones hemos visto algunas, pero el interés de esta exposición es que aporta una mirada múltiple sobre la obra, y no la reduce a su dimensión surrealista que es la que se destaca a menudo, sino que muestra que también es una etnología urbana, incluso un reportaje político. Y ajusta bastante bien esta obra de Brassaï a las obras de Picasso, Prévert o Dubuffet (con un bello poema de Guillevic).
Está claro que esta fuga al exterior de lo racional moderno y el desplazamiento de un arte marginal popular hacia las paredes de las galerías y hacia las lustrosas páginas de un libro, están en el cruce de caminos entre surrealismo y arte marginal. La partitura de vidrios rotos no es un grafiti propiamente dicho, pero conlleva la misma lógica de cambio al tomar fragmentos de lo real sin contexto.
Igualmente, en esos años acalorados las paredes sirven de carteles políticos, y, si el libro Grafiti en 1960 los ocultó, las imágenes estuvieron muy presentes en la exposición en el MOMA en 1956. Posiblemente en la actualidad haya que tener canas para reconocer la sigla del Ordre Nouveau...
Más allá de las anécdotas, de los grafitis divertidos o conmovedores, Brassaï sabe también revelar el lenguaje de las paredes : el hecho de borrar un eslógan se vuelve sin duda una ventana negra abierta hacia otra parte.
Fotos del autor excepto la primera.
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