(artículo original en francés, aquí)
Casa de Serralves |
Esta casa fue el sueño de un hombre, rico industrial de buena familia, que, aunque haya empleado arquitectos y decoradores famosos (José Marques da Silva, Charles Siclis, Émile-Jacques Rulhmann, entre otros), fue él mismo el verdadero diseñador. La construcción duró veinte años, y Carlos Alberto Cabral segundo conde de Vizela que la había hecho para su esposa Blanche Daubin, no vivió en ella mucho tiempo : revendida y luego comprada por el estado, restaurada últimamente, fue el núcleo de la fundación Serralves en Oporto, que además dedica una exposición a ese tema en su biblioteca.
Casa de Serralves |
Aunque el mobiliario fue dispersado hace tiempos, impresionan la radicalidad moderna de sus halls magníficos de colores suaves, los ventanales inmensos que se abren hacia un parque entre rigor a la Versalles y juegos de agua andaluces, la fría elegancia de las puertas, las balaustradas, los lavabos (numerosas fotos aquí y allí), en resumen, un himno al modernismo triunfador.
Casa de Serralves |
El Museo (que además posee un espacio más "clásicamente" museístico) ha decidido presentar exposiciones que, de cualquier manera, puedan corresponder con el lugar, y su directora resolvió, para esta primera exposición, arriesgarse a exponer no a un ícono del modernismo sino a una artista contemporánea que lo interroga y lo revisita a través de un prisma político y, yo diría, pos colonial.
Yto Barrada, Reprendre Casa, Carrières Centrales, Casablanca, f. M. Lenot
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Yto Barrada, cuya obra me interesa desde hace 10 años (entre otros) era para mi al principio alguien de la geografía, que hablaba de territorio y de habitantes, que vivía a la orilla de un estrecho, lugar de pasaje, de transito, de contrabando y de tráfico, que revelaba a los errabundos y las fracturas de un mundo dividido entre Norte y Sur : en su obra, a menudo conmovedora, yo veía las fronteras, los exilios, las esperanzas de hoy. ¿ Será porque hace poco se fue de Tánger para Nueva York (o simplemente porque me había perdido algunas de sus exposiciones personales recientes) ? pero en esta exposición (hasta el 20 de septiembre) me impresionó la nueva dimensión histórica que viene a superponerse a la geografía. Aquí la historia se invita, aquí las ideas y los artefactos circulan de una era a la otra, aquí las épocas se entrecruzan y los motivos son recuperados más tarde en otro lugar.
Yto Barrada, Salon Marocain, Serralves, vista de la exposición, f. Adriano Miranda, Público |
La circulación de formas en el tiempo y el espacio se impone desde la entrada de la casa, en donde la mirada, cuando consigue desprenderse de las formas del
Yto Barrada, Tap |
edificio inundado de luz y de la belleza del jardín a través del inmenso ventanal, descubre en el suelo tres "cuadros" modernos, abstractos; tres alfombras con formas geométricas puras y de colores que evocan irresistiblemente a los constructivistas o a Abstracción-Creación, movimientos, con los que podemos imaginar que el segundo conde de Vizela estaba familiarizado. Son alfombras tejidas por tangerinas, con motivos inspirados de Sophie Taeuber-Arp : son las primeras señales de movilidad, de desplazamiento, el trayecto de Suiza al Rif, de Tánger a Oporto, de los años 30 a hoy, y toda la exposición lo subraya. Volverlos a ver desde la balaustrada del primer piso, transformados entonces en casi-cuadros, aumenta esta impresión.
Desplazamiento también de unos juegos bereberes para niños
hechos con casi nada, una piedra, una ramita, un pedazo de tela, y que etnólogos más o menos coloniales / orientalistas recogieron (en el Aurés si se trata de la trágica Thérèse Rivière, ayudada entonces por Germaine Tillion, y también por otros en Marruecos ) y que, después de haber dormido cierto tiempo en los sótanos del museo del Hombre, vuelven a aparecer en el Quai Branly (aquí bajo la apariencia de "feminismo") : Yto Barrada los fotografió cuidadosamente con fondo neutro, azul o amarillo, frontalmente, brutalmente, dándoles así una dimensión estética que hace que rebasen ampliamente su peso histórico.
En sus fotografías, algunas piedritas con forma de dromedario,
Yto Barrada, Jouets Nord-africains |
algunas palmas trenzadas tienen la belleza de esculturas animales mínimas, más allá de su empleo inicial, de su época y de su lugar de origen. Y, ante las muñequitas bereberes, no podemos dejar de pensar en Paul Klee (imágenes que aquí quedaron).
Yto Barrada, Plumbers' Assemblages, Tangiers, ph. M. Lenot |
Movilidad estética, extrañas esculturas modernistas que la artista colecciona, y cuyas frías fotografías, casi a la Becher, se alinean en una pared del primer
piso : en realidad no son sino objetos inútiles pero tan prestigiosos como los que confeccionan con sus desechos algunos fontaneros ambulantes, que ofrecen sus servicios en la famosa plaza del Gran Socco en Tánger. Lo hacen con el ánimo de mostrar sus habilidades cuando están desocupados. Puede que no sean sino un detalle, una simple coincidencia visual a través de las edades y las tierras, montaje que encuentra acordes que recuerdan, por ejemplo, a Julio Gonzalez.
Yto Barrada, Reprendre Casa, Carrières Centrales, Casablanca |
Y cuando Yto Barrada revisita un territorio, aquí el barrio Carrières Centrales de Casablanca, es para mostrar cómo esta arquitectura (de Michel Écochard y del grupo GAMMA) que entonces quería inspirarse de lo vernáculo, de lo cotidiano, de lo humano (con gran perjuicio de los arquitectos entonces más alejados de esos campos), y que sin embargo era fría, moderna, refinada, y que podía verse como colonial, ha sido recuperada por los habitantes, entre construcciones sin autorización, antenas satélite, ventanas nuevas, cuerdas para la ropa, jardincitos; como forma pragmática de revuelta ciudadana, de digestión del modernismo, y también tensión entre decrepitud (de lo moderno) y exuberancia (de lo tropical).
Yto Barrada, Lying Stones, 2015, ph. M. Lenot |
En fin, y es sin duda, desde este punto de vista la principal atracción de la exposición, un armario con vidrios de la sala comedor de la casa (en la cual los espejos crean falsas escapatorias visuales, a menudo turbadoras) fue transformado en vitrina museística para acoger dos fósiles inverosímiles : el paleontólogo sabe de entrada que esos insectos, escorpión y trilobites nunca cohabitaron, pero incluso el inculto se cuestionará ante la naturaleza algo kitsch, demasiado delicada, demasiado perfecta de esos bonitos fósiles, antes de descubrir los moldes que están al lado.
Yto Barrada, Faux Départ, 2015, captura de pantalla |
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