lundi 19 septembre 2016

Homenajes y protestas (Bienal de São Paulo)

17 de septiembre de 2016, por Lunettes Rouges


(artículo original en francés, aquí)




 
Gilvan Samico, Ascensão, 2004





Muchísimos homenajes en esta Bienal, les han dedicado casi todo el tercer 
nivel :  empezando por Ôyvind Fahlström cuyo vínculo con Brasil es bastante fuerte (se fue de allí a los 11años), y Lourdes Castro de quién vemos aquí su Libro Rojo presentado en Lisboa; también el cineasta experimental Jordán Belson con sus dibujos inéditos y sobretodo su película Samadhi. Pero mi verdadero descubrimiento fue Gilvan Samico : de este artista del noroeste vemos unos cuarenta grabados en madera y su estilo puro sorprende inmediatamente por el rigor, la composición vertical simétrica, a menudo dicótoma y la fineza. Los temas se inspiran en relatos populares, leyendas y mitos de su región de origen y en particular de la literatura de cordel, pero con frecuencia van más allá para tomar una dimensión universal, desde la creación del mundo hasta el diluvio; además de acercarse a la heráldica, lo más parecido creo que es el arte de Mesopotamia con sus personajes hieráticos en una superficie plana. Al interesarse por el artista se descubre su formación empírica y sus vínculos con el arte popular. Existe un bonito libro sobre él (a pesar de un prefacio grandilocuente). 




Gilvan Samico, A fonte, 1995




Podría seguir hablándoles de las columnas animadas de Cristiano Lenhardt, de los platos ilustrados de Dalton Paula (aquí abajo), de los robots de Hito Steyerl, del restaurante del agradable Jorge Menna Barreto, del desconcertante y divertido piso saltador de José Bento, del abanico evolucionista de Mariana Castillo Deball, de Pilar Quinteros jugando a los exploradores o de las huellas sensuales en arcilla de cuerpos de bailarines de Rita Ponce de León; pero quiero terminar protestando. 




Dalton Paula, Rota do tobaco, 2016




Si la imagen del artista francés en el mundo es la de un seudo pensador pretensioso que juega superficialmente con las palabras y los signos, a expensas de toda profundidad intelectual y prefiere las referencias y la estética de bazar a la reflexión, entonces sobresale la forma en que está representada Francia en esta Bienal : primero vemos la pequeña fotografía de un esqueleto disecado en la ladera de una colina y el titulo nos enseña que la colina se llama "Dead Indian Hill". Punto. Tenemos aquí una obra de ¡ gran profundidad ! Del mismo (pues los perezosos o "trendy" o desilusionados o resignados curadores de la Bienal escogieron solamente a un artista francés), una película esteticista en macro fotografía sobre un pedazo de ámbar con insectos fosilizados que recuerda las sesiones de "Conocimiento del Mundo" de mi infancia de provincia, con todo y música; para culminar con un criadero de moscas (están ahí sin duda para que el artista explore su fundamento), se supone que deben ser las primas de las que están fosilizadas y que zumban en un cuarto sobre-presurizado de donde logran escaparse algunas veces para intensificar la irritación del visitante. ¡ Felicitaciones ! ¡ Es una maravillosa representación del "genio francés" ! Y no es eso lo que me hará cambiar de opinión...



Mi segunda protesta es política : la artista israelí Michal Heffman presenta con una instalación complicada, la verdadera historia de sus compatriotas, Gal Lisky, que se hace pasar por estadounidense casada con musulmán para infiltrar los movimientos de resistencia sirios cubriéndolo con ayuda humanitaria : proyecto financiado por Relaciones Extranjeras israelíes (lo dice el cartel), y cubierto con un argumento artístico poco convincente. Nos lleva a referirnos al correo electrónico de Hillary Clinton revelado por Wikileaks ("The best way [for The US] to help Israel... is to help the people of Syria overthrow the regimen of Bashar Assad") y a preguntarnos qué hace esa propaganda en una Bienal. 



Bueno, dos cosas muy malas por muchísimos descubrimientos buenos y enriquecedores, no quejarme...




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