lundi 31 août 2015

Deambulando por el Museo Chiado



10 de agosto de 2015,  por Lunettes Rouges




Alberto Carneiro, El Bosque, 1978



Alejado de las polémicas que últimamente han sacudido el medio cultural de Lisboa puesto que el Secretariado de Estado de la Cultura no le ha devuelto al Museo Chiado algunas colecciones; en mi visita más reciente al nuevo espacio del Museo descubrí una exposición fría y antológica de una parte de las colecciones (hasta el 12 de junio de 2016) : didáctica, representativa (me parece), y sin pasión, con una escenografía del vacío que deja respirar los espacios. Seguramente a causa de mi falta de conocimiento de esta escena artística, lo único que me hizo vibrar fue la serie de Helena Almeida (a la espera de su exposición en Serralves y luego en el Jeu de Paume) y también  vibré ante el Bosque de Alberto Carneiro, un rito ecológico y pagano en 24 conjuntos fotográficos como una comunión entre su cuerpo desnudo y un árbol.



 
Adriano de Sousa Lopes, Les ondines, 1908 162x274cm




En la parte antigua del edificio, cuatro exposiciones : la de la colección Caetano (hasta el 30 de agosto) repele de entrada, por el aberrante colgado de lienzos pequeños a 5 metros de altura, y  seguro que es una colección excelente, luego vemos bonitas y oscuras obras de Jorge Molder, entre otros. Reconozco que yo no conocía a SousaLopes, de quien se está presentando una gran retrospectiva (hasta el 8 de noviembre), y, en estos caso debo cuidarme (pues me lo reprocharon amablemente en esta ocasión) de un enfoque demasiado parisino-céntrico altivo y esnob hacia la "periferia". Entonces, con todas las precauciones del caso, y sin pretender hacer aquí un análisis crítico de historiador de arte, vi primero los cuadros simbolistas, luego los impresionistas, bien hechos pero sin mucha originalidad, con juegos de luces muy buenos, algunas veces de colores brutales que son como toques fauves y motivos bastante clásicos (su esposa, el mar, los pescadores...). Y después, mirando, me empezaron a interesar sus grabados más densos, más perfeccionados que sus lienzos.


 
Adriano de Sousa Lopes, Bombardeo aéreo, noche del 1 de agosto de 1918, Boulogne-sur-mer, 1918


 
Hasta el momento en que llegué a las salas consagradas a la guerra : pintor oficial del cuerpo expedicionario portugués durante la Primera Guerra Mundial, sale entonces de su confort burgués lisboeta y se enfrenta al horror y a la belleza de la guerra (si, la belleza, recuerden esta exposición en donde hubiera encajado). Sus grabados se visten de expresionismo (como los expresionistas alemanes de enfrente) y sus lienzos se convierten en composiciones depuradas, casi abstractas. Ya sea por su experimentación para representar mejor los efectos de fuego y explosión prácticamente inmateriales, ya sea por la transformación moral que quizás se realice en él frente a esos espectáculos, pero estamos frente a una obra fuerte, perturbadora, casi revolucionaria (un efecto que la Gran Guerra produjo en otros artistas en otras partes).




Adriano de Sousa Lopes, Ruinas de la iglesia de Merville, 1918



Miren de que manera los proyectores anti aéreos perforan la niebla y el humo en esta escena de bombardeo, miren como esa iglesia destruida se convierte en escultura despedazada y totalmente formal.




Adriano de Sousa Lopes, Arena, 1922-1926




Lo extraño es que después Sousa Lopes vuelve a su pintura tranquila, coloreada, evanescente, cerrando el paréntesis, olvidando lo que vió y sobretodo lo que aprendió (sin haber leído el catálogo, ni nada más sobre él, me estoy aventurando demasiado en su pensamiento, se trata de mi exégesis).  Después busco en vano otras muestras de esa modernidad, de ese experimento, y sin embargo encuentro una en la manera como está pintada la arena en este lienzo de 1922/26 : materia grumosa, fluida, desteñida, en las antípodas de su moderación impresionista. Ese paréntesis guerrero revolucionariamente creativo me fascinó; el resto menos.




Patricia Corrêa, El Origen del mundo 2, 2015





En la planta baja (hasta el 5 de septiembre), una obra sobre el cuerpo y su representación, por la artista portuguesa residente en Polonia Patricia Corrêa, 11 x Maria : un vestido blanco virginal extendido en la pared avecina con un origen del mundo (aquí, bien borroso..) rodeado de alfileres nacarados, retratos fotográficos (todos femeninos, ni un solo hombre en este universo marial) que van obliterados, otros van cubiertos de un barniz dorado que el espectador, de repente "activado" , puede raspar para ganar, no el gordo, pero por lo menos la emoción ante un rostro que surge así del limbo.




Patricia Corrêa, 11 veces Maria, 2015




También hay corazones de cera, un poema, toda una construcción sobre la memoria. Me parece que es una obra sobre el misterio del cuerpo femenino, su pureza imposible, de Eva a la Virgen, y la ambigüedad del deseo en nuestras memorias.



Monica de Miranda, Hotel Globo, 2015, captura de pantalla video



 
Para terminar, para completar esta visita, una película de Monica de Miranda, Hotel Globo (hasta el 27 de septiembre), sobre un hotel en Luanda, hoy decrépito (hay también una entrevista del nieto del fundador, planos para una renovación posible y un librito) : en dos pantallas, la atmósfera húmeda, la evocación del modernismo colonial y una pareja incierta. Aparte del argumento arquitectural y político, una imagen atmosférica espléndida.



Fotos del autor, excepto Les ondines y Monica de Miranda.

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