(original en francés, aquí)
Hace ya tiempo que me intereso por la obra de Valérie Jouve, entonces al visitar su exposición retrospectiva en el Jeu de Paume (hasta el 27 de setiembre), titulada de manera bastante apropiada, "Cuerpos en resistencia", me hallo esencialmente en terreno conocido. Veo de nuevo lo que hace tres años había llamado yo sus "piedrecitas", testimonios de su capacidad única para hacer dialogar personas y paisajes, e integrarlos con el fin de producir la atmósfera de un lugar al hacer descubrir lo invisible, lo ignorado; y deja una marca de esperanza y de cambio a partir de abajo, del pueblo, de las personas y de las situaciones más ordinarias.
Veo también lugares que me son familiares, la gris región de Sant-Etienne, la dureza de Marsella, la trágica luz de Palestina (pero sin repetir su experiencia "colectiva" que mostraron en el MAV/VAL el año pasado); no se identifica ningún
lugar pero se puede reconocer el color dorado de las piedras de Jerusalem, la negrura de un pueblo minero o la masa imponente de un edificio de oficinas. Veo personajes que creo reconocer puesto que a lo largo de los años se me han vuelto familiares : gente con prisa o paseantes, gritones y soñadores, elegantes y sencillos, gente de aquí y de otras partes, todos en sus universos urbanos, sus territorios, sus hábitats de piedra y concreto, de hojalata y tela. Sigue habiendo distancia, perspectiva, ausencia. Y también una tensión constante y vital.
Un diaporama muestra seis ciudades palestinas prácticamente desiertas y sin embargo todas impregnadas de presencia humana intersticial que se aferra y resiste. Una película cuenta el periplo de una jovencita y un marionetista, descubrimiento de un país a través del humor y la ternura.
Y luego, después de los paisajes áridos, de las luces vivas y las sombras secas, su trabajo más reciente, Blues. Aquí también hay un encuentro, un personaje, una historia única. Pero lo que primero impresiona en las dos últimas salas es el cambio de tono : colores vivos, niebla, agua en lugar de desierto. Los sonidos también son diferentes, y sobretodo esa leve humedad, su suavidad, su sensualidad, que impresionan porque todo ello vibra de una manera diferente que en sus obras anteriores. Guatemala, el neocolonialismo, la cultura popular, una forma de nostalgia triste.
La obra que presentan en el sótano, El Hombre caucho del camboyano Khvay Samnang, que va desnudo al bosque y se echa en el cuerpo baldes de savia de árbol de caucho, corresponde bastante bien con esta poesía de la
resistencia : en los bosques de arboles de caucho sembrados por los colonos,
¿ en dónde se refugiarán los espíritus del bosque ? También él es un cuerpo en resistencia, un cuerpo que resiste.
Todas las fotos cortesía del Jeu de Paume; Valérie Jouve (c) ADAGP2015. Las fotos de Valérie Jouve saldrán del blog al final de la exposición.
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